Carlos Aznárez: Estados Unidos trata de afianzar su presencia militar en Latinoamérica
Como en los viejos tiempos en que América Latina estaba plagado de dictaduras militares y los encuentros de ejércitos de la región se hacían una costumbre para planificar nuevos operativos del Plan Cóndor, los nuevos aires derechistas que soplan hoy en el continente vuelven a generar escenarios más que inquietantes. En todos ellos, las excusas son casi las mismas que en los años 70-80: el narcotráfico, el terrorismo y los delitos trasnacionales, a los que ahora se agrega la ciberdefensa. Detrás de estas llamativas pantallas y en medio del secreto informativo, lo que no se dice es que para ejecutar las políticas económicas y sociales del neoliberalismo, hoy como ayer, es necesario afilar los cuchillos de la represión interna, y para ello nada mejor que el intercambio de Inteligencia entre ejércitos y consultar nuevas técnicas para el modus operandi.
De eso se trató precisamente estos días en Perú, en el marco de un gobierno como el de Pedro Pablo Kuzinsky, que continuamente alienta ataques desestabilizadores contra Venezuela. Hasta allí llegó el nuevo jefe del Comando Sur estadounidense, almirante Kurt W. Tidd, para reunirse con ministros de Defensa y jefes militares de Paraguay, Perú, Uruguay, Argentina, Brasil, Chile, Colombia y Estados Unidos. Con todos ellos analizaron no solo el avance de los grandes negocios promovidos por el narcotráfico en la región, sino que también estuvo en la agenda militar lo que definen como “grave crisis venezolana”, el incierto proceso de paz en Colombia, el accionar de la guerrilla paraguaya del EPP y posibles situaciones que se pudieran producir a nivel de levantamientos populares debido a la aplicación de los planes económicos fondomonetaristas. En su escasa comunicación con la prensa los voceros consultados se encargaron de poner énfasis que también estuvo presente el tema de la “ayuda humanitaria” a poblaciones de bajos recursos. Una pantalla en la que casi nadie cree.
No es casualidad que esta VII Conferencia Sudamericana de Defensa, con fuerte presencia estadounidense, se produzca pocos días después que el presidente Donald Trump amenazara con una intervención armada en Venezuela
No es casualidad que esta VII Conferencia Sudamericana de Defensa, con fuerte presencia estadounidense, se produzca pocos días después que el presidente Donald Trump amenazara con una intervención armada en Venezuela Bolivariana y advirtiera que los ejércitos de EE.UU “están por todas partes, en el mundo”. Si faltaba algún detalle, en la reciente gira del vice norteamericano Mike Pence por varios países del continente, también se insistió, casi como una orden, que cada país rompa relaciones con Corea del Norte, otro de los enemigos irreconciliable de Washington. Esa necesidad fue explicada ahora en Perú, por el almirante Tidd como un aspecto “lógico y de sentido común” de los países que forman parte del “mundo libre”, dijo, utilizando ese viejo eufemismo de la época de la confrontación de USA con la Unión Soviética. No es casualidad que en los corrillos del Comando Sur, los nombres de Nicolás Maduro y el coreano Kim Jong sean esgrimidos como futuros “enemigos a abatir”, algo que sin duda ya está lanzado como consigna o acicate guerrero para alimentar esos cánticos que se utilizan en entrenamientos de tropas en las bases norteamericanas implantadas en Colombia o las que el Imperio impuso en territorio peruano.
Como todo tiene que ver con todo, la reunión de Lima anticipa las “gigantescas” (así las llaman sus convocantes) maniobras militares que en noviembre se preparan para realizar en la triple frontera de Brasil, Perú y Colombia. El nombre con que están convocados estos ejercicios es el de “Operación América Unida”, y allí, además de efectivos militares estadounidenses y brasileños, habrán de sumarse uniformados de los países vecinos, en carácter activo o como observadores.
Como se ve, muy lejos han quedado aquellos tiempos en que una parte importante del ejército brasileño se oponía vehementemente a cualquier intervención de militares yanquis en la zona amazónica, a la que el Pentágono considera “zona internacional” y hasta figura así en algún manual escolar estadounidense. Incluso en las radios brasileñas de frontera eran comunes los programas con frases patrióticas adversas a esa posible intervención. Ni que hablar de aquellas quejas formuladas por el presidente Bush y luego por Obama sobre la compra de armas de Brasil a Francia y a Suecia, desestimando las ofertas que llegaban desde Washington.
Ahora todo ha cambiado. Gobierna Temer y la derecha más obsecuente con los planes de expansión imperial, de allí que se otorguen todo tipo de facilidades para que la confluencia militar con EE.UU sea algo más que natural. Tal es la impunidad que se otorga a los “visitantes” que cualquier delito que cometieran contra la población local estará eximido de cualquier castigo en el país anfitrión, y tampoco el permisos de ingreso de tropas deberá pasar por el Parlamento. Más aún, en esos gestos de condescendencia, un alto militar del Comando Sur, el general Clarence Chinn no solo fue condecorado por sus pares brasileños sino que lo recibieron con bombos y platillos en el Comando Militar de Amazonia.
Para facilitar estas maniobras, que durarán diez días, se anuncia la instalación de una base militar internacional temporal en Tabatinga, en plena frontera amazónica entre los tres países latinoamericanos participantes
Para facilitar estas maniobras, que durarán diez días, se anuncia la instalación de una base militar internacional temporal en Tabatinga, en plena frontera amazónica entre los tres países latinoamericanos participantes. Hasta allí llegarán varios contingentes de marines que se sumarán a miles de soldados fuertemente armados que se desplazarán en vehículos blindados, tanques y helicópteros artillados.
Tabatinga limita con la ciudad colombiana de Leticia y la peruana de Santa Rosa, donde desde hace meses vienen trabajando representantes de los cuatro ejércitos, adecuando la zona y trazando planes de instalación que cuentan con el aval del Comando Sur. También fue visto en la zona personal de la Agregaduría militar de la Embajada de Estados Unidos en Brasil y un grupo de militares colombianos y argentinos, que participarían de esta nueva aventura bélica. Como suele ocurrir en todas estas actividades, en los tres pueblos seguramente florecerán “negocios colaterales” para atender la demanda de tanta clientela, que entre ejercicio y ejercicio, entre bala y bala, pretenderán tener algunas horas de descanso a costa de humildes muchachas llegadas desde ciudades próximas.
Tampoco es menor el detalle que estas futuras acciones bélicas se darán en un momento en que tanto los movimientos sociales y populares de Brasil agitan el territorio reclamando contra las medidas regresivas del gobierno y también en medio de una ofensiva pre-electoral de el ex presidente Lula, quien es visualizado como la única tabla de salvación en el enfrentamiento con la derecha.
Frente a estas muestras palpables de como la política exterior militar norteamericana se está manifestando en el continente, la reunión de Lima oficia de mesa de consulta de las maniobras que se harán en Brasil pero también de próximos ejercicios militares que se preparan en varios países de la región. En todos ellos el objetivo es, sin dudas, afianzar aún más el control regional, armar un aparato doctrinario para combatir las bandas o marras que operan en las grandes ciudades de Brasil (otro monstruo que se le escapó de las manos a sus creadores) y de paso monitorear cualquier acontecimiento crítico de masas que se produzca como reacción a gobiernos como el de Temer, Macri, Bachelet, Cartes o Santos. Como se ve, nada diferente a las políticas que se aplicaban hace 35 años.
Por Carlos Aznárez – http://resumenlatinoamericano.org