El descendiente de Juanito Laguna
Por la lic. Alma Rodríguez. Docente de la UBA. Miembro del Colectivo LIJ. Especial para Infobaires 24
Juanito Laguna es un niño y es el personaje de gran parte de la obra del pintor argentino Antonio Berni; es el niño que vive en la pobreza de las grandes urbes latinoamericanas y representa de alguna manera a todos los niños que viven en situación de exclusión económica y social, que son invisibilizados e ignorados por las instituciones, por el estado y por el conjunto de la sociedad. Juanito es un chico pobre, no un pobre chico, puesto que la pobreza del personaje infantil se presenta como cualidad y no como condición.
La imagen de Juanito Laguna, rodeado de basura y hecha a partir de desechos, nos retrotrae a cierta idea de infancia: la obra de Berni permite reconocer un tipo de infancia presente en distintas épocas históricas en la sociedad argentina, dado que lo que aparece allí representado es un retrato de lo que podría llamarse “infancia popular”, un sujeto (doblemente sujeto: no sólo por su subjetividad sino porque está sujeto a los adultos que son quienes, de una u otra manera, lo convierten en objeto) que es invisibilizado. La figura de Juanito Laguna constituye un niño-símbolo, en palabras del propio Berni: “Yo a Juanito Laguna lo veo y lo siento como un arquetipo que es; arquetipo de una realidad argentina y latinoamericana; lo siento como una expresión de todos los Juanitos Laguna que existen (…) es un símbolo que yo agito para sacudir la conciencia de la gente.”
Esta semana la conciencia de muchos se vio sacudida por una imagen que recorrió mil lugares y se reprodujo una y otra vez hasta el cansancio: un niño de once años trasladado a punta de pistola, expuesto delante de las cámaras e interrogado de manera incisiva hasta lograr la adjudicación de varios delitos, entre ellos, un crimen.
El caso presenta un alto nivel de complejidad por varios motivos: no sólo por el hecho en sí y la forma en que fueron violados todos los derechos del niño, sino por la participación del poder ejecutivo ( en este caso, representado por el secretario de Seguridad del municipio de Lanús, Diego Kravetz) en complicidad con la producción del programa/show periodístico de Jorge Lanata.
Teniendo en cuenta la coyuntura en relación al momento político porque el que atraviesa nuestro país, y en particular la provincia de Buenos Aires, en la que las encuestas muestran como favorable y altamente probable el triunfo de Cristina Fernández de Kirchner como senadora, es más que claro que esta puesta en escena y clara violación a los derechos humanos no representa más que una estrategia de un multimedio hegemónico que carece de escrúpulos y que está decidido a sostener como sea, con garras y dientes, la continuación del modelo ultraliberal de la alianza Cambiemos con el fin de reforzar, entre otras cuestiones, el discurso y la postura en relación a un estado represor listo siempre para aplicar mano dura y que tanto simpatiza al votante macrista.
Consultada acerca de la complejidad de este caso, la precandidata a concejal de Lanús por Unidad ciudadana, ex diputada provincial con mandato cumplido, autora de la Ley del abogado del niño y quien trabaja especialmente con temáticas vinculadas a los derechos de infancia, Natalia Gradaschi, sostiene que “la difusión de la nota en el programa de Jorge Lanata, y luego repetida hasta el cansancio en distintos medios audiovisuales y escritos, se enmarca en una estrategia general para reforzar la postura punitiva que intentan hace muchos años y que venía perdiendo el debate, acerca de bajar los límites de responsabilidad penal de niños, niñas y adolescentes aún por debajo de los límites establecidos en las leyes vigentes (leyes nacionales 22278 y 22803). Hoy yo creo que encuentran un marco político favorable desde el discurso oficial y por eso también vuelven a avanzar muy fuerte sobre esta idea. Este reportaje por supuesto que traspasa cualquier límite ético y moral y ni siquiera cumple con los standares mínimos para cualquier cobertura mediática que involucra a niños, niñas y adolescentes. El mensaje del niño, que adultos sin escrúpulos manipulan en esta nota, es muy claro.”
