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Daniel Scioli frente al mensaje de las urnas

Por Alberto Lettieri, Historiador

Las urnas dieron su mensaje. Brutal y contundente. Dejaron en claro que la mayoría de la sociedad decidió manifestar su oposición a una forma de hacer política. Que prefería a aquel Daniel Scioli auténtico, que significaba un viento de cambio con continuidad, al personaje que le tocó representar como candidato oficial, con su convocatoria amplia e inclusiva desmentida en cada intervención de las autoridades nacionales.

Naturalmente, los intereses no son coincidentes. Mientras el Gobierno Nacional tiene en su mira llegar a la finalización de su mandato con autoridad plena y una economía a flote, Daniel Scioli debe apostar al período que se abre el 10 de diciembre. Esa diacronía afectó el discurso del candidato, sin causar mella alguna en la lógica severa de la retórica oficial.

¿Cambió Daniel Scioli por imperio de la coyuntura? En absoluto. Siguió siendo el mismo de siempre, con su fenomenal disposición a cumplir los compromisos contraídos más allá de lo aconsejable. Aun a pesar de ponerlo en situación de ser identificado por las mayorías, poco entrenadas en la lectura de los gestos y señales políticas, justamente con quienes profesan una convicción y una actitud políticas que no son las propias.

Anoche, mientras muchos saboreaban el polvo de una victoria por estrechísimo margen en el Luna Park, otr@s celebraban la victoria de sus candidaturas al Parlasur, con una alegría rayana en la inmoralidad.

Las diferencias saltan a la vista: Anoche, mientras muchos saboreaban el polvo de una victoria por estrechísimo margen en el Luna Park, otr@s celebraban la victoria de sus candidaturas al Parlasur, con una alegría rayana en la inmoralidad. Eran l@s mism@s que cerraron su campaña en el Luna Park el miércoles pasado, prolijamente ausentes en el cierre de Daniel Scioli, un día después.

Daniel Scioli se ocupó de definir su programa, firmar compromisos, anunciar a sus ministros. Todas señales muy claras al interior del espacio y del universo de la política. Señales, sin embargo –y con el diario del día después, que a tod@s nos convierte en sabi@s–, evidentemente insuficientes para las mayorías, que se quedaron con la imagen de Daniel Scioli como candidato del Gobierno Nacional, más allá de la evidente irrealidad de este jucio.

Justamente él, que debió soportar incontables sanciones y reprobaciones como castigo a su negativa a renunciar a sus propios criterios y sumarse a la obediencia requerida. Justamente él, que se manifestó siempre dispuesto a la competencia interna, pera terminar preso de las decisiones gubernativas de evitar las PASO y de favorecer la victoria de la fórmula bonaerense de Anibal y Sabbatella y la derrota de varios barones del conurbano. Decisiones que, a la postre, provocaron los resultados de ayer. Sin dudas, las desmentidas de Áxel y de Aníbal silenciaron las cautas definiciones de Juan Manuel Urtubey  y de Maurice Clos. Y este es sólo un ejemplo al pasar.

Es ahora el momento en el que Daniel Scioli debe sacar a relucir su dimensión de estadista, demostrándole a toda la sociedad su autonomía, su capacidad de conducir a la Argentina a una etapa de desarrollo y consolidación económica, política y social.

Las urnas fueron claras. En lo que quieren, en lo que no quieren y en lo que las mayorías están dispuestas a resignar para evitar la continuidad de lo que censuran.  Premiaron a Daniel Scioli con una victoria por 2,5 % de los votos, que sabe a poco ante los 8 puntos de las PASO. Más de 9 millones de compatriotas le dijeron que sí, y muchos más estarían dispuestos a acompañarlo si Daniel vuelve a ser el Daniel que nunca dejó de ser. Pero esto debe quedar claramente explicitado a los ojos de todos. Sin medias tintas y con señales muy claras. Digámoslo claramente: UN DANIEL SCIOLI PERONISTA. Peronista de Perón. Con vocación movimientista y frentista, dispuesto a convocar claramente a tod@s l@s que estén incluid@s en el campo nacional y popular: radicales, socialistas, partidos provinciales y vecinalistas, sin aceptar condicionamientos ni desmentidas de nadie.

Es ahora el momento en el que Daniel Scioli debe sacar a relucir su dimensión de estadista, demostrándole a toda la sociedad su autonomía, su capacidad de conducir a la Argentina a una etapa de desarrollo y consolidación económica, política y social. Sin concesiones: de buenas intenciones esta plagado el camino del infierno. Daniel Scioli tiene esas cualidades. De su capacidad para transmitirlo al conjunto de la sociedad dependerá el futuro de l@s argentin@s.

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