Dólares que contaminan: Nueva planta de celulosa en Uruguay anuncia otro desastre ambiental
El gobierno uruguayo de Tabaré Vázquez aumentará la contaminación de modo exponencial con la instalación de una nueva planta de celulosa en una región cercana al ya contaminado Río Negro, en la región centro del país.
Escribe Alejandro C. Tarruella
Se trata de la planta de la empresa finlandesa UPM, y el proyecto quedó confirmado el martes 23. Se estima su costo en unos 2.700 millones de dólares, que constituyen la más importante inversión que se hace en el país. Como se sabe, naciones como Finlandia tienen prohibido totalmente instalar ese tipo de plantas debido al alto grado de contaminación que producen. Tabaré Vázquez, en cambio, lo acepta. Tanto que el gobierno sostuvo que el hecho “refuerza la imagen internacional de Uruguay en cuanto a su seguridad jurídica, estabilidad institucional, seriedad, responsabilidad y confiabilidad, para la llegada de inversiones extranjeras”. No se menciona la contaminación.
El gobierno liberal de Vázquez cree que su economía al iniciarse las obras va a subir un 2,6%, cuando el crecimiento uruguayo no va más allá de un 0,6% según los economistas de siempre. Sin embargo, no se expuso abiertamente que parte de la negociación con UPM es secreta y el pueblo uruguayo no sabe de qué se trata. Vázquez no está dispuesto a hacerlo público. Mediante la explotación del eucaliptus, la empresa de celulosa finlandesa va a procesar nada menos que dos millones de toneladas de la especie en riesgo.
Si bien repondrá infraestructura, generalmente ya vieja, va a acompañar el proceso de exportación de materias primas que imponen las grandes potencias a países en desarrollo. Uruguay exporta maderas a China y procura aumentar esa economía dependiente hacia los nuevos actores del dominio mundial.
Se ha establecido en los acuerdos de Vázquez con los finlandeses que UPM va a financiar nuevas infraestructuras como la renovación y modernización del puerto de Montevideo, en donde el gobierno va a reinstalar una red ferroviaria destinada exclusivamente a apoyar los intereses de la firma para que lleguen a ese punto los productos producidos con destino a la exportación. No está previsto, como sucede en países como China –recuérdese la ruta de la seda y el desarrollo del ferrocarril como logística de bajo costo-, reinstalar ferrocarriles destinados a pasajeros.
No hay previsión de mejoras destinadas al pueblo. Todo se remite a fortalecer un esquema que favorece a intereses multinacionales lejanos a países en desarrollo
El gobierno uruguayo agita que la entrega de la producción de materia prima local a la UPM dará lugar a 6 mil nuevos empleos, y que en 2022 serán 4 mil directos y 6 mil indirectos. No se habla de salarios ni mejoras de carácter social para los trabajadores. Eso no está en los términos que procesa el oficialismo.
Destruir el ambiente
La instalación de la nueva planta de celulosa finlandesa a orillas del Río Negro tendrá como consecuencia una degradación aún mayor de la calidad de ese curso de agua, cosa que no es de notorio interés para los burócratas ni la cortesanía oficial del país. Sí, por supuesto, hay propaganda oficialista que ofrece presuntos paliativos. La planta anterior ubicada en Fray Bentos, frente a la ciudad argentina de Gualeguaychú, no mejoró la calidad de ningún curso de agua sino que degradó la naturaleza de la zona. La empresa contaminante es la misma UPM. Se supone que los finlandeses van a afectar al Río Negro y al sistema ribereño del Uruguay por sus enlaces.
Una marea verde constituida por cianobacterias que afectan a la población, en particular en cercanías del verano, ya ha producido el cierre urgente de playas a las que tenía acceso la población. Por supuesto, provocó problemas a la riqueza ictícola y en general al sistema de vida local. La fuerte ingesta de fósforo en las aguas es directamente producido por manos humanas debido al uso de agroquímicos sin pausa ni reglas, en la producción agrícola. Eso no genera mayor movilización en el plano del gobierno y sí, en cambio, en las áreas de propaganda oficial y privada.
«Hay que decir algo para no hacer nada», parece ser la consigna
Un catedrático uruguayo, Daniel Panario, especialista y doctorado en Tecnología Ambiental y Gestión del Agua, que da clases en la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República, afirmó que el país tiene ante sí un futuro “verde cianobacteria” inevitable y ancho en sus perspectivas ante la explotación salvaje. “El impacto más grande está en la forestación asociada al emprendimiento. La plantación de eucaliptus genera efectos irreversibles en los suelos, eso está estudiado mundialmente. Y eso le resta agua a las cuencas, los ríos pierden capacidad de dilución y de autoregeneración”, aseguró Panario ante “El País” de Madrid.
Sorprende a especialistas en todo el mundo, que ni Vázquez (a quien sus críticos han rebautizado Tamandaré Vázquez, en alusión a uno de los jefes brasileños del ataque histórico a Paysandú y la masacre del Paraguay), ni los funcionarios del gobierno se han hecho eco del desastre ambiental que se avecina. La contaminación de los ríos se une a la destrucción de los ambientes agrícolas que aumenta como las enormes ganancias de las multinacionales que la generan.
Es por eso que hoy el Rio Negro, donde UPM arrojará sus efluentes, ya sufre la contaminación en cifras muy superiores a lo establecido por las leyes y reglamentaciones que no se respetan. En ese sentido, hay una caída notoria de los niveles del Estado de Derecho en el Uruguay. Se cumple siempre y cuando no afecte los intereses de los poderosos; si afectan ese renglón, no se cumplen y el gobierno lo auspicia.
Si bien se anuncian mayores controles del uso de las aguas, es sabido que eso es parte de la propaganda, no de la realidad. A esta altura, Daniel Martínez, nominado por el Frente Amplio para suceder a Vázquez, reconoció que hay una falta de acción para resolver la problemática. Por lo visto, no hay voluntad para actuar y sí para amplificar el sometimiento.