BlackRock sin ley, o el poder al pueblo para recuperar el Estado de Derecho
¿Quién es BlackRock? El mayor administrador de fondos del planeta, alrededor de 7,4 billones de dólares que equivalen a 18 PBI de la Argentina. Tiene clientes en cien países como grupo financiero global. Lo llaman el “poder secreto”, que recibió este año un fuerte apoyo de la Reserva Federal por la que maneja billones de dólares de un rescate en favor de los grandes grupos financieros que arroja a la pobreza a millones de ciudadanos que reclaman democracia.
Escribe Alejandro C. Tarruella
Larry Fink y lo secreto
El gigante financiero que acordó el pago de la deuda de la Argentina, es gestor de activos de fondos de pensiones en los que los jubilados ponen sus ahorros y Black les organiza el juego de las acciones en su carácter de mayor administrador de activos, superior al banco chino más poderoso del planeta. Juega con sumas enormes en activos de gestión directa, y unos 20 mil millones más que moviliza desde el software de Aladdin. No tiene controles financieros desde el gobierno norteamericano, y es un gobierno no declarado que trabaja con intensidad el vínculo con la cortesanía de Washington.
Fue BlackRock que en un evento de banqueros en Wyoming, en agosto de 2019, propuso acabar con la independencia de los bancos centrales, que no manejaban ya los flujos financieros de la economía para unir economía monetaria y fiscal, que fijaban los parlamentos y así marcarlos intereses. Al nuevo sistema pasó a manejarlo el grupo financiero de Larry Fink en carácter de “especialista”, el nuevo título de nobleza que apañan poderosos y medios de comunicación.
La pandemia haría el resto y así, en marzo de 2020, el administrador BR ganó sin licitación ni ley que valga, la Ley de Ayuda, Alivio y Seguridad Económica (Cares) con un total ilícito de 454 mil millones de dólares a través de la asociación (¿ilícita?) entre la Reserva Federal y el Tesoro de EE.UU. La crisis económica provocaba las primeras rebeliones que iban a crecer en las calles.
Se dice que Jeffrey Sachs expuso, ante los casos 40 países del mundo con dificultades fiscales, y dijo: “Todos tienen que refinanciar sus deudas este año y el próximo, hasta que la recuperación de la pandemia estimule la actividad económica”. De manera que llamó a una presunta “racionalidad colectiva” y convocó a Larry Fink a quien le expuso: “Tu turno, te toca ayudar a evitar una catástrofe financiera mundial”. No explicó que el sistema, produce las catástrofes para luego “asistirlas”. En ese juego obtienen sus ganancias sin ley.
El fin del sueño de la vivienda
BlackRock, surgida en 1988, con Blackstone, adquirían por pocos dólares en la crisis de Lehman Brothers, propiedades hipotecadas para revenderlas o alquilarlas a precios holgados. Eso produjo la crisis del 2008. Fink y sus secuaces pasaron a comandar el negocio de las hipotecas desde la Reserva Federal y así compraron activos tóxicos de las mismas, MBS en su mayoría, no comercializables que pertenecían a American Isurance Group y Bear Stearns, operación independiente que le prohibía la Reserva Federal. Como se sabe, a cierta altura de la pendiente, la justicia es la que decide el poderoso.
A cara de perro contra la vivienda
Así, la empresa de Larry Fink ganó a raudales en los Exchange Traded Funds (ETF), dicen que fueron billones de activos de inversión que les generaron ganancias únicas y en la actualidad ese rubro llegó a controlar el 50 por ciento del total accionario yanqui y se convirtió en líder en todo el orbe. Junto a Sate Street y Vanguard, son los llamados Tres Grandes, mayor accionista S&P (Microsoft, Apple, General Motors, Coca Cola y Exxon) con casi un 90% accionario y participación en grandes bancos y el espectro mediático imperial.
