El antiperonismo propaga un virus que ya lleva 75 años
La fuerte presencia del Estado para enfrentar la pandemia, la crítica del Presidente a los empresarios “miserables” y al capitalismo financiero, y el anuncio de un impuesto a la riqueza que aún no se debatió, fueron suficientes afrentas para que el bloque dominante lanzara un implacable operativo de desgaste contra el gobierno.
Por Claudio Siniscalco
El establishment no tolera ni siquiera la versión moderada del kirchnerismo que representa el gobierno de Alberto Fernández.
“Bueno, muchachos, les tocó la hora de ganar menos”, dijo el Presidente a fines de marzo, cuando comunicó la primera extensión de la cuarentena, y advirtió que sería “muy duro con los que especulan y despiden gente”. Un mensaje similar les envió a los fondos buitres (defendidos por los “miserables” locales) en el marco de la renegociación de la deuda externa que conduce Martín Guzmán.
Luego de extorsionar al ministro de Economía, al sostener que tenían espaldas como para esperar un acuerdo más favorable a sus intereses en un eventual próximo gobierno más amigable, los bonistas cedieron y al parecer la negociación está por cerrarse.
Paralelamente, el solo anuncio de un impuesto extraordinario a las grandes fortunas (que aún no se debatió en el Congreso y que los medios hegemónicos intentaron presentar como un tributo a la clase media) fue otro motivo de irritación para los dueños del país, que empezaron a observar con preocupación la presencia del Estado para enfrentar la pandemia y la fuerte aprobación social a las decisiones oficiales.
Con un poder de fuego dañado por la derrota electoral a manos del Frente de Todos, ya sin los valiosos instrumentos del espionaje ilegal y el armado de causas judiciales, la clase dominante, representada por el macrismo en este momento histórico, apela a su arma de siempre: falsear la realidad para presentar sus intereses como si fuesen demandas sociales de libertad y democracia, involucrando a sectores medios en la defensa de causas que no son las suyas.
Quieren recuperar el Estado para volver a saquearlo
Y mientras sean oposición buscan impedir su rol de árbitro en la puja por la distribución de la riqueza. Para ese objetivo cuentan con los medios hegemónicos de comunicación, siempre dispuestos a difundir sus mensajes de odio, hacer silencio sobre la gestión de Mauricio Macri y desgastar al gobierno de Alberto Fernández.
Empezó la campaña
Las acciones son múltiples y no reconocen límites éticos ni legales. Desde el lanzamiento de la campaña electoral por parte de María Eugenia Vidal, que pidió “salir a juntar el voto” más de un año antes de las próximas elecciones legislativas; pasando por las noticias falsas y las declaraciones de dirigentes, artistas e “intelectuales” macristas que llaman a la desobediencia civil o comparan el aislamiento de la Villa Azul con los guetos de la Alemania nazi; hasta la organización de movilizaciones callejeras que violan la cuarentena.
Este rejuntado heterogéneo de dirigentes de Juntos por el Cambio, periodistas mercenarios, intelectuales supuestamente liberales (es decir, antiperonistas), nazis confesos, productores rurales violentos, economistas fanáticos del capitalismo salvaje, ciudadanos comunes que mezclan todo y personajes excéntricos autodenominados “libertarios”, entre otros especímenes, trabaja para legitimar a sus mandantes, para proteger los intereses de los más ricos entre los ricos.
El delirante documento difundido en estos días en el que se acusa al gobierno de promover una “infectadura” y se afirma que “la democracia está en peligro”, es la última invención del rejuntado neoliberal.
El ex jefe de la banda dijo que el populismo es mucho más peligroso que el coronavirus. Invirtiendo la expresión para acercarnos a la realidad, podemos decir que el antiperonismo está propagando su propio virus, que adquiere distintas formas pero ya tiene 75 años de historia.
