El 12% de los chicos en edad escolar presenta alguna dificultad en la visión. Con el diagnóstico tardío, la patología se agrava y se vuelve irreversible. Ambliopía, estrabismo, miopía e hipermetropía, entre las patologías oculares más frecuentes de la niñez.
Un caso frecuente: un nene comienza a bajar el rendimiento escolar, no copia lo que la maestra escribe en el pizarrón, y los padres, preocupados, luego de dar algún que otro reto que no revierte la conducta, consultan con distintos especialistas sin saber que la raíz del problema está en la visión. En ocasiones, cuando llegan al consultorio oftalmológico, la patología ocular está avanzada y las posibilidades de revertirla se reducen.
Por eso, el ministerio de Salud de la Provincia insta a comenzar los controles oftalmológicos desde el primer año de vida, aunque no haya signos de alarma ni de queja por parte del niño.
“Respecto de la salud visual es importante hacer controles a partir del primer año de vida, como lo establecen las guías de oftalmología pediátrica, ya que el diagnóstico temprano permite detectar problemas de visión que puedan impactar en el rendimiento y en la integración futura de los chicos”, sostuvo el ministro Alejandro Collia.
El diagnóstico temprano permite detectar problemas de visión que puedan impactar en el rendimiento y en la integración futura de los chicos.
Por su parte, el director provincial de Atención Primaria de la Salud, Luis Crovetto, agregó que “un problema frecuente es que las patologías oculares se diagnostican recién cuando el chico empieza la escuela, y se manifiestan en la mayoría de los casos, a través de problemas en el aprendizaje”.
De acuerdo a los datos del Plan de Salud Escolar que lleva adelante el Gobierno de la Provincia a través de la dirección de Atención Primaria, el 12 por ciento de los chicos evaluados en 2014 presentó alguna dificultad en la visión, por la que fueron derivados a consultorios oftalmológicos para iniciar el tratamiento. Esta iniciativa consiste en realizar controles médicos integrales y establecer un diagnóstico sobre los niños en edad escolar, siempre con consentimiento de los padres.
El jefe del servicio de Oftalmología del hospital de Niños, Néstor Murray, explicó que son al menos tres los controles que deben realizarse en la infancia: el primero al año de vida, el segundo a los tres años y el tercero a los 6, cuando comienza la escuela. “En la primera etapa es fundamental descartar las cataratas congénitas, que por suerte han disminuido considerablemente con la erradicación de la rubéola -una de las patologías que la desencadena-, gracias a la vacunación”, explicó.
Asimismo, otra patología a descartar a esa edad es el glaucoma congénito, que si bien no es muy frecuente, se estima que el 80 por ciento de los chicos que lo tienen, lo desarrollan durante el primer año de vida.
Murray señaló que los problemas visuales más frecuentes en niños son aquellos que se integran dentro de los denominados “vicios de refracción”, tales como el estrabismo, la miopía y la hipermetropía. No obstante mencionó dentro de las consultas más frecuentes a las conjuntivitis y a las vías lagrimales tapadas, “que pueden ser virales o bacterianas, de acuerdo a la época del año”.
los problemas visuales más frecuentes en niños son aquellos que se integran dentro de los denominados “vicios de refracción”, tales como el estrabismo, la miopía y la hipermetropía.
El estrabismo es la desviación de la línea visual normal de uno de los ojos, o de los dos. Y cuando no se detecta a tiempo puede derivar en ambliopía, una enfermedad ocular que los especialistas denominan “ojo perezoso”.
Si bien “el ojo vago o perezoso” puede revertirse con tratamiento y rehabilitación, es central un diagnóstico precoz porque pasados los 8 años su corrección se vuelve dificultosa, debido a la reducción de la plasticidad cerebral. “Por eso insistimos con los controles a temprana edad”, indicó Murray.
Entre las consultas más frecuentes que se reciben en el servicio de Oftalmología del hospital de Niños de la Provincia -adonde llegan diariamente chicos de todo el país- se encuentran también los traumatismos oculares, tales como úlceras en la córnea, heridas perforantes y laceraciones en las vías lagrimales.
El especialista explicó que en este último caso, los traumatismos están relacionados con la tenencia de mascotas como perros o gatos, que con sus garras y en el afán del juego suelen lastimar, sobre todo, a los más chiquitos. “También en los primeros años de vida y cuando están aprendiendo a comer, muchos nenes llegan con lesiones en los ojos producidas con tenedores”, agregó Murray.