Bernardo Borenholtz
Hace unos días Grabois se pronunció públicamente a través de twitter y otros medios que lo replicaron sosteniendo que “como argentino no quiere escuchar a ningún ministro de un reino europeo insultar al Presidente consuma sustancias o no» y ” no quiero escuchar a ningún ministro de un reino europeo y antigua potencia colonial insultando al presidente constitucional argentino».
Antes de ingresar en el análisis circunstanciado de las defensas manifestadas, vale la pena destacar que hasta hoy partíamos de aquello que podía considerarse, con serios fundamentos, que ambos fueron y eran acérrimos opositores o no amigos – por no decir enemigos- políticos de Milei.
Pero, resulta ahora, que a esta suposición o convencimiento Máximo la ha derribado al agregar a su repudio que no comparte “nada o casi nada” https://www.lanacion.com.ar/politica/maximo-kirchner-sobre-milei-y-los-roces-con-espana-entiendo-que-este-molesto-con-sanchez-nid27052024/ con el personaje que gobierna la Argentina.
O sea, que hay cuestiones o políticas que comparte con Milei y que hasta este momento las tenía guardadas o silenciadas, lo cual sigue en dicho estado, ya que lo hecho público no es más que el título.
Partiendo de lo que era y ya no es, y, yendo al tema de las defensas de la persona a cargo del Poder Ejecutivo en el asunto ya apuntado observo en ambos un déficit lingüístico en lo referido a lo político vinculado con lo diplomático -observación que no pasa por lo académico- en cuanto enfatizaron su posición más en la persona que en el cargo, o, en la investidura que se connota con aquél. Si bien Máximo se remitió al “presidente”, hubiera sido importante remarcarlo, enfatizarlo, conceptualmente para que se entendiera acabadamente por todos.
Al ser un enfrentamiento entre presidentes o ministros de un país con otro, como lo son en este caso Argentina y España, necesariamente el abordaje de cualquiera que se proponga intervenir para lo que sea debiera tener en consideración algunas reglas de la diplomacia y la jurícidad.
Además de este aspecto destacable para el que escribe esta nota, ambos con sus declaraciones focalizadas en el sujeto de por sí repudiable con justa razón, como lo es la persona titular del PEN, y no en el cargo -repito-, al mismo tiempo provocan un debilitamiento, o adormecimiento como lo señalaría Zaffaroni, o anomia -por mi parte- de la unidad ideológica del campo nacional y popular; y, en el caso de Máximo superlativamente.
Agrego a mi crítica que considero para el caso concreto un inadecuado argumento sacar a relucir categorías como colonia e imperio. Algo parecido hizo Bolsonaro en su enfrentamiento con Macrón y la Junta Militar con Galtieri a la cabeza respecto a los ingleses en el conflicto de Malvinas.
*Autor: Bernardo Borenholtz, 27/05/24
