El 17 de Octubre y el triunfo del MAS marcan el corte y lo que vendrá
La movilización por los 75 años del 17 de Octubre y el triunfo de la fórmula del MAS, Luis Arce-David Choquehuanca en Bolivia, definen un antes y un después en Suramérica, la Patria Grande. En ambos casos, la presencia activa del pueblo fue lo que definió el valor de estar en calle, expresarse y dejar sentado que no hay vuelta atrás. Ni el saqueo sistemático del macrismo, su irresponsable modo de engrosar las grandes fortunas al costo de eliminar salud, educación, producción, cultura y lo que sea, ni la violencia y la corrupción de la dictadura que sufrió Bolivia con la complicidad de la OEA, pudieron frente a sociedades que han elegido la transformación para recuperar la justicia social y la soberanía.
Escribe Alejandro C. Tarruella
Un presente vivo
No es posible sostener un régimen en la dictadura mediática, que convive con la renovación democrática de los mecanismos sociales, o con la interrupción de una jornada que sabían, sería histórica. No es posible quebrar la voluntad de un pueblo, arrinconándolo con hambre y represión. Chile muestra que ya no pueden. El sábado 17 y el domingo 18, se convirtieron en una puesta en escena para los medios de todo el mundo, donde pueblos suramericanos, desde el subsuelo de la Patria sublevada, exponían su mirada presente para definir las pautas del futuro a construir en el día a día.
En Argentina, sacudida por la pandemia en medio de enormes esfuerzos del gobierno nacional y la mayoría de los gobiernos provinciales, donde el gobierno evitó con la acción rápida de sumar recursos sanitarios ante la devastación que significó el gobierno del hijo de Franco, hoy hay esperanza. La población hace sacrificios, procura resolver sus carencias de todo tipo, en la idea de que hay con qué, cómo y por dónde salir de esta encerrona. El presidente Alberto Fernández realiza una acción internacional que define la pauta de un nuevo encuadramiento en la multipolaridad. En esta hora se trata de tener negociadores en todos los flancos, converger, acordar, marcar los caminos comunes, es una de las claves de la etapa. El país va a ser en el corto plazo, un espacio democrático y participativo, de enorme aporte a la crisis mundial. Cuenta con el liderazgo de Cristina Fernández de Kirchner, con la figura del Papa en el campo internacional, y el reconocimiento de líderes de la Unión Europea, China, Rusia, países de la región, más la unidad en construcción con México para crear la transformación americana.
El retorno de Bolivia
El fin de la dictadura en Bolivia, no es solo la recuperación de su importancia regional porque esto sucede en un instante crucial en la construcción americana para la multipolaridad. La elección sin Evo Morales pero con su peso, la irrupción de la fórmula Arce-Choquehuanca, es posible que le dé mayor fuerza a los movimientos gremiales y sociales, que esperaban un menor peso de la cúpula del MAS y una mayor diversidad en la afirmación de los liderazgos. Choquehuanca representa al imaginario profundo del pensamiento aymara y, curiosamente, se acerca mucho al pensamiento del Papa Francisco en cuanto a la necesidad del diálogo y la tolerancia para la gesta de un mundo más justo.
Las cortesanías, tan fuertes en países que, como Argentina y Bolivia y en la región, se ven cuestionadas por la necesidad de contar con herramientas adecuadas a los desafíos de la época. Hay que terminar con esa cultura colonial. La organización, tema principal para estos días, y que exige crear escuelas para darle fortaleza a su formulación, tiene que ser un eje que elimine las taras históricas de los funcionarios puestos por encima de la estatura de los pueblos. Y así, bajar sus fueros y subir los de los maestros, profesores, médicos, enfermeros, asistentes, fuerzas armadas y de seguridad, para trabajar la educación, la salud, la producción, la ciencia, la cultura y la defensa de nuestras amplias fronteras. Eso es descentralizar, que significa repartir responsabilidades, no sacarse los problemas de encima.
Se trata así, de que capital esté donde se encuentre el centro de la tensión nacional, no en la cortesanía presuntamente superior del puerto, los usureros y los blancos encubiertos, que se benefician con los mayores presupuestos e incluso con la narcoconstrucción de la evasión permanente. El protagonismo de las provincias es así, un capítulo decisivo de la transformación. No es posible sostener provincias de segunda ni republiquetas del privilegio con doble apellido.
Ese paso, precisa de una reformulación de la Constitución de Mitre y sus reformas. Los argentinos nos merecemos una Constitución que represente lo sucedido a partir de 1945 con piso en el siglo XXI. El discurso retrógrado de los alumnos de Martínez de Hoz en los medios, las fugas que apaña la justicia del toma y daca, tienen que ser declaradas fuera de juego por la ley, como ocurre en muchos países.
En cierto modo, este es el mensaje de dos hechos que en un solo fin de semana, parecen escribir la historia de varias décadas juntas. Expresan unidad regional, la convicción de los pueblos que desde la callada voz de los postergados yendo hacia el conjunto de la sociedad, exigen solidaridad, vocación de cambio y un sentimiento común que se sintió el sábado 17 y el domingo 18. Dos jornadas diferentes unidas en un fervor que no es posible apalear ni esconder. El próximo 27 de octubre, cuando se recuerden los 10 años de la partida de Néstor Kirchner y el triunfo electoral de Alberto Fernández, Cristina Fernández de Kirchner y el pueblo argentino, se reafirmará un camino que se construye cada amanecer.