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Aracelli Bellotta: presentación del libro “Perón. Una Biografía del siglo XXI”

Alejandro C. Tarruella

La escritora Aracelli Bellota, presentó el 23 de agosto, su libro “Perón. Una Biografía del siglo XXI” en el Espacio Pichuco de Hipólito Yrigoyen 3824 del barrio de Almagro, en el marco de un evento organizado por la Secretaría de Cultura del PJ a cargo de Carlos Benítez.

Reproducimos las palabras de Alejandro C. Tarruella, periodista de Infobaires24, con las que abrió el acto ante un público que cubrió la totalidad del espacio.

Se reconoce a Heráclito como el primer pensador que observó el devenir en las cosas al destacar la constante mutación del mundo. Así, nos dejó encontrar el punto de inicio del sentido histórico. Heráclito partía de una idea básica, la perseverancia en el cambio, la constancia en la mutación, la unidad en la escisión tema central, y la eternidad en la inconstancia. Lo único permanente es el cambio sugería: “Sobre aquellos que entran en los mismos ríos, fluyen siempre otras y distintas aguas…”. Y ese pensamiento tiene un valor enorme en las ideas del peronismo desde el aporte del general Perón. Y por las ideas y la historia del peronismo, hoy nos convoca a este encuentro, el nuevo libro de Aracelli Bellotta, “Perón. Una biografía del siglo XXI”.

En Perón, su concepto de movimiento se inscribe en esa continuidad, nos lo recuerda Fermín Chávez, que aportaba su saber de los presocráticos. Todo alude sin duda, a esta nueva obra de Aracelli donde toma la historia y la desenvuelve de un modo no lineal, metiéndose en sus rincones sin dejar de considerar en la escritura el mismo acto de trazar el rumbo y reescribir hasta encontrar el punto las palabras justas. Con el libro en sus manos, Aracelli comienza a cambiar las cosas y se juega para que su mirada ponga en movimiento su propio camino. Vamos a celebrar hoy entonces, un hallazgo pleno, que considero notable.

Si la política es también palabra en el tiempo, desdoblada de sus diversas vestiduras, “Perón. Una Biografía del siglo XXI”, es además, un desafío que consiste en establecer que su historia es contemporánea, como lo describió alguna vez Benedetto Croce. Ella se instala en el presente, dispone que su narración de hechos, vivencias y heridas del general Juan Domingo Perón, como algo vivo que nos conmueve, nos interpela y nos motiva en este hacer, vivir y hasta sufrir al plasmar en una obra los pasos de un trajín vibrante.

El general parece confirmarnos que no hay camino porque el único posible en el que haremos huella, se hace al andar, como nos enseñó Antonio Machado. Y hoy procuramos hacer el camino que nos sugiere Aracelli, en un relato donde los hechos se suceden en su interpretación, no en el seguimiento de un día a día cómodo y sin riesgos sino en la búsqueda de definiciones que nos permitan otear entre sombras, vamos a encontrar la huella y dar definiciones en torno a los tiempos desabridos que nos alcanzan y en los que tenemos que hallar el punto de esperanza que nos reúna.

Aracelli abre su trabajo en el ocaso del general, ¿es acaso una metáfora relativa a los días que vivimos? Me atrevo a decir que en esos gestos está la contemporaneidad y un dato aleatorio innegable, los acontecimientos históricos y políticos de América que destacan los mestizajes. Aracelli entonces, conforma un pensamiento cercano al que planteó Amelia Podetti, cuando escribió que América confirma el universo. Por ahí anda el peronismo.

