De Videla a Macri: de dónde viene el desastre y qué construimos hoy en la Argentina
La oposición macrista, la más incisiva, es una proyección de la política destructiva de la dictadura militar en sus momentos de mayor agresividad. ¿Cuáles eran los principales argumentos de Videla y sus secuaces? La subversión y la corrupción. El macrismo en su expresión más violenta no habla de subversión, va directamente a la corrupción y, al igual que aquellos personeros de uniforme, transforma la mentira, la invención de causas falsas, para denostar y encarcelar a quienes precisa sacar del juego y hacerlos actores de su puesta en escena.
Escribe Alejandro C. Tarruella
El 30 de marzo de 1976, Videla decía que “Nunca fue tan grande el desorden en el funcionamiento del Estado, conducido con ineficiencia en un marco de generalizada corrupción administrativa…”. Cuando se decía nunca más, Videla regresó en Macri de modo parcial.
El 21 de agosto de 2018 en Dolores, como un alumno de Videla, Macri exclamaba: «Decidimos nunca más seguir permitiendo que una sociedad se base sobre la viveza criolla, el atajo, la mentira, la corrupción. Eso, nunca más en la historia de los argentinos, nunca más». En esta semana, la revista “Forbes” ubica a Macri como dueño de una de las 20 mayores fortunas personales de nuestro país. Cuando llegó al gobierno ni figuraba. Ahora que se fue, navegando en uno de los gobiernos más corruptos de la historia argentina, pasa a figuras en los rankings de los hombres más voraces del planeta.
El ex presidente Lula comparaba por estos días todo esto a lo que sucede en el Brasil. “Lo que Bolsonaro está haciendo acá con la economía se parece mucho a lo que Macri hizo en Argentina. Llegan diciendo que van a solucionar y acaban creando más problemas”, decía. “El pueblo brasileño es un pueblo modelo. Era un pueblo feliz, que tenía esperanza, era alegre… Lamento mucho que Brasil, que vivió un momento excepcional en el gobierno del Partido de los Trabajadores (PT), tenga ahora un gobierno neofascista con una política neoliberal. Nos recuerdan tristemente a las políticas que Hitler practicaba en Alemania y Mussolini en Italia”. Nazismo y fascismo no son ajenos al neoliberalismo en su esencia.
Lula lleva las cosas a señalar que con las políticas de estos años, fuimos de Videla a Hitler. Y no es casual porque el sistema de comunicación de la depredación de los bienes de los países y los pueblos, no hace sino reiterar y profundizar usos y costumbres de los tiranos más crueles de la historia cuya metodología adoptó el neoliberalismo para llegar al extremo que, entre nosotros, representa a la gestión de Mauricio Macri.
Con las cifras de Forbes y los dichos de Lula, se va a comenzar a comprender el grado de las heridas que dejó en el Argentina de estos días. Sus dirigentes corporativos más violentos, montados en cargos políticos, son ahora los responsables de la resistencia a las normativas que proponen los médicos y científicos que trabajan junto al gobierno en la lucha contra la pandemia.
Las heridas del sistema
Para conformar ese sistema hubo que unir los intereses de las grandes potencias, las corporaciones que lograron que Argentina quebrara su camino independiente y soberano para sumarlo a ser un país exportador de divisas. La flexibilidad de las leyes financieras de Martínez de Hoz, la evasión fiscal, el traslado de las deudas corporativas al Estado (al final de la dictadura en los primeros años de la década de los ochenta), más la persecución, desaparición y la muerte de miles de personas sostuvieron el enriquecimiento de los Macri y sus secuaces. Cuando Macri alcanzó la presidencia en 2015, no hizo sino repetir la naturaleza de su espíritu depredador.
Hoy le toca al gobierno de Alberto Fernández continuar el camino de Néstor y Cristina Kirchner, asumiendo la etapa en que es posible recuperar el camino de la reconstrucción
Sucede en un mundo que padece la pandemia del covid-19 pero también, observa el hecho inédito que protagoniza la Unión Europea. Cuando no lo hacían prever los medios de las corporaciones y la información deformada que difunden, la UE sale al ruedo con un aporte de 750 mil millones de euros para la reconstrucción del continente.
Si Macri tomó casi 50 mil millones de dólares del FMI para ingresar a la lista Forbes, y nada de eso quedó para el país, está en claro que no se trata solo de concertar con sus socios el presente argentino. En el ranking Forbes de los evasores y fugadores de divisas argentinos, los más ricos suman, al 31 de mayo, una riqueza de 46.440 millones de dólares. Macri posee 540 millones y ocupa el puesto 20. Por su parte, Marcos Galperín tuvo un crecimiento patrimonial en el año de un 68 por ciento, ganancias desmedidas que explican un sistema de injusticias y poder jurídico político sólido que niega derechos del conjunto de la ciudadanía. Ahí es donde debe actuar el Estado de Derecho para cambiar las reglas de juego.
Eso explica, además, porque en Argentina casi no hay oposición, hay obstrucción corporativa, la quinta columna que pretende consolidar el despojo y resguardar el régimen que se expresa hoy en la simbolización de la deuda externa que no fue responsabilidad del pueblo afectado por ella.
El gobierno tiene hoy una oportunidad histórica y va en ese camino, asistido en parte por los cambios que se avizoran en el mundo
Lo sucedido en la UE parece ser una señal. Da toda la impresión de que en el corto plazo habrá un nuevo marco en las divisas donde la principal potencia va a compartir el intercambio mundial donde operaran varias monedas. En ese marco, es posible de ahondar el espíritu solidario que plantea el Papa y dar resguardo en términos de derechos a las necesidades y el rol de los trabajadores y los pueblos.
Si donde hay una necesidad hay un derecho, hay que erigir un Estado de Derecho que reestructure los roles sociales, apuntale la regionalización de las políticas nacionales, su continentalización. El ejemplo de la UE, que intentó con otros líderes Néstor Kirchner con el Unasur y el Mercosur, será así una meta y superado el drama universal de la pandemia, la esperanza renacerá como un bien de todos y cada uno.
Hoy la esperanza es más pequeña, se siente en la palma de la mano de cada ser humano, de cada colectivo que trabaja en común y hace de cada día un instante mejor en medio del dolor y la asistencia. Hay que tener en claro cuáles son los antecedentes del desastre, y saber que la solidaridad y la claridad de objetivos, exige ir sin pausas hacia el reencuentro de la justicia que merecen los pueblos.