Dolores, entre el futuro y la nostalgia

A veces nos aferramos al pasado por pura nostalgia, porque valoramos personas o situaciones que nos hicieron felices, pero que ya no están. Y está bien que recordemos esos momentos y que no seamos desagradecidos con quienes los hicieron posibles. El problema es si esa nostalgia nos impide ver que en el presente también podemos tener lo que el pasado ya no puede darnos. Esto pasa en la vida, con los afectos, pero también en la política. Y es ahí donde queremos apuntar.

Por Claudio Siniscalco

Tanto en Dolores, como en la provincia y el país, vivimos horas difíciles, llenas de mentiras, promesas incumplidas y decepciones. Momentos en los que queremos recuperar aquello que alguna vez tuvimos. ¿Será posible?

Se acercan las elecciones y la palabra “unidad” se puso de moda. Pero, ¿unidad para qué? Para ganarle al actual intendente, dicen algunos, porque su ciclo está agotado y porque ya no da respuestas a las necesidades de los habitantes de Dolores. Vivienda, agua potable, empleo, cosas que todos deberían tener, dicen. Y todos pensamos que eso es verdad, que debería ser así. Lo piensan los ciudadanos y lo piensan también los políticos.

¿Pero todos los dirigentes hacen lo necesario para que estas cosas se hagan realidad? Dicen que sí, pero parece que no. El intendente actual, seguro que no. Porque ya lo demostró durante muchos años. Es el único que ya demostró que no hará las cosas que los dolorenses necesitan, porque es el que está gobernando desde hace casi 12 años.

¿Pero puede haber otro intendente que lo haga? Claro, si los ciudadanos lo apoyan para que gane las elecciones. Hubo un intendente, hace mucho tiempo, que también tuvo tres mandatos (12 años) para hacer lo que los ciudadanos necesitaban. Hizo algunas cosas y otras no. Hablamos de Alfredo Meckievi, al que algunos recuerdan con afecto por las cosas que hizo bien. Pero todos saben (incluso quienes lo apoyan) que no volverá a ser intendente.

¿Y entonces? Hay otro candidato, Facundo Celasco, que tiene algunas diferencias importantes con los otros. Es joven (tiene 42 años) pero acumula mucha experiencia, por su trabajo como concejal y como presidente del Partido Justicialista de Dolores; es reconocido por propios y extraños por su capacidad y honestidad; trabaja desde hace años en proyectos para la ciudad, que puede ejecutar apenas asuma la Intendencia; habló con todos sus colegas para lograr la unidad; y nunca fue intendente, aunque los dolorenses le expresaron más de una vez su confianza y su apoyo.

¿Y qué fue lo que pasó? Le faltó un empujoncito, tal vez porque en algunos ciudadanos pesó más esa nostalgia de la que hablábamos al principio que la decisión de cambiar las cosas de una buena vez.

Así como las personas crecen y maduran, también lo hacen los pueblos, las ciudades, las comunidades. Y como resultado de ese crecimiento, de esa maduración, hacen cosas que antes no habían podido hacer, porque no estaban preparadas.

¿Estará preparada Dolores para elegir presente y futuro? Todo parece indicar que esta vez sí.