En ese mestizaje, Aracelli va de ese ocaso hacia la niñez del general, tema crucial en su historia. El alma del líder, del conductor, se hace presente en el sonido de sus pasos, en el polvo de los caminos, en el frío de los huesos en las ranchadas de la meseta patagónica, en ese hurgar un horizonte que se hace del eco de los propios pasos. Ella repasa su niñez, donde nació, averigua si sus antepasados eran aoniken (esos que se presentaron a pelear contra los ingleses por el 1806), o españoles y así, va urdiendo el camino de su visión histórica profunda, fruto de una investigación sin concesiones. Y ahí lo importante, entre las menciones familiares de los lazos históricos, aparece la formación del general, referencias que vienen de Enrique Pavón Pereyra y otras, que se sintetizan al decir de Perón, “Soy hijo de un espíritu campesino, casi rural…” y de ahí una confesión que lo une al corazón de Evita: “yo creo que lo mejor del mundo está en los humildes”. Y Aracelli lleva esa revelación a la Patagonia donde Perón pasó sus primeros años entre paisanos en la estancia La Maciega en Río Gallegos o en la Chankaike. 28 grados bajo cero, vientos de a cien kilómetros por hora, nevadas, la piel adormecida en la adversidad del clima. El hombre se forma hasta los 8 años, decía Perón y agregaba: “después se prepara” como cuando fue arriero con su padre: de Camarones al sur hondo donde, aguerrido, se hizo de un oficio principal, el baqueano. Baqueano como el que expuso Sarmiento en el Facundo, baqueano de los aromas y los sonidos, de los pliegues de la tierra y la música de los pájaros. Baqueano como San Martín, Güemes o el cura Brochero, que andaba perdido en caminos y atajos buscando a Santos Guayama para procurar que no lo maten. Ese oficio lo llevó a otras historias en el tiempo para plantarlo por fin aquí en su personalidad única, como lo recoge Aracelli en este relato que es de hoy y sucede aquí, entre nosotros. Y si nos propone, entre sugerente y provocadora, y nos animamos, será de siempre, siempre que volvamos sobre nuestras huellas en la espiral callada de la existencia.

Así anduvo Perón que reconocía: “Esa fue mi primera escuela. Aprendí a conocer los valores enormes de la humildad y la vacuidad de la soberbia”, contó nuestra escritora. Y esos aconteceres van siempre anudados a lo controvertido y lo contradictorio de los años de los pasos últimos del general, los setenta, el regreso, los enredos, las contradicciones, el tiempo de la guerrilla frente al Estado de Derecho, aspecto que se rodea de desencuentros que dejan entrever que hay, tal vez, un punto de trabajo a futuro. Lo digo porque el tratamiento que da a su temática Aracelli, es abierto, no cierra puertas sino que comparte impresiones y se posiciona.

La secuencia histórica del peronismo, el modo de llegar mediante la línea de construcción que plasmó el general Perón, la originalidad de su legado, están bien subrayadas en la obra de Aracelli. Imagino que tenemos hoy de este modo, un libro que nos va a ayudar en los trabajos y los días de la formación política, del conocer en lo profundo esta historia única. Aquí no hay subterfugios, se trata de un nuevo modo de unir la filosofía de la Comunidad Organizada a la misma formulación política de un movimiento de profunda raíz americana que es observado en el mundo. Que hoy nos toque atravesar lo adverso, la entrega voraz, la destrucción de las herramientas del Estado Nacional para sobreimprimir la falsa pertenencia británica (y de las otras) en el territorio de la Patria, no significa que se haya impuesto la traición. Puede ser como en los albores del 4 de junio de 1943, que la soberbia se haya subido a un tembladeral sobre el que se derrumbarán traidores, miserables, entregadores y usureros. ¡No hay tiempo que no se acabe ni tiento que no se corte!, nos dice aún Martín Fierro.

Y Perón dejó en su legado aquello que expresa: la organización vence al tiempo. Los ejemplos son la presencia del pueblo en las luchas, el peso del movimiento obrero organizado, las nuevas organizaciones como ocurre en el campo de los Derechos Humanos y las organizaciones sociales. Eso hace a la persistencia de un ideario que está en lo profundo de la Patria. Eso se siente en este libro.

