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Boric, Alberto, el 23 y el fin de época

Alejandro C. Tarruella

El triunfo electoral de Gabriel Boric en Chile parece iniciar un cambio de época que no tiene vueltas. La irrupción de las nuevas generaciones en el capítulo a veces amargo del poder político, le da frescura en la formulación política de la región. Es un amanecer a trabajar, apoyar y expandir.

Escribe Alejandro C. Tarruella

Se acabó una discusión

Personas de las artes como Francisca Valenzuela, René Pérez Joglar, Residente que integra Calle 13, Roger Waters, uno de los fundadores de Pink Floyd, Pedro Pascal y Benjamin Walker, acompañaron el acontecimiento con mensajes optimistas en sus perfiles de Twitter e Instagram. Lo saludaron Vigo Mortensen y León Gieco, una de cuyas canciones fue difundida en la campaña política de Boric, hijo de las revueltas estudiantiles de “los pingüinos” que se iniciaron en uno de los desafortunados gobiernos de Bachelet. Boric mostró habilidad, inteligencia, frescura de tiempos que cambian, ductilidad para acomodar la comunicación de campaña y así abrir hacia adentro de su alianza política, el camino de una millonada de votos. Su nombre es ahora esperanza a realizar en Chile y en Suramérica.

Cuando cruzamos a este lado de los Andes, el movimiento del pueblo de Chubut contra las multinacionales británicas de la minería que destruyen el hábitat, consumen el agua que precisan las personas, no tenía en apariencia ni apoyos de parlamentarios u otros de cortesanos. Y Chubut explotó y Gabriela Cerrutti, aficionada a las alturas del poder con éxito pero sin votos, salió a cuestionar públicamente al pueblo de esa provincia. Les dijo que no era cierto el cuestionamiento del uso del agua por la multinacional Panamericana Silver. Es de suponer que Cerrutti es ingeniera en minas o algo por el estilo. Una encuesta que difundió parcialmente Raúl Timerman, realizada junto a Shila Vilker, daba cuenta en particular de cierto desconsuelo general de la sociedad con la política en medio de esos hechos, más aún, luego de la elección de medio término.

No hubo como en Chile, un movimiento nacional que trajera aparejado cambios en la percepción y el alineamiento social, sin embargo, el peronismo, el movimiento obrero, movilizaron tres asambleas públicas con una fuerza expresiva que podría ser motivo para dirigentes políticos para ir por transformaciones. Parece que no. Cuidado, la asamblea es superior a la representación. La CGT luego de años, al mismo tiempo, eligió autoridades voto a voto. Gustará o no la conformación de su dirección pero aquí hubo legitimidad. Y en las movilizaciones estuvieron además los movimientos sociales y el clamor fue muy explícito. Afirman al gobierno y piden una gestión mejor, más cercana a tomar decisiones de fondo.

Thomas Piketty ha señalado hace unas semanas, el riesgo de revoluciones en estilo francés de 1789, a raíz de las profundas desigualdades económicas. Ciertos hechos traumáticos en la historia dejan señales en su camino. Chubut podría analizarse en ese contexto. “Desde hace cuarenta años, el patrimonio público sufre una fuerte caída, después de un aumento en varios países, sobre todo, después de la Segunda Guerra Mundial”, ha expresado el economista. Afirmó además que “En vísperas de la Revolución Francesa de 1789, la parte del patrimonio nacional acaparado por el decil (el 10 %) más rico se acercaba al 90 % y lo que poseía el centil (el 1 %) más rico alcanzaba el 60 %”. Esa cifras proyectadas a la actualidad, analiza, dan un mapa semejante a aquellas revueltas que conmovieron al mundo. Y esas diferencias sostenidas en la desigualdad, el saqueo de los bienes públicos, la destrucción del Estado, tienen un escenario particular en América Latina. Argentina no está fuera de esos términos y es aquí donde se espera la transformación en serio. No es justo, indisponer al pueblo para llevarlo a actuar fuera del cuadro institucional.

La última gran asamblea pública del 10 de diciembre en Plaza de Mayo, anunció la candidatura de Lula a la presidencia del Brasil. Fue un encuentro muy contundente con una mirada hacia la actualización política y social de la región. No parece haber reparado en ello cierta zona del gobierno, los que tomaron notas podrían ahondar el reclamo para lograr un giro efectivo. Tanto que las autoridades deberían investigar los términos inamistosos hacia el pueblo de Chubut y hacia cualquier provinicia. La asamblea no coincidiría con sus impresiones. Ese trago amargo en pasillos oficiales permite intuir que cierta cortesanía de gobierno tiene razones que no hacen a las razones del pueblo. Y que la materia de reforma del Estado es clave para una nueva etapa, que supere los aires de nobleza con los que se visten ciertos rangos del poder para hacer sentir al pueblo, que es un convidado de piedra. Y ese no es el programa del Frente de Todos.

Chile marca un punto límite. Si se anuncia la irrupción de Lula y Boric viene abriendo la tormenta hacia una renovación de la política para la recuperación de derechos en un sentido total, parece que por aquí hace falta terminar con la presunta superioridad de Buenos Aires para sumarse. Y no es poco. Es un camino que precisa de audacia, decisión y actos que expresen lo que en la calle se siente, esa desolación que hace que personajes de vodevil se metan en la discusión política. Hay que andar el barro, saber lo que siente el pueblo, la mujer, las nuevas generaciones y darle para adelante. Las tormentas vienen solas y la acción humana correcta tiene que evitar sus efectos con justicia y más justicia social y de las otras.

Por aquí, parece que para el pueblo, el horno no está para bollos. Veremos si se elige la voz de las asambleas populares y así recuperar el espíritu del Frente de Todos. No es necesario insistir en sacar a bailar a los que expresan a la globalización, a los pro británicos de la minas o la persistencia en la entrega de los recursos naturales y los pueblos como si fueran moneda de cambio para un status Recoleta. Motivar y cambiar es el camino el que señaló Boric en Chile, el que expresa Lula en su camino a las urnas para octubre en rumbo a la unidad regional. Aquel rumbo en el que se debe unificar para transformar sin mirar tanto a los Ceos, las corporaciones y el oportunismo de la usura financiera. Lograr voluntades, incluso en muchos de quienes hoy no aparecen jugados en la vía de la justicia social, es la respuesta necesaria, un dato para construir el presente y el futuro que demanda el pueblo.

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