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Carlos Almeida: Las urnas del cielo

Por Carlos Almeida especial para Infobaires24

 

Muchas personas cumplen con la obligación de ir a votar, a veces a desgano. Generalmente lo hacen en una escuela cercana a su domicilio y hay quienes lo toman como una molestia.

Es cierto en que hay momentos en que se producen largas colas y se debe esperar durante largos minutos (Este cronista llegó a esperar más de una hora y media para poder emitir su voto.

Sin embargo, hay otros argentinos que votan dándole la real dimensión a este acto que resume por sí solo todo lo que significa la Democracia. Ellos ejercen su derecho a elegir, a veces en los lugares más inesperados, más recónditos, donde no es tan fácil llegar.

Uno de esos lugares es Porongal, no muy lejos – pero tampoco tan cerca – de Iruya, en Salta.

Este villorío, donde están habilitadas cincuenta personas para votar, lo hicieron  dieciocho, está a 4.500 msnm. Como es de suponer, no hay electricidad de línea, sino por paneles solares,  Internet satelital llegó en 2011, gracias a los programas que en ese sentido implementó el gobierno nacional de entonces y al aporte de algunas fundaciones.

En Porongal, cocinan con leña. No hay señal de celular y por eso, es tan importante contar con Internet. Tampoco hay ruta por dónde puedan circular automóviles o camionetas. Hay dos formas de llegar: A pie o a lomo de mula, los caballos no están  adaptados para semejante travesía, que demanda dos días.

Cuatro personas llevaron hasta ese lugar, uno de los más inhóspitos de nuestro país.

Entre ellas se encontraba Rodrigo Isasmendi, un joven de  26 años, oriundo de Cafayate, en los Valles Calchaquíes salteños, donde reina el sol más de trescientos días por año y se producen excelentes vinos, que recorren el mundo entero. El contraste impresiona. De un valle donde el clima está considerado como uno de los mejores del mundo, hasta parajes imposibles, hasta lugares donde la respiración se hace difícil y en los que el aculliico (mascado de coca)  es obligatorio para no caer apunado.

Rodrigo es uno de los técnicos, que además enseña a las personas a utilizar las máquinas.

El viaje partió el viernes hacia Las Higueras, desde donde comenzó el ascenso a lomo de caballos y mulas. «Salimos a las 5 y cabalgamos tres horas por el medio del río. Teníamos que llegar a Alisar del Porongal, donde hay una escuelita y una casa», cuenta y agrega que desde Las Higueras el camino se hizo a pie, por senderos de barrancos y precipicios

Un trayecto que no se mide en kilómetros, sino en horas. 15 horas desde Iruya, parando a descansar en Alfarcito, donde generalmente se hace noche. No es un trayecto fácil, por la altura, las frecuentes lloviznas y el viento que corta como una navaja.

El traslado de esas urnas a lomo de mula, se hace para que todos y cada uno de los argentinos pueda ejercer su derecho a elegir quien lo va a representar. El voto es un acto democrático que debe ser valorado y no bastardeado por astucias inconfesables de algunos inescrupulosos.

La próxima vez que vaya a votar en una escuela a diez cuadras de su casa, piense en ellos, que hacen Patria a cuatro mil metros, en plena cordillera.

 

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