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Ante el fin del Estado de Derecho, resistencia y esperanza

Por Alejandro C. Tarruella

Alejandro C. Tarruella

Intervención y entrega

La declaración de estado de excepción está en la puerta. Detrás de ella, el aumento de la represión, observado en la reciente marcha de jubilados, cabalga llevando como jinete a Patricia Bullrich. La Corte Suprema de Justicia abandonando la ley para tomar como guía los caprichos de los hermanitos Sinley, designa a dos nuevos miembros por decreto. En un fondo de escena, la criptoestafa (Bloomberg la sitúa en u$s 4.600 M) a la que buscan esconder a través de medidas que ocupen el centro y la esfumen, a modo de fantasma, del escenario. El Banco Central rifa millones de dólares para sostener el precio de la divisa mientras fuga cifras que, a nivel internacional, se sitúan por encima de los u$s 30 mil M.  El lumpenaje de gobierno va de modo abierto, por la suma del poder público. La violencia en las calles, la de la sociedad degradada, la de la represión sostenida por el discurso oficial, ciertos esperpentos de uso oficial, decretos de necesidad y urgencia, abunda como un canto de incertidumbre que no se comprende. Como si eso fuera poco, el gobierno anuncia que irán por la intervención de la provincia de Buenos Aires que puede ser el inició abierto de una etapa de tiranía. En general el panorama indica que, en tanto la oposición política no encuentre una unidad que se muestre severa y responsable, la realidad continuará siendo diseñada a filo de tiranía por la runfla del poder de gobierno.

Porque se apela al término, tiranía. El término procede de un vocablo griego que refiere al abuso de poder de la fuerza y, por lo tanto, señala al gobierno ejercido de un tirano que ejerce su voluntad desconociendo la justicia y entregando su país al extranjero. Al mismo tiempo, hay una confusión cuando muchos hablan de colonia como objetivo de los Sinley, sus mandantes y sus mandados. No es colonia el término correcto. El camino de estos entregadores, es el de la factoría. Entregando Malvinas, frente a lo cual el oficialismo político ni gran parte de la oposición, parecen inmutarse, el camino que pretende el lumpenaje de gobierno, es el de la factoría. Para ello, se precisa a un tirano en el estilo de Falaris, que en el siglo VI a.C. ejerció su tiranía en Acragas (antigua ciudad griega ubicada en la actual Agrigento, Sicilia) sin piedad ni derecho que valga. Sinley puede ser su émulo.

La factoría en días  coloniales, eran emprendimientos comerciales de explotación sin límite, ubicados en las colonias con destino al comercio con la metrópoli. Se trataba de organizaciones de mercaderes residentes en territorio colonial, que a su vez, eran la ley para la explotación de los nativos. En el concepto moderno, parecería que la factoría puede reemplazar a la colonia y ser un modelo directo de sometimiento y explotación. Aún la colonia, requiere una normativa jurídica, y aquí el lumpenaje de poder, lo que busca, es que no la haya y que el ejercicio de la norma, sea de aplicación directa por una autoridad policial sin otra regla que cumplir un estatuto de explotación fuera de toda idea nacional, con servicio a los poderes imperiales.

No todo se pierde

Pero no está perdido. La Asociación Argentina de Aeronavegantes (AAA), la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA) y la Asociación del Personal Aeronáutico (APA) aprobaron el acuerdo salarial con Aerolíneas Argentinas que logró recuperar parte de los salarios perdidos. La conducción y dirigentes de la estatura moral y política de Pablo Biró, encontraron con firmeza el camino de una solución parcial digna aunque no fuese la más justa. Un ejemplo como lo es el de los jubilados que protestan llevando su dolor, su esperanza, sus quehaceres de años, su adversidad, a las calles para reafirmar la presencia de un pueblo que está activo y sin conducción política. Otro ejemplo vivo, es la rebelión del pueblo misionero del año pasado, ejemplo de unidad del movimiento obrero y el pueblo con un objetivo común. Desde Buenos Aires se minimizan esos hechos porque, en el pensamiento colonizado (a veces incluso los “buenos” no se dan cuenta de que existe en su propia visión), las provincias ocupan un lugar de subestimación. Hay que superar con buena voluntad y mejores ideas ese padecer europortuario. Del mismo modo, no se valoriza actitudes como la del gobernador Ricardo Quintela, de La Rioja, que al crear la moneda Chacho, ejerce una acción de soberanía provincial y nacional, que debería tener mejor consideración de los bonaerenses en particular. Además, La Rioja es señalada como provincia en default, incluso por medios progresistas, cuando no lo está. La deuda en cuestión, está siendo negociada y por lo tanto, no existe en mentado default. Además, actualmente, la provincia demanda por 320 millones de dólares en razón de la deuda del Estado Nacional con La Rioja, según el artículo 83 del Presupuesto Nacional 2023/24. En todo caso, el responsable de esa situación es el Estado Nacional. Qué joder.

El gobierno y sus esperpentos, claman que a provincia de Buenos Aires es un baño de sangre mientras alientan tras bambalinas la violencia. Conocen las leyes de la oscuridad, las contraofensivas de la derrota anunciada y como levantar escenarios falsos. ¿El anunció de intervención a la provincia no constituye un posible golpe de Estado? El Parlamento en tanto, parece en general confiado en que se defienda “la institucionalidad democrática”, mientras practica elocuente un sinnúmero de movimientos de baile que pocas veces muestra. Representantes responsables, van por una unidad en el sentido de plantear la problemática profunda de la república que está siendo desguazada. Allí están los que, sin altura, entregaron la “ley de bases” y siguen aferrados a cajas y negociación en la semioscuridad y los que resisten. Por lo pronto, hay que unir voluntades para derogar el decreto 70 y profundizar con honestidad, la investigación de la estafa de $Libra realizada por una banda internacional con base en el gobierno del país. Y exigir que se respete al periodismo, levantando la censura de prensa a los fotoperiodistas, a los que han prohibido en la práctica, el ejercicio de su profesión en el Congreso Nacional como si gobernaran Trujillo, Somoza y Stroessner.

La novedad expresa en esta hora, que un Ministerio de la Nación insulte a un renglón de discapacitados calificándolos en estilo goebeliano, de “idiotas”, “imbéciles”, “débiles mentales” y lo que venga, para declarar en la práctica a esa humanidad, descartables junto a jubilados o ancianos sin remuneración ni asistencia del Estado. En categorías menores, son ubicadas muchas veces las provincias que padecen el abandono del Estado, la negación de la coparticipación y el dolor de gran parte de su población ante la pobreza y el desamparo. Lo mismo ocurre con la educación, la salud, la cultura, la investigación científica y el mundo del trabajo. Y es ahí donde hay que sumar con un criterio de esperanza, difícil pero definitivamente necesaria, y de unidad política a un gran movimiento que tenga capacidad de recuperar definitivamente el país, de este simulacro de entrega y sumisión que ahora va por un avance en el fin de las reglas del Estado de Derecho, la destrucción de las autonomía provinciales, las fuerzas armadas y el movimiento obrero organizado, mientras van por la comercialización lisa y llana de los resortes y los negocios de un país que pretenden factoría. Ante todo esto, resistencia y esperanza, cueste lo que cueste. ¡No hay tiempo que no se acabe/ni tiento que no se corte!, dicen el Martín Fierro y José Hernández.

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