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Casa Rosada: revanchismo de clase y de género arquitectónico 

El 7 de febrero el senador Oscar Parrilli denunció la destrucción del patrimonio histórico de la Casa Rosada. Una oportunidad para denunciar el ensañamiento contra el Salón de las Mujeres Argentinas.

Por José Cornejo (*)

Parrilli tiene argumentos para hacerlo, fue secretario general de la Casa desde el 25 de mayo de 2003 hasta asumir el 5 de marzo de 2015 como titular de la ex SIDE. El secretario de la Rosada más longevo de la historia.

La demolición de la Casa estuvo conducida naturalmente por el secretario general macrista Fernando De Andreis y la arquitecta Marité Berdasco. Pero no podría haber sido llevada a cabo sin el silencio de la Comisión de Monumentos, Lugares y Bienes Históricos. Su titular, con el sugerente apellido de Teresa de Anchorena, aduce que ellos no aprobaron la demolición de la escalera histórica. Tampoco hicieron mucho barullo para frenar las reformas.

El comunicado del senador neuquino hace hincapié en el Museo del Bicentenario y en el Salón Azul. Es natural que no puedan exponer las problemáticas salón por salón. Un caso emblemático es el Salón de la Mujeres Argentinas, donde hubo especial animadversión.

Este salón fue inaugurado el 6 de marzo de 2009 por la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner. La acompañaron los historiadores Norberto Galasso y Pacho O Donnell. En aquel momento, CFK recitó: “la idea de crear aquí, en el ámbito más emblemático del poder político de la Argentina, que es la Casa Rosada, hoy ocupado por una mujer transitoriamente, pero quería un lugar permanente para las mujeres; un lugar que nos hemos ganado, pero que todavía es muy resistido”.

Las imágenes que sobrevivieron al vendaval macrista son: Eva Perón, Cecilia Grierson, Juana Azurduy, Lola Mora, Mariquita Sánchez de Thompson, Alfonsina Storni, Alicia Moreau de Justo, Tita Merello, Victoria Ocampo, Aimé Painé, Paloma Efron (Blakie) y las Madres de Plaza de Mayo.

Según reseña Wikipedia, “durante la primera semana de mandato de la presidencia de Mauricio Macri en diciembre de 2015, el Salón de las Mujeres Argentinas, se convirtió en una oficina para funcionarios del gobierno. En menos de 24 horas se desmontaron las réplicas gigantes del billete de 100 pesos en recuerdo a Eva Perón y la miniatura del edificio del Ministerio de Obras Públicas y se reemplazó el mobiliario con escritorios y computadoras. (…) Los objetos fueron llevados a un depósito. Escritorios, sillones, pantallas led, alfombras y demás objetos fueron abandonados en una habitación, incluyendo las réplicas del billete de $100 conmemorativo de Eva Perón y la miniatura del edificio donde funciona el Ministerio de Desarrollo Social.”

Al poco tiempo, funcionaba como call center. Es difícil no vincular la velocidad del desmonte del espacio con el odio que les representaba y les representa la figura de CFK. En oposición, el Salón Blanco, donde juran los embajadores, quedó intacto. El salón más decimonónico no sufrió cambios. El más plebeyo, desarmado.

En los últimos meses de mandato, De Andreis o sus responsables logísticos depositaron en la entrada del Salón la biblioteca de la Casa, saturando aún más el espacio además del destrato consecuente sobre los libros y diarios.

Luego de la victoria del 10 de diciembre, el nuevo titular de la Casa Julio Vitobello comenzó la restauración del recinto. Todo indica que en breve, el Salón de las Mujeres volverá a funcionar. Toda la Casa es una metáfora de la Argentina.

(*) Director Agencia Paco Urondo. Foto actual del Salón, de José Cornejo.

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