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Crisis y oportunidad en días de Covid y usureros

Alejandro C. Tarruella

“Esta es una crisis global que no respeta fronteras. Por desgracia, los líderes en todo el mundo están buscando la forma de explotarla. Así que nosotros también debemos intercambiar estrategias”, propuso la pensadora Naomí Klein al situar el momento de los sucesos que corren detrás del Covid. Y agregó, como si midiera a Macri, Vidal y a Rodríguez Larreta: “Y una de las razones es que nuestros líderes no prestaron atención a las señales de advertencia e impusieron una brutal austeridad económica en el sistema público de salud, dejándolo en los huesos y sin la capacidad de lidiar con este tipo de situación que estaban viendo”.

Escribe Alejandro C. Tarruella

Global y sin fronteras

Este es un cuadro de la situación que se vive en el país donde el gobierno de Alberto Fernández y también Gildo Insfrán, Kiciloff, Oscar Herrera Ahuad o Raúl Jalil, por nombrar a algunos, han adoptado medidas que evitaron una catástrofe mayor. Sin embargo, las cosas se han puesto muy difíciles, el virus avanza ante la falta de mayor severidad en las medidas y exigencia de un concepto de libertad comunitaria. El desgastado cacareo de la libertad individual, es un grito ahogado de usureros corporativos para no expresar su rechazo a un orden de Estado, una organización que privilegie a la sociedad, al pueblo y a los más necesitados.

Hace apenas unos días, Alberto Fernández regresó de una gira europea con buenos resultados. Se diría que Argentina, tiene un buen marco internacional para salir de la encerrona que le trazan los herederos de Videla y Martínez de Hoz, encarnados en el neoliberalismo Pro y algunos traidores que hacen época, nada más. Esa herencia es la que hoy enmarca a la herramienta Estado a la hora de precisarla para la eficiencia de las medidas que deben adoptarse. Si Christine Lagarde habló sin pelos en la lengua, de eliminar población porque así lo requerían los intereses de la globalización, es posible deducir por qué el rejuntado que los representa en la Argentina, pro de aquí juntos por el cambio por allá y aliados, se resiste a las vacunas, a contar con más hospitales (lo expresó a saco – a lo bestia en castellano clásico-, María Eugenia Vidal), por qué condenan al hambre a médicos, enfermeros, científicos, etc. Cuando Macri cerró el Instituto Malbrán y puso en la calle a sus investigadores formados en universidades nacionales, estaba trabajando para que hoy, el país alcanzara las presentes cifras del desastre. Y esto ocurría con la globalización en un punto de poder casi inalcanzable.

Recordaba la notable Klein que el sur de Europa fue la “zona cero de las políticas de austeridad más sádicas” luego de la crisis financiera de 2008. Se preguntó entonces: “¿Sorprende que sus hospitales, a pesar de tener atención médica pública, se encuentren tan mal equipados para enfrentar esta crisis?”. La globalización exigía víctimas. Del mismo modo, Trump designó a su vicepresidente Mike Pence, Klein lo sindica como artífice del saqueo de Nueva Orleans después del Huracán Katrina, para atender la crisis del coronavirus. Es decir, llamó al jefe de los ladrones para atender el banco. En este caso, debía entregar víctimas cosa que hizo. Estima Klein que el sistema capitalista “siempre ha estado dispuesto a sacrificar la vida a gran escala en aras de la ganancia”. Cortito y al pie.

 

Naomi Klein

Y ahí están los términos del diferendo. Los neoliberales de 2016 a 2019, precisan mostrar caídos ante el poder mundial. El presidente está en las antípodas de ese planteo, pero no cuenta con lo que necesita. Avanza en obtener vacunas, dotar de más hospitales, respiradores, pero la oposición dispara con una de las armas más seguras de los globalizadores, la irresponsabilidad como gestión de desgobierno.

