Cuándo y por qué me hice peronista
Me hice peronista el día en que me di cuenta a los 15 años que la vida de mis abuelas había mejorado cuando le dieron la moratoria previsional y comenzaron a tener su propia jubilación. Esa política de Estado creía que era un derecho innato hasta que despertó la conciencia de mi clase y supe que en realidad fue un impulso político de un gobierno peronista. Su felicidad fue el motivo.
Mis dos abuelas fueron estafadas: una de ellas trabajó en relación de dependencia como secretaria para un médico que nunca le hizo los aportes. Mi otra abuela fue ama de casa, crió a sus hijos y realizó labores en un campo, donde nunca le pagaron. Por primera vez una de ellas tenía dinero propio y otra tuvo la justicia que su empleador le había quitado.
La moratoria fue un hecho de justicia social, pero también una forma de impulsar el desarrollo interno: mis abuelas gastaban todos sus ingresos en comida, regalos, gustos, en dignidad. Ante todo, la moratoria fue una decisión feminista, porque la mayoría de las beneficiarias fueron mujeres.
Este golpe de reconocimiento del peronismo me hizo dar cuenta de otros beneficios que tuve por las políticas del peronismo. En los inicios de los 2000, no teníamos auto, ni vacaciones, mis hermanos fueron a estudiar a pensiones municipales o baratas. Años más tarde tuvimos auto, vacaciones, asado los fines de semana y yo pude ir a estudiar a un departamento que me alquilaron mis padres. Mis hermanos no sé si tuvieron en cuenta el impacto que tuvieron las políticas de Estado en nuestra vida personal, yo sí.
A las mejoras personales la acompañaron las felicidades ajenas. Las trans con su documento y su felicidad colorida, el castigo a los que desaparecieron y mataron, mis amigos que hicieron cine con los créditos del INCAA, la Asignación por Universal por Hijo, el tren de pasajeros que volvió a llegar a mi pueblo, las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo con su serena alegría, el seguro de desempleo que recibí cuando me echaron, las becas para los estudiantes, mi hermana que se compró su caso con el Procrear y el enfrentamiento a los verdaderos estafadores de la patria.
Este 17 de octubre, aquellas imágenes vuelan en carrusell por mi memoria y recuerdo a mis abuelas que ya no están. Las recuerdo con la certeza de que su vida mejoró y de que el peronismo para ellas llegó tarde, pero llegó.