“Cometierra”: La velocidad del debate en Redes Sociales
Por: Mariano Quiroga
El Teatro Picadero de Buenos Aires fue escenario, el pasado sábado, de una lectura colectiva de Cometierra, la novela de Dolores Reyes que desató una intensa polémica tras su inclusión en los planes de lectura bonaerenses.
Más de 300 personas participaron de este evento, que se convirtió en un espacio de resistencia cultural y reflexión crítica sobre las tensiones de nuestra época. En el centro del debate, no solo la literatura y la educación, sino también las dinámicas digitales que moldean cómo consumimos y discutimos los temas que nos atraviesan como sociedad.
Contenido snack: la simplificación del debate
En un tiempo dominado por el contenido “snack”, consumimos información en fragmentos rápidos y fáciles de digerir. Esta tendencia, impulsada por las redes sociales, fue clave en la polémica sobre Cometierra. Fragmentos descontextualizados del libro circularon viralmente, acompañados de consignas como “Con los chicos no” o “Esto no es literatura, es ideología”. Este fenómeno redujo una obra compleja, que aborda temas como la violencia de género y la marginalidad, a un objeto de debate simplificado y polarizado.
El contenido snack no deja espacio para la profundidad: prioriza titulares, frases y videos cortos que capturen la atención rápidamente. En este caso, permitió que personas que nunca leyeron el libro formaran una opinión basada solo en fragmentos sacados de contexto, amplificando la controversia y reforzando las divisiones ideológicas.
Filtro burbuja: cómo se construyen las certezas cerradas
El rol de las redes sociales no se limita a difundir información; también la filtran. Los algoritmos que definen qué vemos en nuestras plataformas digitales refuerzan nuestras creencias previas, creando lo que se conoce como un filtro burbuja. Este mecanismo asegura que interactuemos principalmente con contenido y personas que confirman nuestras ideas, aislándonos de visiones alternativas.
En el caso de Cometierra, el filtro burbuja fue evidente: quienes defendieron el libro compartieron análisis que destacaban su valor literario y pedagógico, mientras que quienes lo atacaron se aferraron a los fragmentos polémicos y a discursos alarmistas. Estas burbujas no solo dificultan el diálogo, sino que también exacerban la sensación de que la otra parte está completamente equivocada, intensificando la polarización.
Detox cultural: la lectura como pausa frente al ruido digital
Frente a este panorama, el evento en el Teatro Picadero fue más que una actividad cultural; fue un acto de detox en una sociedad saturada de ruido digital y contenidos fugaces. El concepto de detox se utiliza cada vez más para referirse a la necesidad de desconectar del ritmo frenético de las redes sociales y los medios digitales, que imponen un consumo constante e ininterrumpido de información.
La lectura colectiva ofreció un espacio para desacelerar, conectar con otros y dedicar tiempo a una actividad que exige atención y reflexión. En un contexto donde la inmediatez domina, el simple acto de leer en voz alta se convirtió en una forma de resistencia, una oportunidad de salir del circuito de contenido snack y de las burbujas de los algoritmos para encontrarse con la complejidad de una obra literaria.
Educación, redes y la lucha por los significados
La inclusión de Cometierra en los planes educativos bonaerenses no es solo una decisión pedagógica, sino un acto político en un momento donde la educación está en el centro de las disputas culturales. Las escuelas, tradicionalmente vistas como espacios de cohesión, se han convertido en terrenos de batalla donde se enfrentan distintas visiones sobre qué tipo de conocimiento y valores deben transmitirse.
En este contexto, las redes sociales funcionan como un amplificador y distorsionador de estos debates. Las narrativas que circulan en línea no solo reflejan el conflicto, sino que lo exacerban a través de la fragmentación y la repetición de mensajes dentro de burbujas ideológicas.
Defender la palabra en tiempos de fragmentación
El evento concluyó con la lectura de un manifiesto firmado por más de 2400 escritores, editores y periodistas en defensa de los libros y los planes de lectura. Julián López, quien leyó el texto, señaló: “No se puede permitir que los libros sean moneda de cambio en disputas electorales. Leer es un derecho y un acto fundamental en una sociedad libre”.
La jornada en el Teatro Picadero no solo reivindicó la literatura, sino también el acto de leer como una forma de resistir las dinámicas de un mundo dominado por la velocidad, la polarización y la superficialidad. En un entorno donde los contenidos snack dominan, los filtros burbuja encierran y la saturación digital exige detox, detenerse a leer, reflexionar y debatir es más necesario que nunca. Es una forma de recuperar la palabra como un espacio de encuentro, crítica y construcción colectiva.