Denuncias de fraude: el último manotazo de ahogado de la oposición
Denuncias mediáticas de fraude electoral y de robos de boletas que jamás llegaron a la justicia. El rol de la derecha apadrinada por los medios hegemónicos de comunicación en torno a la molicie intelectual en una parte de la población y al rebajamiento del valor de la voluntad popular.
Propagar o no propagar odio. Esa es la cuestión. Fuimos testigos de cómo el PRO convirtió en hábito la denuncia de fraude en cada oportunidad donde la elección del soberano no lo favoreció. El partido exponente de la derecha neoliberal más obstinada, amparado por los monopolios informativos, obtuvo gracias a sus reiteradas denuncias (que por cierto jamás se judicializaron), algunas “victorias”, desdichadamente momentáneas, para sus quimeras, como la reapertura de urnas y el recuento voto a voto en Santa Fe, que definió la efectiva derrota en la carrera gubernamental, por un manojo de votos, de su quijote amarillo.
El yeite es claro: hay que ensuciar la elección, luego se ve cómo proseguir. Y con este slogan se actuó durante el 9 de agosto. Las redes se llenaron de denuncias por fraude y robo sistemático de boletas, y las réplicas de éstas contaban por millares, tanto en internet como en algunos medios de comunicación que las levantaban para tener con qué llenar el vacío informativo causado por la veda.
Pero desde la Justicia Electoral, días después del escrutinio, informaron que aquello denunciado públicamente a través de los medios y de las redes sociales quedó reservado exclusivamente para esos lares. Ninguno de los dirigentes de la oposición, ni siquiera la ahora ex precandidata presidencial, Elisa Carrió, ni su socia en la Alianza Cambiemos, la diputada nacional por el PRO Laura Alonso, –vedettes de las denuncias tuiteras–, realizaron una presentación ante la justicia.
Están construyendo el fraude. Dios va a hacer sonar el escarmiento.
— Elisa Lilita Carrió (@elisacarrio) agosto 9, 2015
La elección está siendo peleada voto a voto, están mintiendo de forma descarada, que nadie nadie se mueva de las urnas! — Elisa Lilita Carrió (@elisacarrio) agosto 9, 2015
En Merlo se repiten las anomalías: en las urnas boletas cortadas sin MM Dificultad para acreditar fiscales y saqueo d papeletas #CuidaTuVoto
— @lauritalonso (@lauritalonso) agosto 9, 2015
Miles de personas denunciando el robo de boletas. El gobierno quiere hacer como con la inflación y la pobreza: negarlas pero NO puede — @lauritalonso (@lauritalonso) agosto 9, 2015
No paran de llegar reportes desde todo el país por robo de boletas. Los fiscales siguen reponiendo #CuidaTuVoto #Paso2015
— @lauritalonso (@lauritalonso) agosto 9, 2015
En escuela Malvinas Argentinas de Isidro Casanova también denunciaron robo de boletas. Fiscales atentos #CuidaTuVoto pic.twitter.com/mRS5CEdVIf — Cristian Ritondo (@cristianritondo) agosto 9, 2015
Todo fue –y es– parte de una campaña, claramente delineada y orquestada por Durán Barba, con un manifiesto objetivo, y ya sabiendo con aproximación las tendencias de los resultados del escrutinio: calumniar el sufragio y descalificar la voluntad popular, seguir construyendo la “grieta” entre los argentinos y avivando el encono hacia quienes pretenden la continuidad del FPV en el mandato nacional.
Un viejo mandato peronista bogaba con que “todo es mejor si se lo controla”. Y quien alguna vez fiscalizó o participó de una jornada electoral sabe que las posibilidades de fraude son prácticamente irrealizables, no sólo por la existencia de fiscales de más de un partido político, sino porque también es impensable que un presidente de mesa – argentinos escogidos al azar mediante un sorteo informático del que se excluyen a los afiliados a partidos políticos– se arriesgue a semejante maniobra delictiva.
Pero esta información parece no constar en los registros de algunos dirigentes de la alianza UNA: El diputado nacional Felipe Solá y candidato a gobernador por Una Nueva Argentina (UNA), presentó una denuncia de robo de votos en su contra. Según Solá, la prueba estaría en cientos de telegramas que habrían sido modificados. Con una asombrosa exactitud, Solá declaró que le robaron 192.446 votos, un 2,21% del total provincial y que, si le hubieran sido computados, habría alcanzado un total de 1.696.229 votos obteniendo así el segundo puesto.
Con una asombrosa exactitud, Felipe Solá declaró que le robaron 192.446 votos
A las maniobras ya relatadas y conocidas por todos luego de las PASO del 9 de agosto, se sumaron ahora las deliciosas gestas acontecidas en Tucumán. Tanto la oposición política como la mediática dispersó una estrategia de victimización: operetas virales en la red con fotos falsas y denuncias de fraude injustificables, a las que se adicionaron unas sugestivas quemas de urnas, por las que están detenidos dos dirigentes opositores, candidatos a concejales por Acuerdo para el Bicentenario (Alianza que proponía como candidato a gobernador al opositor José Cano). Pero curiosamente de esto en los medios no se habla, y en las redes tampoco está viralizada esta información, sólo nos encontramos con simpáticas afrentas de los expositores de la más rancia derecha cipaya a los candidatos oficialistas:
En Tucumán gana el delincuente Manzur, robándose literalmente los votos. Dios nos guarde en las elecciones de octubre http://t.co/EtdFZclRgm
— Magdalena (@MagdaRuizG) agosto 24, 2015
Jujuy, Tucumán y Formosa son avisos de lo que va a ser la elección nacional. El Gobierno va a matar gente si necesita hacerlo para ganar. — Jorge Lanata PPT (@Lanataenel13) agosto 24, 2015
La utilización de las redes sociales durante las últimas PASO con el fin de desacreditar la voluntad popular y fomentar tanto el rechazo al peronismo (ergo, al kirchnerismo) como el desprecio por las multitudes populares y por un gobierno que supo devolver la dignidad a una nación entera, fue esta vez más que grandiosa, insuperable.
¿Cuál es la táctica de los medios al servicio del neoliberalismo que pretende volver a ganar el poder? Sencilla: agarrarse del facilismo intelectual de esa parte de la población intolerante a la igualdad y a la inclusión, a sabiendas de que estas personas creen estar ampliamente informadas con la simple lectura de un titular y una bajada o de un flash informativo visto en televisión.
La gente necesita todo tipo de información encascada, ya no tiene la necesidad de salir a buscar la verdad y se conforma con lo que le ubican más al alcance de la mano. Producto de este gran desgano intelectual, del que se aferran los monopolios informativos, ocurre el acostumbramiento a las comodidades tecnológicas –comodidades conquistadas por situaciones económicas devenidas, con obviedad, del proyecto político, económico y social encabezado hoy por Cristina Fernández de Kirchner– y de este bienestar es que se sirve el establishment para fomentar la amnesia en determinados sectores sociales y alimentar el odio entre determinados grupos.
Este desagradecimiento estructural de ciertos estratos no es nuevo: se lo hicieron a Perón y ahora se repite con el kirchnerismo. ¿Será que no basta con la gestión y es necesario recordarles a algunos qué se hizo por ellos y dónde estaban 12 años atrás? ¿Por qué será que muchos argentinos muerden la mano a quienes les dan de comer?