Al tiempo de negociar la deuda de buitres y secuaces con Argentina, con el software de Aladdin, tomó la tarea de otorgar fondos de la Reserva Federal de la Ley Cares para la compra de activos de riesgo. Luego, reclama a la Argentina, más de 62 dos mil millones de dólares, acciones en su mayoría compradas a precio vil y luego remontadas a esas cifras. Fue cuando el ex viceministro de hacienda del presidente mexicano, Felipe Calderón, Gerardo Rodríguez, amenazó a Martín Guzmán en un estilo Al Capone: “Vos no sabés con quién te metes”. Larry Fink se sienta entre los 50 milmillonarios más ricos de los Estados Unidos y más poderoso usurero global. Por eso el acuerdo que manejó Martín Guzmán bajo conducción de Alberto Fernández, es histórico. Logró reducir una deuda injusta y usuraria a uno de los buitres del planeta.
En el informe “BlackRock – La compañía que es dueña del mundo”, la multinacional Investigate Europe estableció en 2018 que la firma de Larry “socava la competencia a través de la posesión de acciones en compañías competidoras, borra los límites entre el capital privado y los asuntos gubernamentales al trabajar estrechamente con los reguladores, y aboga por la privatización de los planes de pensiones para canalizar el capital de ahorro hacia sus propios fondos”. La legalidad y el Estado de Derecho no son sus fuertes para ese ejército conformado por la ilusión financiera.
Un megaestado paralelo
La empresa de Larry actuó sin que se tratara su desempeño en el Congreso, careciendo de una tasa de interés bajo la ley nacional o de los Estados en un rescate callado que diseñaba la falsead de un estado mundial, BlackRock y los más poderosos, que actuaba bajo sus imposiciones en grado de presuntas leyes. Una suerte de Edad Media al alcance de la mano. Sin expresarlo así, esos buitres mayores habían ocupado el espacio de los grandes bancos del mundo sin hacer ruido. Bajo el imperio de sus deseos, fuera de la ley, en el marco de un grado de irresponsabilidad social absoluto.
Peter Ewarten expuso el 14 de mayo, al tratar el tema BlackRock en su artículo “Foxes in the Henhouse” (Zorros en el gallinero), que el sistema económico actual “no es el capitalismo clásico sino más bien el capitalismo de monopolio de Estado, donde las empresas gigantes se respaldan regularmente con fondos públicos, y las fronteras entre el Estado y la oligarquía financiera son prácticamente inexistentes”. Es un “todo el poder a los buitres y sus secuaces”.
Ellen Brown, abogada californiana, titular fundadora del Instituto de Banca Pública y autora de trece libros, entre ellos “Web of Debt”, “The Public Bank Solution” y “Banking on the People: Democratizando el dinero en la era digital”, cuyo blog es Ellen Brown.com, ha aportado parte de la información acerca del gigante sin ley. En su libro “La telaraña de la deuda” (lo publicó la editorial Almuzara de Córdoba), sostiene que la emisión del dinero por parte de los gobiernos daría prosperidad sin producir inflación. “La deuda federal se podría pagar, los impuestos a la renta podrían ser eliminados y los programas sociales podrían ser incrementados y todo esto podría hacerse sin imponer medidas de austeridad en las personas o provocando una inflación galopante”.
La notable investigadora toma diferentes momentos históricos y sistemas y va del sistema de talonario inglés del rey Enrique I (1100 d. C.) al caso de las colonias británicas en América y Benjamín Franklin, creador del papel moneda, en su escrito “Una modesta investigación sobre la naturaleza y necesidad del papel moneda”; el “Greenback, moneda de curso legal que lanzó el gobierno de los Estados Unidos en el gobierno de Abraham Lincoln, la Reserva Federal (1913), el crack de Wall Street de 1929, la hiperinflación global, el aparato financiero en años recientes y las crisis financieras de 1990 y la de Lehman Brothers.
Hoy se trata de reunir poder en el mundo para acabar con el filonazismo neoliberal de mercado y el nihilismo de sus popes. El poder debe residir una vez más en el pueblo. La tercera posición parece ser un camino a explorar. Alberto Fernández lo hizo con el logro del reciente acuerdo por la deuda que en su mayor parte dejó el gobierno del escapista Macri.