Hoy las cosas en América Latina trajinan un horizonte diferente. Colombia, Ecuador, Perú, Chile, incluso Brasil, expresan el fin del sistema corporativo político de sometimiento que generaban los Estados Unidos. En la gira europea de Alberto Fernández, los mandatarios europeos destacaron que en esa crisis, Argentina aparece dentro de un panorama diferente sin conflictos sociales pronunciados. En el norte, destacan los mismo y unos y otros, se preocupan ahora por ayudar a Argentina para que lo social no se desmadre. Consideran, como en 2001, que, si aquí se pasan a vivir rebeliones del tipo de Colombia o Chile, el arrastre sobre Sudamérica, puede ser altamente riesgoso. Argentina tiene una suerte de liderazgo cultural-político en la región, que incide de modo inmediato y contundente. De manera que hay una idea común de EE.UU y Europa en torno en que el país debe mejorar sus condiciones. Esa es una oportunidad para el país.

El Estado para la sociedad

Para que ocurra lo que exigía la globalización, se debía diseñar un estado ad hoc. Y eso es lo que hicieron Videla, Martínez de Hoz (su ley de entidades financieras es la que rige), Menem, Cavallo, Sturzenegger, Macri y otros. Y ese es el estado en quiebra que tiene hoy entre manos, Alberto Fernández. El rigor y el poder de los buitres está en retroceso frente al liderazgo chino, las alianzas con Rusia, el gas ruso que llega a Europa, la caída tecnológica de los poderosos del norte. De todos modos, nuestro estado sigue siendo el mismo en su espíritu, con sus mutaciones, que inició la dictadura de 1976 y, por lo tanto, no sirve para las tareas necesarias con urgencia. Hay que meter mano en los cambios que se requieren porque en estas condiciones, lo que hace su estructura, es reproducir 2016, 1990 o cualquier aventura de financistas, usureros, corporaciones y lo que venga. El gobierno intentó avanzar contra Vicentín y las corporaciones y sus esbirros, ganaron el primero y el segundo round. Es imposible sostener a las mafias sobre los puertos del Paraná cargándose presupuestos nacionales anuales para fugarlos y luego prometer inversiones. La reacción es insaciable y en su avaricia, no se detiene ante la muerte.

Llamen a Gildo

Ese país se acabó y hay que tomar nota para realizar las tareas necesarias y así transformarlos. Se hace necesario un verdadero federalismo con participación de las provincias no solo en los discursos, sino en la formulación de las grandes decisiones. Si Insfrán ha logrado un sistema que tiene efectividad frente al covid, hay que convocarlo junto a sus colaboradores para que aporten de modo activo sus propuestas para compartirlas. Así, se iniciará el camino de formular una propuesta de traslado de la capital, analizar si debe ir a la Patagonia, y generar ámbitos de trabajo para la recuperación y así, establecer el horizonte federal nacional ya. Ese es el camino a salir de la crisis del covid y es el mismo, que se necesita para acabar con las diferencias económicas y sociales, el privilegio de los poderos y el lujo. Es lujo es la jactancia de los poderosos y un país con justicia social no lo resiste.

Entonces, federalismo, reforma del Estado, participación del movimiento obrero organizado, las organizaciones sociales, recuperación de la salud, la educación, la producción, la cultura, es un asunto que precisa protagonismos que van desde Río Grande, Río Gallegos, Camarones, Uspallata, Villa María, Chilecito, Cafayate, Apóstoles, el Impenetrable, Santa Victoria Este, Abra Pampa y cada lugar del país. No es un asunto del centro para el centro. El rumbo es de la periferia al centro, como dice el Papa Francisco. Es imposible hacer el estado del siglo 21 con las formas del que destrozó Videla en 1976 y retomó Macri en 2016 que pretende dejarnos a Rodríguez Larreta, que huele a 1930. Hay una crisis, pues entonces vayamos a la oportunidad y comencemos por erradicar privilegios y tomar decisiones claras en su dirección.

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