Crónica de un aislamiento: a Milagro Sala buscan quebrarle el espíritu
16 de enero de 2016. Fue la fecha que marcó un antes y un después en materia de derechos humanos. Fue el momento que marcó un quiebre en lo que respecta a libertad de elección de ideas e ideales políticos. Ese día, en el que la Justicia jujeña decidió detener a Milagro Sala de forma arbitraria, Argentina volvió a ser un país con presos políticos.
Pasaron más de dos años de ese instante y la situación continúa de igual o peor manera: la líder de la Túpac Amaru está privada de su libertad y confinada a un asilamiento sin precedentes. De aquel enero a este agosto, como dice el presidente Mauricio Macri, pasaron cosas.
La falta de reconocimiento de derechos por parte de la Justicia gobernada por Gerardo Morales para con la dirigente social, fue tan marcada e indisimulable que la propia Corte Suprema de Justicia decidió actuar. El modo, resolvió que Sala salga de la cárcel “con carácter urgente”, tal y como lo habían exigido la Comisión Interamericana y la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Finalmente, en diciembre de 2017, el juez Pablo Pullen Llermanos dictó que la parlamentaria del Mercosur sea trasladada de Alto Comedero a su casa, situada en el Dique La Ciénaga. Tras unos meses, el magistrado decidió confinarla en la cárcel de Güemes en Salta, afuera de la provincia de Jujuy. Entre los considerandos, resaltó razones de salud. La decisión estuvo lejos de hacerle un bien a Milagro.
“Estoy en una pieza que tiene una ventana que da al área de salud, que tiene rejas, pero no se cierra”, contó Sala desde el más repudiable confinamiento. Asimismo, en diálogo con El Cohete a la Luna, la dirigente social detalló: “Acá hace mucho frío. Hay tres ventanas que les da el sol, tienen rejas, pero las ventanas no cierran del todo, entra frío por la puerta principal y por la ventana del baño”.
Y añadió: “No salgo al patio, a ningún lado me dejan salir. Estoy sola. No tengo radio, tele, nada de nada, Estoy aislada, no tengo contacto con nadie, no me sacan al patio, no me dejan ir a ningún lado. Y cuando vienen a verme desde el área de educación o psicólogo me sacan a una galería chiquita o me atienen en la puerta. Todo esto es supuestamente para que esté bien, pero es todo lo contrario: estoy encerrada todo el día y estoy peor todavía”.
Por último, marcó que continúa con la huelga de hambre. “Lo único que levanté es la huelga de tomar líquido. Y esto no sólo lo hago por mí, porque esto comenzó en Jujuy, pero lamentablemente han seguido avasallando a todos los que menos tienen. Siento que, si alguien no se pone firme, esto va a seguir avanzando”.