Cómo trabaja el equipo argentino en la identificación de los estudiantes mexicanos
Por Agustina Gewerc, de Infojus Noticias para InfoBaires24
No son ellos. Eso se dio a conocer esta semana el primer informe del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) que trabaja en México para encontrar a los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa. Los chicos fueron vistos por última vez el 26 de septiembre pasado en Iguala, Guerrero. Los cuerpos investigados por el EAAF encontrados en una fosa en Cocula son 30, y 24 de ellos (los estudiados hasta el momento) no pertenecen a ninguno de los normalistas. Cuando el Equipo llegó a la fosa, hizo lo que hace siempre: delimitar una zona, instalar su mini campamento y reservar el área. Allí trabajarán sobre los cuerpos hasta encontrar respuestas. “Es como una escena del crimen pero mucho más grande, teniendo en cuenta el terreno y el trabajo a realizar”, explicó Luis Fondebrider, presidente y fundador del EAAF.
Desde el 5 de octubre, el Equipo trabaja en la zona. Los parientes de los desaparecidos los convocaron para que realicen un peritaje paralelo al de la Procuraduría General de la República. “Tenemos diez años de experiencia trabajando en México y los familiares nos llamaron para que hiciéramos una investigación independiente a la de las autoridades”, dijo Fondebrider.
Las primeras respuestas oficiales de este caso, que dio la vuelta al mundo y conmueve a las organizaciones de derechos humanos y a la prensa internacional, llegaron el viernes 7 de octubre. El procurador general mexicano, Jesús Murillo Karam, confirmó en una conferencia de prensa que la noche del horror los normalistas fueron entregados a sicarios de Guerreros Unidos, el cártel que controla la zona de Iguala. Según sus palabras, fueron interrogados sobre las razones por las que habían decidido enfrentar al alcalde y a su esposa y luego fueron asesinados. En esa conferencia, Karam pronunció una frase desafortunada que luego se volvió trending topic mundial, y que fue también el lema con el que miles de mexicanos salieron a las calles a solidarizarse con los familiares y a pedir justicia por las víctimas. Ese “ya me cansé” se transformó luego en #YaMeCansé (del miedo, de tantas muertes, de tanta violencia).
Algunos medios se animaron a enmarcar esta tragedia como la peor crisis del PRI en la historia de México. El alcalde de Iguala, José Luis Abarca Velázquez, acumula una buena cantidad de casos en su contra, que lo vinculan a él y a su mujer, María de los Ángeles Pinedo Villa, con el grupo Guerreros Unidos. ¿Pero qué pasó aquel 26 de septiembre? Pinedo Villa aspiraba a ser candidata a la alcaldía en 2015 y se le notaba. Ella estaba encargada del organismo Desarrollo Integral de la Familia (DIF) y ese viernes por la tarde presentaba el informe de actividades en la plaza de las Tres Garantías. A esa misma hora llegaban los dos micros que venían de la Escuela Normal Rural –enfrentados con el matrimonio al poder– con estudiantes de entre 18 y 23 años, que luego entraron al municipio.
Según un informe del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), la mujer dio órdenes para que los estudiantes no se acercasen a la plaza. Ese 26 también murieron seis personas y otras 25 resultaron heridas.Ante este panorama de desconfianza y desesperación, los familiares de los desaparecidos siguen intentando que el caso se haga visible en todo el mundo.
La confianza en el EAAF
El contacto entre el Equipo y las familias es diario, cotidiano. “Cuando estamos en Iguala los vemos todos los días, en persona, en la calle, o hablamos por teléfono”, cuenta Fondebrider. En este sentido, parecieran ser tan importantes las pericias científicas como la contención de los familiares. A pesar de sus protocolos estipulados, el EAAF no muestra problemas en adaptarse al territorio y al caso. No hay solo una manera de comunicarse con los parientes de los 43 desaparecidos y el grupo se vale de diversos recursos para llegar a ellos. Además, cuentan con grupos de apoyo psicológico para las víctimas y para familiares de víctimas.
“Nosotros no opinamos sobre ese tipo de cosas”, contesta Fondebrider ante la pregunta sobre la postura del grupo en relación al trabajo de otras entidades y a las implicancias políticas en el caso. “Solamente nos concentramos en el trabajo forense”, sentencia.
La historia del Equipo es conocida. Nació en 1984 por una necesidad histórica de la Argentina: realizar muestras, investigar, y reconocer los cuerpos encontrados de las personas desaparecidas y asesinadas durante la última dictadura militar. La recuperación de los 114 nietos no habría sido posible sin el trabajo incansable de este Equipo. Su labor en la Argentina fue reconocido internacionalmente y a raíz de eso fueron convocados para trabajar en varios países de Latinoamérica. Tal fue el crecimiento, que en sus 30 años de vida como organización lograron abrir tres oficinas: Buenos Aires, Córdoba y Nueva York.
“Nuestro trabajo en México es similar al que hacemos siempre. Hay una etapa de campo que tiene que ver con, por un lado, reconocer la información antemortem, es decir, los datos sobre cómo eran las personas en vida y, por el otro, compararla con los datos que se puedan recuperar de los cuerpos. Para eso entrevistamos a los familiares, les tomamos muestras para análisis genéticos, e intentamos recoger todo lo que puedan aportar”, explica Fondebrider.
Al EAAF suelen convocarlo los familiares, y su peritaje es una forma que tienen de confiar en alguien externo al Estado, pero es inevitable el cruce entre los dos equipos de trabajo (el oficial y el paralelo). “Hemos podido desarrollar el trabajo normalmente como lo hacemos en todos lados; tuvimos acceso a los restos, a los que continuamos analizando, y realizamos la tarea en buenas condiciones”, cuenta Fondebrider. “[Ambos equipos] trabajan conjuntamente y México aprovecha para formar a sus forenses”, agrega Juan Diego Quesada, periodista de El País de España, que se encuentra en México cubriendo el caso.
“La investigación la primera semana estuvo a cargo de la Procuraduría de Guerrero, que localizó las primeras fosas. La Procuraduría General se hizo cargo del asunto una semana después y comenzó a analizar esos restos. Los padres vivieron semanas con la incertidumbre de que pudieran ser de ellos los cadáveres y finalmente no lo son. Ahí ya hay un motivo de desconfianza, porque piensan que intentaron cerrar el caso con los primeros cadáveres que encontraron. También han tardado tanto tiempo y han dado tan pocas certezas que es difícil confiar en la investigación”, cuenta Quesada. “En todo esto la figura de los forenses argentinos es fundamental. Son más profesionales que los mexicanos, más expertos y son independientes. Tienen la confianza absoluta de las familias”, agrega Quesada.
Como todo método científico, esta búsqueda puede cuantificarse: son 43 desaparecidos, 24 cuerpos analizados (de los 30 encontrados) sin un resultado que coincida. Todo en un total de 49 días de búsqueda incansable y de angustia para los familiares. (Infojus Noticias)