Daniela Bambill: Trabajar en la reconstrucción sin excusas
“Pero yo hago aquí de padre eterno, bendigo ‘urbi et orbi’. ¿Por qué? Porque mi misión es esa. La misión mía es la de aglutinar al mayor número posible. Porque la política tiene esa técnica: acumular la mayor cantidad de gente proclive o pensante, hacia los objetivos que se persiguen. Todo el que piensa o sienta así debe estar.”
Juan Perón
Hemos venido transitando un camino de desencuentros dentro del Movimiento Nacional. La tan mentada y ansiada unidad pareciera ser una utopía que se corre a cada paso de los hombres y mujeres que bregamos por ella.
La dirigencia de cada sector del Movimiento cotidianamente escinde el discurso de los hechos, lo que dice de lo que hace. Cuando se observa el mapa político se hace evidente que la lucha es por la hegemonía de un Frente más que por la construcción de un Frente.
Es razonable que en el seno de una formación política se dispute alcanzar la hegemonía, la conducción de la misma. Ahora bien, la pelea por la hegemonía, por la conducción, es claramente una torpeza cuando el Frente no está construído y, mucho menos, consolidado. En realidad, el centro de la lucha política, hoy, es la construcción de una unidad capaz de enfrentar, detener o, por lo menos, dificultar la acción disolvente del gobierno macrista.
Las derrotas electorales que hemos sufrido no son una casualidad ni un sino trágico que nos atraviesa. Cada paso hacia atrás en la conquista de derechos tiene anclaje en errores propios, además de las consabidas razones expresadas como mantra exorcizante de responsabilidades. Pero continuamos dando excusas para dilatar el debate que nos debemos los peronistas de todo el país.
En los 207 años de historia que acumulamos construyendo la Nación, han sido los gobiernos de raigambre peronista los únicos que han logrado equilibrar intereses que beneficien a la mayoría del Pueblo. Sin embargo, la fuerza brutal de la oligarquía, vestida según las circunstancias históricas, ha truncado sistemáticamente la posibilidad de consolidación de estos proyectos.
El presente nos encuentra dispersos y en un constante devenir de acusaciones y pretensiones de verdades absolutas. La tarea de acercar posiciones pareciera encontrarse con escollos insalvables cotidianamente. Hay un sector de la dirigencia que todavía no ha comprendido la profundidad de la derrota y es lamentable la abulia con la que se encara cualquier iniciativa de unidad.
El presente nos encuentra dispersos y en un constante devenir de acusaciones y pretensiones de verdades absolutas. La tarea de acercar posiciones pareciera encontrarse con escollos insalvables cotidianamente
Los discursos, lanzados con consignas rimbombantes y lógica binaria, sólo consiguen sembrar, poco a poco, apatía en una militancia que supo ser fervorosa y constante. Hay ausencia de proyectos y propuestas. Pareciera que el pensamiento mágico ha desplazado el análisis, imprescindible para la elaboración de estrategias claras.
Sin embargo, a lo largo y ancho del país surgen posiciones y esfuerzos. Lejos de la agenda mediática impuesta para “consagrar dirigentes” desde arriba, lejos de la rosca metropolitana que no tiene más objetivos que consolidar pequeños espacios de poder, lejos de los vedetismo vetustos y en sepia, aparecen voluntades dirigenciales que demuestran una férrea voluntad de reconstrucción del Movimiento Nacional, Popular y Democrático que tuvo su apogeo durante la conducción de Néstor Kirchner. Es necesario puntualizar aquí, que fue la capacidad de compatibilizar intereses diversos y tejer las alianzas necesarias, lo que permitió llevar adelante el Proyecto de país que dignificó a la Argentina, interna y externamente.
Volver a las fuentes, recurrir a la POLÍTICA como herramienta fundamental del entramado que contiene a todos los sectores, despojarse de las cucardas oxidadas y sentarse en mesas de trabajo que recojan el interés y la voluntad de las bases militantes, comprender que el Movimiento Obrero Organizado, independientemente de las cúpulas coyunturales, ha sido la columna vertebral de nuestro Proyecto, respetar los tiempos de los Movimientos Sociales que son acuciantes porque representan legítimamente el barro profundo de la Patria olvidada, convocar a todos y todas a un sueño plausible de ser concretado, todo ello sería, en síntesis, la tarea que impone la hora.
Es hora de responsabilidad y entrega. La reconstrucción de un espacio político que vuelva a representar los intereses de la mayoría es lo que debe guiar el presente y el inmediato futuro.
No hay UNIDAD posible sin estrategia de inclusión y respeto, sin altruismo, sin soslayar mezquindades. El pueblo de a pie tiene tiempos que la política no ha sabido leer. Es hora de responsabilidad y entrega. La reconstrucción de un espacio político que vuelva a representar los intereses de la mayoría es lo que debe guiar el presente y el inmediato futuro.
Como nunca en 207 años están claras las caras del poder fáctico en el país, ponerse la piel del pueblo es el primer paso. Lo demás surgirá naturalmente.