
En 1926, la Argentina decidió incorporar el arma submarina a su Marina de Guerra, por gestiones del entonces Ministro de Marina, Almirante Manuel Domecq García, quien obtuvo las autorizaciones para comprar los primeros submarinos de nuestra historia.
Mediante la Ley 11.378, además de la compra se estableció la construcción de la infraestructura necesaria en las […]
En 1926, la Argentina decidió incorporar el arma submarina a su Marina de Guerra, por gestiones del entonces Ministro de Marina, Almirante Manuel Domecq García, quien obtuvo las autorizaciones para comprar los primeros submarinos de nuestra historia.
Mediante la Ley 11.378, además de la compra se estableció la construcción de la infraestructura necesaria en las tierras aledañas al puerto de la ciudad de Mar del Plata, el más apto por su proximidad a aguas profundas.
Esos primeros submarinos fueron el ARA “Santa Fe”, el ARA “Salta” y el ARA “Santiago del Estero”, denominados “tarantinos” por haber sido construidos desde el 15 de octubre de 1927 en el astillero Franco Tosti de Taranto, Italia.
Las tres unidades zarparon para Buenos Aires el 26 de enero de 1933 al mando del Capitán de Fragata Ramón A. Poch. Navegaron con tripulación argentina más de 7.000 millas, casi sin escalas, durante 40 días.
El 13 de abril, la escuadrilla ancló en boya 18 donde fue revistada por el Presidente Agustín P. Justo; el Ministro de Marina, Contralmirante Pedro Casal; y los Almirantes Manuel Domecq García e Ismael F. Galíndez quienes habían intervenido en el proyecto de adquisición de los submarinos y construcción de la base naval para su asiento.
Finalmente, los submarinos arribaron a la Base Naval Mar del Plata (BNMP) el 6 de junio del mismo año. No obstante, la BNMP completó sus funciones y actividades el 3 de septiembre de 1933 con el arribo del guardacostas ARA “General Belgrano” –incorporado como crucero acorazado en 1898–, buque madre de los submarinos antes mencionados. Por tal motivo, cada 3 de septiembre se conmemora el Día del Submarinista.
ARA Santa Fe.
A fines del año 1981 el capitán Bicain recibe el comando del mismo de parte del capitán Julio Eneas Grosso.
El Submarino Santa Fe ya estaba programado para ser desactivado del servicio y no tenía el mejor estado de mantenimiento. Igualmente el capitán Grosso, famoso en la fuerza naval por ser un hombre detallista y un exigente profesional, intentò mantenerlo activo hasta el último minuto. Junto al nuevo comandante Bicaìn, en enero de 1982 probaron de hacer una inmersión a pocas millas de Mar del Plata, y la misma no pudo realizarse por una falla en el timón de profundidad. Pocos días después por la enérgica intervención del capitán Grosso y del nuevo Comandante Bicain pudieron solucionar el tema de emergencia en los talleres de Mar del Plata. En definitiva, el Submarino Santa Fe, antiguo , a punto de ser pasado a inactivo, fue asignado para una Operación de Guerra.
El 30 de marzo de 1982 se incorpora a la Fuerza de Tareas 40, Grupo de Tareas 40.4 llevando a su bordo a parte de la fuerza de desembarco de la Operación Rosario. De él, partieron los buzos tácticos que posibilitaron el desembarco de las fuerzas argentinas que reconquistaron las Islas Malvinas.

Operaciones en la isla San Pedro
Luego de la recuperación de las Malvinas, el buque regresa a su apostadero, la Base Naval Mar del Plata. A su regreso, se le asigna una nueva misión para lo que es repostado de combustible y víveres que trasportará una fracción de infantes de marina hacia las Islas Georgias del Sur, con su armamento completo. El S-21 zarpa el 25 de abril de 1982. La navegación fue muy complicada ya un feroz temporal azotó al buque generándole daños en la vela. Si bien logra burlar al bloqueo británico, e ingresar a la isla de San Pedro, penetró en la caleta Capitán Vago[2] de la Bahía Guardia Nacional (Grytviken), desembarcando el personal y materiales.
Luego del desembarco, a las 05:50 horas (local) para regresar a la zona asignada para su patrulla, pero es detectado y atacado por un helicópteros Wessex, dos Wasp y dos Lynx de los buque HMS Endurance, HMS Antrim y HMS Plymouth que se encontraban en la zona de operaciones. Al viejo submarino le disparan con misiles AS-12, cargas de profundidad y con ametralladoras, que le ocasionan un herido grave y daños de consideración sobre la vela, que le imposibilitan sumergirse para poder regresar a su base.
El buque regresa a Grytviken, no sin antes ofrecer resistencia, con parte de su personal disparando a los helicópteros enemigos desde la vela, encabezados por el cabo Héctor O. Feldman. A las 07:30 amarra mientras desde tierra, los infantes de Marina del teniente Luis Lagos y su segundo, Guillermo Luna disparan contra los británicos lanzando, incluso, un misil. El submarino queda escorado a babor y con la popa sumergida. Ante la superioridad británica que contaba, en la zona, con mayor números de tropas, con apoyo aéreo y fuego naval, la guarnición argentina se rinde junto a los submarinistas.
El 27 de abril se intentó cambiar su posición con apoyo de un remolcador. Mientras se realizaba la maniobra el Suboficial Primero Félix O. Artuso cae, mortalmente herido, cuando un infante de marina británico le dispara indicando que había hecho movimientos que lo hicieron suponer que iba a maniobrar una válvula para provocar el hundimiento del buque.
Desaparición del ARA San Juan
El 15 de noviembre de 2017 desapareció en el mar argentino con 44 personas a bordo (43 hombres y una mujer).
La Armada Argentina perdió contacto con el submarino cuando se trasladaba desde Ushuaia hacia Mar del Plata, a la altura del golfo San Jorge, posiblemente a causa de su hundimiento como consecuencia de una implosión. Dieciocho países colaboraron en la operación de búsqueda y rescate (SAR), durante quince días, sin resultados.
Al año siguiente, el gobierno contrató a la empresa privada Ocean Infinity e inició una segunda búsqueda que concluyó al hallarse la nave el 17 de noviembre de 2018, muy cerca del punto de desaparición, a 907 metros de profundidad.





