Los Lanatta están en Ranchos, Varela, Quilmes u otro lugar adonde los envíen las conjeturas
Escribe Nicanor Zambrano para Infobaires 24
Están vivos, los tenemos
Cristian Ritondo repitió que debían detenerlos de inmediato. Los expertos en conjeturas de los medios, periodistas y especialistas en chismes, dijeron una y otra vez que era cuestión de segundos, que estaban cercados luego de haber disparado impunemente contra dos policías. Ritondo aseguró que “son ellos, están vivos”. Los veían en áreas rurales de Ranchos, luego en el ejido urbano y los periodistas establecían la rigurosa peligrosidad del operativo que iba a realizarse sobre las viviendas donde se encontraban. Pero resulta que no se encontraban. “Están vivos. Los tenemos localizados”, insistía Ritondo.
La propia policía dejó trascender que Víctor Schillaci y los hermanitos Víctor y Martín Lanatta, fugados el domingo pasado del penal de General Alvear, estaban «cercados» por un operativo que sostenían unos 700 agentes. El jueves a las 3.40 de la madrugada, al dar la policía orden de detención en un puesto vial de Ranchos, a la camioneta Ford Ranger, los prófugos –si eran ellos- descendieron y balearon a dos agentes, Lucrecia Yudati (33), y Fernando Pengsawath (22), internados en el Centro Médico Fitz Roy, de Palermo. Sin embargo, los condenados a cadena perpetua no aparecían el viernes a la mañana. Llovía intensamente en la Capital luego de que en la tarde del jueves la tormenta cayera sobre Ranchos.
Fue entonces el Ministerio de Seguridad que confirmó luego el violento hecho en de la ruta provincial 20, a la altura de Ranchos. Se organizó de inmediato el operativo cerrojo. La ruta 20 conecta a Magdalena con el distrito de General Paz, y se une con la Ruta 36, la ruta 2 en Chascomús y la Ruta 29 que une los municipios de Monte y Balcarce, en el noroeste bonaerense. Se vigilaron caminos rurales y municipios de la zona en procura de dar con los criminales. Se dijo que huían en una Ford Ranger color gris. Ahora bien, unos decían una cosa del episodio y otros, otra. El responsable de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) descentralizada de Brandsen, Mariano Sibuet, no pudo confirmar que los responsables del acto criminal contra los policías fueron los Lanatta y su cómplice, en cambio el ministro de Seguridad de María Eugenia Vidal, Cristian Ritondo, lo afirmó: “Sin dudas son ellos. Sabíamos que podían seguir con esa camioneta Ford Ranger”, remarcó el ministro a la prensa.
Carlos Mahiques, ministro de Justicia bonaerense, habló el primer día del año nuevo y reveló “estamos en permanente coordinación” y después “esperemos que los responsables estén detenidos”. El ministro Mahiques señaló, como si no se supiera, que se trataba de una “causa muy compleja”. “No he querido adelantar nada…”, deslizó impreciso. “Se terminó lo que se venía dando”, dijo luego diferenciándose de lo hecho por el kirchnerismo. Lo cierto es que no tenía nada y no se atrevía expresar como Sócrates: “Solo sé que no sé nada”.
Chorros, asesinos y faraones
En tanto, se anunciaba que asumía el nuevo titular de la cárcel de General Alvear, Mayor Marcelo Ruppel, quien fue Funcionario en la Unidad 14 de la misma ciudad, años atrás. Le cabe en responsabilidad, inicial la investigación en torno de las complicidades internas con la fuga. Y aportar en las pericias sobre una camioneta similar a la utilizada en la huida del penal y que los sabuesos hallaron en la casa de un amigo de Schillaci. La detención del Faraón, un personaje de policial negro, propietario de una pizzería y pleno de averías, le daba al caso cada vez más, un contenido de relato televisivo en tanto las fuerzas de seguridad a cargo de Ritondo, no daban con los hombres del raje.
Lo cierto es que corrían las horas y los fugados brillaban por su ausencia en medio de las conjeturas de los “especialistas” que hacían los relevos en los canales y las radios en el primer día del año. Si de conjeturas se trata, la primera pasaría por urdir que si hace casi dos días que están rodeados, negociando las mejores condiciones para el retorno, si los celulares suenan y los hombres de la justicia se comunican con los familiares para establecer las nuevas condiciones de los delincuentes en la cárcel, lo más posible –en términos llanos- es que haya problemas en la comunicación, que alguien equivocó el número telefónico con quien se establece el diálogo, o que, sin más, no tengan idea de donde se encuentran ni por donde y hacia donde se dirigen los tres hombres de la fuga. Nadie puede negar sin embargo, que Cristian Ritondo y la Vidal se la tienen que ver con el trío más mentado que pisó la unidad Alvear.