Don Olimpio: la fusión perfecta entre folclore y calidad musical
El palacio de la luz, como se lo llama también a la Usina del Arte, es un edificio histórico de la Ciudad de Buenos Aires construido a principios del siglo pasado con el fin de que se instalara la compañía Italo Argentina de Electricidad. Pasado el tiempo, y luego de años de abandono, el lugar fue recuperado para la realización de eventos artísticos y pareciera que la luz y la energía siguieran trascendiendo el espacio. O al menos eso se vivió claramente anoche durante la presentación del disco “Mi fortuna” de la mano de Don Olimpio.
Por Alma Rodríguez
Esta reunión de ocho talentosos músicos en el escenario lleva la voz cantante de la potente Nadia Larcher. Oriunda de Aldalgalá, Catamarca, sorprende con su presencia y su inconfundible voz. Los músicos que componen el octeto son “gente muy preparada” (como suele decirse en el barrio) que logran como resultado la perfecta combinación de una estética musical exquisita con lo popular de su repertorio. Y ese constituye el gran logro por parte de la banda.
La voz de Nadia Larcher se luce junto a la presencia de Milagros Caliva en el bandoneón, Juan Pablo Di Leone en flautas, Federico Randazzo en el clarinete, Agustín Lumerman en la percusión, Juan Manuel Colombo en la guitarra, Diego Amerise en contrabajo y Andrés Pilar en el piano, arreglos y la dirección. Todos ellos son músicos con una formación sólida y, en su mayoría, vinculados a la labor docente con un gran compromiso social, artístico y musical. Y todo eso se nota a la hora de lucirse en el escenario.
Mi fortuna es el título de su segundo disco (el primero se llama Dueño no tengo y fue nominado a los Premios Carlos Gardel 2018 a mejor álbum nuevo artista de folclore) y recorre como un viajero casi todo el territorio latinoamericano desde una Violeta Parra y su “Maldigo”, un Tejada Gómez, pasando por un Carnota o una Leda Valladares en una singular mezcla de géneros y ritmos. El concierto de anoche contó, además, con temas como Vidala de la copla, Viditilla, Ay paloma, Adiós pueblito de Iruya, entre otros. Y es para destacar un segmento candombero dedicado al ritmo del Río de la Plata con la ejecución de una hermosa versión de “Mi canción” de Hugo Fatorusso.
Entre tema y tema, Larcher mencionó la importancia de la recuperación de un espacio como Tecnópolis ocurrido durante el día de ayer (Don Olimpio estará allí el 28 de febrero) e hizo alusión a la situación salarial de los docentes y a la lucha del agua en Aldalgalá, su pueblo.
Don Olimpio constituye una clara muestra de cómo la música popular no por ser popular es menor y no por ser folclore necesita de luces y parafernalias o de grandes festivales para lucirse. Más bien, la clave está en el profesionalismo, el talento, la seriedad y el compromiso con el que se aborda el trabajo, dejando de lado grandes egos y destacando como resultado lo colectivo antes que lo individual.
Fotos de Rocío Coelho