Casi en simultáneo a estas imágenes también circuló por las redes la imagen de Antonia cocinando un budín de mandarina, al amparo de la calefacción y desconociendo, entre otras muchas cosas, la ola polar que recorría el país y el aumento de gente durmiendo en la calle. Otra imagen de infancia, tan blanca y tan pura como se dijo alguna vez por ahí.
De la misma manera que Juanito (con diminutivo y todo), el Polaquito representa un niño pero representa a la vez a todos esos niños vulnerabilizados y estigmatizados que no están siendo escolarizados porque “no pinta”. Y ahí también hay un estado ausente.
En relación a esto dice Gradaschi: “En una parte de la nota, le preguntan si va a la escuela. Dice que no. Le preguntan si iría y él dice: “Si pinta, voy a la escuela.” El problema es que ahí nadie se pregunta por qué no pinta y por qué hay un estado ausente que lo excluye, lo estigmatiza y que no hace que pinte que vuelva a la escuela. Respecto a esto en nuestra provincia tenemos vigente la ley 13298 que es la ley de promoción y protección de derechos de niños, niñas y adolescentes y que otorga partidas presupuestarias, crea dispositivos centrales y dispositivos descentralizados en cada uno de los municipios y en cada uno de los barrios desde los municipios para que un estado presente, responsable de garantizar derechos lleve adelante estrategias para protegerlos y para restituirlos en el caso de que los derechos sean vulnerados. Nadie se pregunta en esta nota cuál fue la tarea que llevó adelante el servicio local que sería el dispositivo que tenía que estar presente en el barrio del niño que sale en la nota, y cómo trabajó el servicio local con él, con su familia, con las organizaciones del barrio.
Y agrega: “Sucede que tanto en el municipio de Lanús con el intendente Grindetti como desde la provincia de Buenos Aires con la gobernadora Vidal, en este año y medio casi dos años, se fueron desfinanciando brutalmente y vaciando de contenido todos los dispositivos y los programas que existen en la ley y que apuntan a proteger, promover y restituir derechos de niños y adolescentes. Dispositivos que vaciaron de contenido y que desfinanciaron brutalmente para que no tengan forma de existir así como los que promueven y protegen a niños, niñas y adolescentes la mayoría de los programas y los institutos de las diferentes leyes que venían a proteger, a promover, restituir derechos de diferentes sectores de la población en general fueron vaciados y desfinanciados de la misma manera.”
Y agrega: “No es entonces esto ni obra de la casualidad ni impericia de los funcionarios que gestionan sino que es parte de un proyecto más general que en el caso de la niñez y la adolescencia a lo que apunta es a construir un sentido común constituyendo a los niños, niñas y adolescentes de los sectores populares como un otro al que hay que temerle, un enemigo que hay que excluir de la sociedad para que la sociedad esté, entre comillas, “a salvo”. Para construir ese otro no tienen ningún reparo ni en apretar, ni en intimidar como fue en el caso de este niño ni en pasar las barreras de lo legal como fue en el caso de este niño, barreras de lo legal que traspasaron los mismos funcionarios del municipio de Lanús y los mismos policías que llevaron a este nene a hacer la nota, que son quienes tendrían que en realidad proteger, restituir, incluir.”
En La causa de los niños dice Franciose Dolto: “El destino reservado a los niños depende de la actitud de los adultos. La causa de los niños no será defendida con seriedad mientras no se diagnostique el rechazo inconsciente que induce a toda sociedad a no querer tratar al niño como persona, desde que nace, y frente al cual cada uno se comporta como le gustaría que se comportaran con él.”
Un estado ausente o que está presente de la peor manera para amedrentar, reprimir, violar derechos junto la complicidad de los medios hegemónicos como estrategia política dejan otra vez al descubierto la desprotección de aquellos que son considerados más vulnerables. El Polaquito es un caso entre miles de pibes que dejan de ser sujeto de derecho para pasar a ser objeto y moneda de cambio del Estado actual y de los medios, quienes, una vez más disputan sus desechos a cambio de votos.