El gobierno nacional incentiva que los comercios coloquen sus precios en dólares. Pretende así, generar una imagen transformadora en el sentido de una “competencia de monedas” o de “dolarización” que, al menos por el momento, no son tales.
La dolarización supondría que se eliminan los pesos y para cualquier uso de la moneda: unidad de cuenta, medio de cambio, reserva de valor, se adopta la estadounidense.
¿Existe alguna referencia histórica o actual?
En Argentina entre 1991 y 2002 rigió una “convertibilidad”. Como su nombre lo indica, cada peso podía “convertirse” en un dólar. El plan de Domingo Cavallo permitió controlar una inflación desbocada, incluso reconoció períodos de deflación, pero difícilmente pueda entenderse que haya producido buenos resultados. La tasa de desempleo rondó el 20% y se mantuvo en guarismos cercanos, la industria quedó virtualmente destruida, para las PYMES fue una hecatombe, las economías regionales sufrieron enormemente. De los trabajadores, ni hablar, su salario real disminuyó más de 3 puntos entre 1991 y 1999 y la informalidad se disparó con complicidad estatal. La economía se primarizó y se produjo una extranjerización y malversación del patrimonio público sin precedentes (las empresas estatales son un poquito de cada ciudadano, cuando las malvenden nos roban un poquito a cada uno).
Los datos mencionados arriba corresponden al período exitoso de la convertibilidad, porque un proceso de esa naturaleza acumula presiones que, en el caso argentino, estallaron a finales de 2001. Si tomáramos los datos de esos momentos, el salario sería menos de la mitad, la pobreza y el desempleo, estratosféricos.
¿Qué países, además de EEUU, utilizan el dólar estadounidense como moneda? Son exactamente estos: Ecuador, El Salvador, Islas Marshall, Micronesia, Palaos, Timor Oriental y Zimbabue.
Los predicadores de la dolarización no mencionan a ninguna de estas naciones como ejemplo. Milei ha dicho que, si le hacemos caso, nos pareceremos a Alemania, a Irlanda, y otros por el estilo pero nunca ha referido a los países que sí adoptaron la dolarización. ¿No sería más realista analogarnos a la suerte de los países que aplicaron las políticas que propone?
Como se ve por la nómina, la dolarización va asociada a una feroz desindustrialización. Ninguno de los países que la adoptaron tiene desarrollo industrial, son economías absolutamente primarizadas y eso se explica perfectamente por la rigidez monetaria que requeriría que cualquiera de esos países tenga una productividad industrial análoga a la estadounidense. Esto no ocurre y cualquier producción transable fabril es condenada a la extinción.
Los países de la lista también pueden atestiguar, en particular Ecuador, cómo la dolarización facilita el lavado de dinero proveniente de actividades ilícitas. El país hermano bate año tras años récords de crímenes asociados con el tráfico ilícito de drogas.
La dolarización no sólo no es conveniente para el país, además condena a la Nación a una estructura económica anclada en la producción primaria de la que salir es enormemente difícil. Es decir no habría fábricas, las economías regionales estarían muy perjudicadas. El modelo tendría su eje en la minería, el gas y petróleo shale y la pampa húmeda. Esas actividades no generan más del 30% del empleo, ¿en qué trabajaría el 70% restante?
Ese tipo de economías son altamente concentradas y desiguales, como hemos corroborado en Argentina cada vez que se aplicaron modelos semejantes. La desigualdad crece, como creció durante el primer año de gobierno de Milei, y la riqueza se concentra en unas pocas manos. Si ese cuadro se inscribe en un gobierno que sostiene que el Estado no debe redistribuir la riqueza ni financiar la inversión social y productiva, la suerte de la mayor parte de la población se presenta como trágica.
Por supuesto, no todos pierden con la dolarización. Los sectores de la producción primaria, concentrados, el sector financiero, el narcotráfico, son ganadores en el modelo. Lo que no es seguro es que después de semejante estropicio siga habiendo un país llamado Argentina. Quizá ese sea un motivo de festejo para un gobierno como el de Milei.
