Un genocida menos , murió Mario Benjamín Menéndez
El represor, quien falleció a los 85 años, antes de ser designado en Malvinas por el dictador Leopoldo Fortunato Galtieri, había participado del Operativo Independencia, una operación conjunta del Ejército y la Fuerza Aérea, comandada primero por el general de brigada Adel Edgardo Vilas y luego por Antonio Domingo Bussi, como consecuencia del cual desaparecieron, según estimó la Justicia, 650 personas.
El general retirado Mario Benjamín Menéndez, que gobernó las islas Malvinas durante 74 días durante la guerra de 1982 y firmó la rendición ante las tropas inglesa, falleció a la edad de 85 años. Miembro de una familia de militares que alcanzó notoriedad cuando su tío, el general Benjamín Menéndez, encabezó en 1951 una fallida intentona golpista contra el presidente constitucional Juan Perón, logró su propia hora de gloria cinco días después del desembarco del 2 de abril.
Venía de una familia de militares. Uno de sus tíos encabezó en 1951 un fallido golpe contra Perón y su primo Luciano Benjamín Menéndez carga actualmente con siete condenas a prisión perpetua por crímenes de lesa humanidad.
Subjefe del primer Cuerpo de Ejército, fue designado gobernador de las islas australes y jefe del comando conjunto de las tropas desplegadas, donde trazó una estrategia defensiva que fue luego muy criticada por el informe Rattenbach, que juzgó el pobre desempeño militar, carente de todo apoyo naval y paulatinamente sin respaldo aéreo.
Esa prosapia castrense fue la carta de presentación que esgrimió el entonces canciller Nicanor Costa Méndez, cuando visitó un mes más tarde a Fidel Castro para requerirle apoyo diplomático y el líder cubano lo desestructuró al preguntarte si, además de familia militar, era de los generales que peleaban o se rendían.
En las fotos de época se lo ve siempre atildado y peinado a la gomina, munido como otros generales y oficiales de alto rango con un abrigo de duvé, que contrastaba con el inservible equipamiento de los conscriptos movilizados y sumergidos en los “pozos de zorro” inundados, señaló Infojus.
La historia le asigna también haber disparado la famosa frase “que venga el Principito” cuando se supo que el heredero real británico Andrew estaba embarcado junto a la fuerza de tareas comisionada para recuperar las islas. Él siempre lo negó y dijo que era un invento de la inteligencia militar que no podía desmentir y hasta culpó a su jefe, el dictador Leopoldo Fortunato Galtieri, de no entender lo que ocurría en el escenario bélico.
El 14 de junio del 82, contrariando las órdenes recibidas, firmó el acta de capitulación ante el mayor general Jeremy Moore, por lo cual fue detenido al regreso de las islas. Tampoco pudo huir del destino de su dinastía, que tuvo otro exponente notable en su primo hermano, el general degradado Luciano Benjamín, apodado “Cachorro” y tres años mayor, hoy con siete condenas a prisión perpetua por los crímenes de lesa humanidad que cometió como comandante del Tercer Cuerpo de Ejército a partir de 1976.
El 1 de abril de 2006, un día antes de que se conmemorara el inicio de la guerra, un grupo de excombatientes escracharon el domicilio del represor en la ciudad de Buenos Aires. “Menéndez, en tu nombre repudiamos a todos los cobardes que no se hicieron y no se hacen cargo de tantas muertes y de la traición”, dijo en aquella oportunidad Rodolfo Merlino, el titular del Centro de Ex Combatientes de Malvinas de La Plata.
Los veteranos marcharon con antorchas y cruces blancas con los nombres de los caídos hasta el frente del domicilio de Menéndez, en Arcos al 1500, donde reclamaron juicio y castigo para los responsables de la guerra y pidieron la suspensión de la pensión honorífica que cobraba el represor como ex combatiente.
“Sobran los motivos para repudiar a tan siniestro personaje. Fue un general de escritorio que se escondió toda la guerra. Es responsable de los muertos por el hambre, por el frío y de las torturas físicas a los soldados”, denunció Merlino, que integraba una organización compuesta por ex conscriptos. “Nada tenemos que ver con estos generales de la derrota, traidores y represores”, destacó.
Ya octagenario, en el 2012, Mario Benjamín Menéndez fue detenido brevemente y quedó procesado por su participación en el Operativo Independencia de 1975, durante el cual el Ejército montó el primer centro clandestino de detención, La Escuelita, en la falda de los cerros tucumanos, ensayo de la experiencia generalizada un año más tarde.