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De aquellas luchas a estas realidades

El despliegue de la política de Memoria, Verdad y Justicia durante los últimos 12 años nos ha permitido elaborar una mirada integral de la denominada “Noche de los Lápices”: bucear en sus complejidades y deconstruir las falsas premisas y discursos dominantes que se montaron para evadir las verdaderas razones de lo que fue un crimen político colectivo y planificado. El análisis por Guido “Kibo” Carlotto

La noche del 16 de septiembre se inició un operativo conjunto de efectivos policiales y del Batallón 601 de Ejército para capturar a nueve jóvenes que tenían entre 16 y 18 años, que un año antes habían participado de la movilización que había conseguido la implementación del Boleto Estudiantil Secundario (BES).

Pero la verdadera razón del criminal operativo fue exterminar a los «integrantes de un potencial semillero subversivo», como consta en un documento de inteligencia hallado en dependencias de la policía bonaerense. Al mismo tiempo, esta acción buscaba disciplinar a toda la sociedad y en especial a los jóvenes.

La dictadura cívico militar buscó exterminar todas las resistencias (políticas, intelectuales, culturales) para instaurar un régimen económico funcional a intereses concentrados, locales y foráneos, de corte neoliberal; por eso arreció en los nodos sociales donde fluían convicciones ligadas a la justicia social, la equidad y la soberanía nacional: trabajadores, dirigentes políticos y sindicales, militantes sociales y la juventud.

La dictadura y su perpetuación en gobiernos democráticos a través de la continuidad del mismo plan económico-social, hundió al país en una profunda crisis y alejó a los jóvenes de la participación y el involucramiento con causas colectivas. La política fue vaciada, estigmatizada y dejó de ser un buen lugar para la juventud. Los sistemas de representación colectiva fueron erosionados en su legitimidad y volumen.

Pero el 25 de mayo de 2003 se abrió un nuevo ciclo histórico que nos ofrece una actualidad diametralmente opuesta: de un Estado genocida, a este que ubica a la juventud en el centro de su acción como sujeto de pleno derecho, alentando su participación e involucramiento; empoderándola con políticas públicas y herramientas como el PROGRESAR y el Conectar Igualdad, la posibilidad del voto desde los 16 años, el boleto educativo gratuito en la Provincia, y también la AUH, la creación de nuevas escuelas y universidades (sobre todo en territorios que habían sido arrasados por las políticas neoliberales), la inversión en Ciencia y Tecnología, la repatriación de científicos.

Las demandas, necesidades y banderas que movilizaron a los jóvenes de «La Noche de los Lápices» hoy son políticas de Estado.

Se trata de apuntalar el presente y proyectar un futuro regado de posibilidades para la inserción y desarrollo de los argentinos, y especialmente de los jóvenes, en clave de derechos. Ese era el concepto constitutivo que comprometió a aquellos chicos.

Las demandas, necesidades y banderas que movilizaron a los jóvenes de «La Noche de los Lápices» hoy son políticas de Estado. El recorrido histórico que lo ha permitido está inscripto en una opción política que encuentra en la justicia social, la equidad, los derechos humanos y el desarrollo su faro guía.

Guido “Kibo” Carlotto, secretario de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires.

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