Balance del 2020: Luces y sombras en el camino de la reconstrucción
El gobierno del Frente de Todos cumple doce meses, de los cuales solo tres pudo gestionar sin pandemia. La catástrofe de la herencia macrista sumada al derrumbe económico provocado por la emergencia sanitaria tiñen de gris el balance del primer año. Los propios errores del oficialismo y la existencia de una oposición irracional y golpista completan el escenario. Haber desalojado al neoliberalismo del manejo del Estado, el cambio de rumbo en algunas áreas y las perspectivas de un 2021 menos complicado son los aspectos positivos del inventario.
Por Claudio Siniscalco
El gobierno de Alberto Fernández dedicó buena parte de sus energías en la pre-pandemia a socorrer al tendal de heridos que había dejado el régimen de Mauricio Macri. Una inflación del 53,8 por ciento en 2019, la más alta desde 1991; una pobreza del 40 por ciento; más del 10 por ciento de desempleo; el cierre de 24.500 empresas; un aumento escandaloso de las tarifas de los servicios públicos; una colosal deuda externa de 277 mil millones de dólares (un 76 por ciento más que el endeudamiento que recibió), con una fuga de 88 mil millones de dólares, entre otras calamidades, dejaron un escenario de tierra arrasada.
El establishment recibió con hostilidad el retorno del peronismo al poder, bombardeándolo con operaciones mediáticas, movidas destituyentes y fallos judiciales adversos. Si el dolor por las muertes, el desplome de la economía, el aumento de la desigualdad y la angustia por el encierro transformaron al 2020 en el peor año que se recuerde en el mundo, la situación de nuestro país era aún peor.
Algunos logros
Con una cuarentena temprana y una inversión estatal inédita, el Gobierno mejoró sensiblemente el deteriorado sistema de salud, evitó el colapso tan temido y compensó parcialmente la caída en los ingresos de una gran porción de la población. Tarjeta Alimentar, medicamentos gratuitos para los jubilados, IFE y ATP fueron algunos de los instrumentos.
Entre otras iniciativas, se declaró como servicios esenciales a la TV, Internet y telefonía celular; se recuperó la importancia estratégica del desarrollo científico tecnológico, alentando el trabajo de nuestros científicos y promoviendo la producción nacional; se retomó el plan satelital y se lanzó el SAOCOM 1B; se mejoró la relación con las organizaciones sindicales y sociales, considerándolas, a diferencia del macrismo, como actores fundamentales en un proceso de desarrollo inclusivo y no como enemigos; se restructuró la deuda externa con los bonistas privados; se envió al Congreso, aunque con mucha demora, el proyecto de aporte de las grandes fortunas, que el Parlamento convirtió en ley y que algunos prometen judicializar; se envió también el proyecto de interrupción voluntaria del embarazo, cumpliendo una de las promesas de la campaña electoral; se recuperó la escandalosa transferencia de recursos que el gobierno de Macri le había regalado a Horacio Rodríguez Larreta, con la que profundizó la desigualdad entre la Ciudad de Buenos Aires y las provincias.
Presos políticos y Vicentín
La fallida expropiación de Vicentín, que naufragó tras las grandes expectativas generadas por el oficialismo, fue uno de los déficits de la gestión, junto a la inacción para enfrentar la continuidad macrista en la corporación judicial. La convalidación de la existencia de presos políticos -líderes perseguidos y encarcelados a través de causas armadas-, y la vergonzosa actuación de una Corte que confirmó la sentencia contra Amado Boudou sin dar explicaciones, son algunos de los ejemplos en este sentido.
Nuevo escenario
Si bien es cierto que el 2021 no podría ser peor que el fatídico 2020, conviene considerar algunos datos que alientan la esperanza. La llegada de la vacuna contra el covid, la recuperación de algunos sectores de la economía y el aparente final del idilio entre Alberto Fernández y Rodríguez Larreta, alentado por el debilitamiento de la pandemia y por la cercanía de las elecciones legislativas, empiezan a configurar un escenario distinto.
La recuperación del Estado tras el saqueo neoliberal puede ser el punto de partida para la reconstrucción. El peronismo y sus aliados tienen el gobierno, que no es poco. Faltan muchas batallas para poder conquistar aunque sea una porción del poder real. Y empezarán a librarse en los próximos meses.