Crónica de una miseria anunciada
Hace apenas unas horas, entre gallos y media noche, como suele decirse y como literalmente ocurrió luego de un extenso debate, se dio por aprobado el Presupuesto para el año 2019, que prevé un recorte del 20% en asistencia social, un 23% en educación y cultura, un 48% en vivienda, un 8 % en salud, un 17 % en ciencia y técnica, un dólar promedio a 40,10, una importante caída del consumo (sumada a la que ya viene dándose) y un aumento de la inflación del 23% al final del año próximo, todas cifras que se traducen en más recesión, más falta de trabajo, más hambre y, en definitiva, más miseria planificada.
Escribe Alma Rodríguez
Mucho es lo que podría decirse al respecto y gran parte de lo ocurrido pudo haberse adivinado sin riesgo a perder ninguna apuesta. Según consta en el diccionario, “vaticinar” significa “anunciar un hecho futuro por una simple intuición o a partir de indicios”, con lo cual lo del jueves pudo haberse vaticinado una y mil veces.
En principio, a primeras horas de la mañana, la Plaza de los dos Congresos amaneció vallada, rodeada de escombros que parecieron haber salido mágicamente de algún lugar como si alguien encargado de armar una escenografía los hubiera acarreado especialmente para la ocasión. Estaba prevista una gran movilización de cientos y miles de manifestantes que llegarían hasta allí para pronunciarse en contra de esta votación perjudicial a los intereses de todo el pueblo y que termina de hundir a la clase trabajadora.
Al inicio del debate, las primeras columnas comenzaron a acercarse hasta colmar la Plaza y pudo verse una multitud que llegaba hasta Avenida de Mayo. En ese momento, la policía dio comienzo a su acto inaugural represivo con la ayuda de gases y camiones hidrantes. Entre los veintisiete detenidos se encontraban Nacho Levy, Gonzalo Zamudio, Francisco Pandolfi y Lucas Zunino, integrantes de La Poderosa. El blanco de persecución parece reiterarse una y otra vez. Todo esto ya se sabía desde el momento en que un gran despliegue policial y de (in)seguridad apareció como parte esencial dentro del escenario externo del debate.
¿Por qué, durante 2015, la clase media votó en contra de sus intereses?
Hay otra cuestión no menor y que también pudo vaticinarse: el sentido común indicaría que uno no se sube a un medio de transporte, por ejemplo a un avión, si éste está manejado por alguien que no sabe o alguien que no está apto o no se halla en condiciones para conducirlo, sabiendo que eso implicaría directamente la muerte. Sería un acto suicida decidir tomar ese vuelo. Y aquí muchos son los interrogantes que surgen: ¿por qué al momento de votar a sus representantes una parte de la clase trabajadora eligió a quienes no la representarían casi como un acto suicida? ¿Por qué, durante 2015, la clase media votó en contra de sus intereses? ¿Por qué los representantes siguen votando en contra de los intereses de la mayoría? También podríamos vaticinar algunas respuestas, casi todas vinculadas a antipatriotismos, vendepatrismos, favoritismos, individualismos y otros “ismos” que en nada benefician a la mayoría de los argentinos.
A la vista de lo acontecido, y teniendo en cuenta los intereses por los que se mueven los mecanismos de representación, el resultado de la votación también pudo vaticinarse: puertas adentro del recinto, un sinfín de traiciones y complicidades dieron como resultado final la aprobación del presupuesto a favor del hambre y la desocupación, en contra del pueblo y de la clase trabajadora. En definitiva, todo se pudo vaticinar porque ya sabemos que este modelo económico y social sólo puede llevarse a cabo con traiciones puertas adentro y represión por parte del Estado puertas afuera.