Encontramos además, un recorrido muy minucioso sobre Perón y el quiebre de 1930, el fin del gobierno de Yrigoyen, las vicisitudes de un tiempo histórico convulso, sostenido en el inició de la industrialización que proyectaría el peronismo. Siempre, nuestra historiadora trabaja con fuentes diversas que actúan al modo de convocatorias anchas y solidarias. La gesta, va a dar lugar al peronismo va del 4 de junio del 43, al ’45 del 17 de octubre, en un rumbo que el general hizo suyo como conductor y líder de un pueblo en una franja  de lealtades y convicciones. Allí se encuentra la historia de Evita, conmovedora, revulsiva; sin concesiones. A su muerte, hay una sensación de pérdida de rumbo y asedio permanente sobre el gobierno del pueblo y su líder. Y hechos dramáticos como el bombardeo a la Plaza de Mayo.

El relato del exilio, las penurias y la recuperación del rumbo en una reinstalación de un liderazgo histórico, tiene instantes muy notorios de análisis profundo. Así se logra entre otras cosas, ahondar los hechos para alcanzar a formular sus propias impresiones acerca de esa etapa. La personalidad de Perón fue la de un gran hacedor que en ese concepto de movimiento como episodio central, se hace y se rehace a sí mismo, reconoce la inestabilidad permanente y la organización para sostenerse sobre la misma osamenta del pueblo.

Cuando Aracelli analiza los años setenta, peregrina su texto de modo no lineal y deja un espacio para el lector. Afirma y deja zonas en blanco para que podamos hacer nuestra reflexión. Su afirmación es firme pero abierta en la historia que se cuenta, tiene posición y la comparte.

De pronto, cuando se habla de la etapa del retorno, surge que la guerrilla anunciaba el socialismo, y con precisiones escasas, su cúpula dirigente no presagiaba el peligro del fin del Estado de Derecho que impuso la dictadura, y así, el anuncio resultaría trunco en un sentimiento que atravesó a parte de una generación.

Perón, maniobró como pudo con un apoyo inédito del conjunto del pueblo argentino, no esperaba reacciones de organizaciones que atacaran a un gobierno que llegó con 62 por ciento de aprobación. El libro de Aracelli entonces, se hace aquí más necesario en la meditación imprescindible de aquellos momentos.

Hay un detalle interesante que la escritora desarrolla con sensible rigor. Perón regresa también en el dolor. Y el cuadro que va trazando de sus dolencias, de su voluntad inquebrantable cuando había cruzado el límite de los setenta años, se decide en el regreso. En ese punto del relato histórico, emparenta a momentos cruciales de la historia: los padecimientos de San Martín joven en campaña, el prócer que Jorge Coscia describió en su película “El general y la fiebre”. Aracelli nos hacer ver, es mi presunción, un presente del general Perón en el padecer a la hora de plantear políticas de transformación y  navega en una difícil realidad y se proyecta en la formulación del “Modelo Argentino” luego de su ponencia internacional en la que rescataba el tema ecológico. El Modelo Argentino, que es hoy un capítulo central de lo imprescindible para ponernos de pie, se inicia décadas antes con “La Comunidad” organizada y aborda temáticas que no desdeñan meterse con una visión crítica de la tecnología y sus usos desde el poder. Perón elabora allí los datos decisivos para pensar el país y el mundo desde nosotros. Y eso se encuentra en el andar de este libro. Estos asuntos trascienden a la crisis que vivimos los argentinos, tantas veces invitados a la interna de la internita para perdernos en los juegos de altura del poder.

Por estas impresiones, que comparto en este día singular, destaco el enorme valor de la “Biografía de Perón” de Aracelli quien practica una escritura sencilla, de arduo trabajo sobre la silla, como si galopara en los recovecos profundos de nuestra historia. Y lo celebro porque se trata de un gran trabajo que además, nos deja ver su convicción y su estatura como historiadora del pueblo argentino. Mis felicitaciones, compañera Aracelli Bellota, gracias por la invitación a esta celebración y a quienes han venido a compartirla.

 

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