De la diKtadura al nazismo, por Chiqui Legrand
Una vez más, Mirtha Legrand se sitúa en el foco de todos los medios tras haber comparado infelizmente al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner con el nazismo.
La inextinguible conductora otra vez volvió a dar la nota, pero en esta ocasión con una analogía de lo más pendenciera e intolerante. Durante la última emisión de su programa, mientras conversaba con el periodista del grupo Clarín, Mario Massaccesi (a quien por cierto la señora hizo pasar una serie de momentos para el olvido durante la comida), citó una carta de lectores que aparentemente salió publicada el día 11 de agosto en el diario Clarín: “después de considerar los resultados de las primarias, la principal conclusión es que tendremos un final abierto para los comicios de octubre. De cara a las presidenciales, Macri desaprovechó una oportunidad al insistir en su estrategia de no negociar con Massa en la provincia de Buenos Aires para incorporarlo a la interna de las primarias. Si quiere ser presidente, -y atención con esta frase que viene que me pareció muy inteligente-, deberá imitar a Churchill y Roosevelt, que no sentían afinidad con Stalin, pero debieron aliarse con él para vencer a la Alemania de Hitler”.
Acto seguido, probablemente con el fin de pedir una opinión al “informador” o de ser condescendida por éste en torno a su idea, agregó: “¿No te parece buenísima la frase?”, a lo que Massaccesi respondió advirtiéndole que la comparación elaborada le iba a traer complicaciones: «Después del ‘dictadora’ y ahora la compara con la Alemania de Hitler, ojo con eso, Mirtha». Legrand se mostró muy molesta con la advertencia del periodista e insistió en realzar la analogía para intentar sacarle una respuesta favorable a su criterio, pero al no percibir viento a favor cerró la conversación con un: “No está de más el comentario eh…” Y fue automáticamente al corte.
Comparar al gobierno que en los últimos doce años ha logrado los más notables avances en inclusión social, en reconocimiento de derechos a los sectores más vulnerables, en la recuperación soberana del patrimonio de todos los argentinos, con una feroz dictadura que asesinó a por lo menos seis millones de personas, que persiguió a artistas e intelectuales, que llevó a la guerra a todo el mundo es no solo una analogía miserable y falaz, también muestra el desprecio por los millones de muertos del genocidio nazi.
“La Chiqui” tiene una capacidad inigualable tanto para incomodar y maltratar a sus invitados como para olvidar desde enunciados personales –en apoyo a los gobiernos militares y neoliberales– hasta alegres reuniones con genocidas. En esta oportunidad, tocó fondo. Nada más lejos podía haber elegido para comparar estos 12 años de victorias nacionales y populares.
La realidad es que la diva de los almuerzos está bastante lejos de ser una “justiciera” y no siempre se mostró tan crítica a los gobiernos como ostenta hoy.
Quizás, sus declaraciones acerca de la “dictadura” que manifiesta estar viviendo en el país y su acusación de “dictadora” a la presidenta de los argentinos, Cristina Fernández de Kirchner, se deban a que haya olvidado que durante 1978, después del polémico mundial disputado en Argentina, Legrand llamaba «presidente» al dictador Jorge Rafael Videla y denunciaba una «campaña anti Argentina organizada» por los organismos de Derechos Humanos internacionales y las delegaciones enviadas por Francia para investigar las violaciones a los DD.HH. (un dato curioso: en la misma mesa se encontraba Susana Giménez quien increíblemente hablaba de la “falta de cultura” en los países que denunciaban los delitos de lesa humanidad cometidos en Argentina durante esos años).
Tal vez, la imagen tomada durante la década del noventa, donde se la ve muy comedida y simpática saludando a Jorge Astiz haya sido un momento “orquestado”, “una trampa”, y la enorme y veraz sonrisa en su rostro se deba probablemente a a un momento de misteriosa incomodidad o una mala intervención quirúrgica.
Tal vez, la imagen tomada durante la década del noventa, donde se la ve muy comedida y simpática saludando a Jorge Astiz haya sido un momento “orquestado”, “una trampa”
Seguramente Mirtha no fue cómplice de los delitos de lesa humanidad callando durante más de treinta años el episodio de su sobrina María Fernanda Martínez Suárez; aquel en el que su fama logró tocar al interventor militar de Canal 13, para iniciar gestiones frente al ministro de Interior de la dictadura, Albano Harguindeguy, y lograr la aparición con vida de la joven (pero no del marido de María Fernanda, un militante de la JP que aún continúa desaparecido).
¿Cómo se llega a comparar al Kirchnerismo con el nazismo? Es algo inexplicable. Quizás, teniendo en cuenta la enorme cantidad de inviernos que suma la diva de los almuerzos, podría explicarse entonces el tremendo desvarío cometido. Pero se sabe que la señora no es ninguna ingenua y que la edad no le afecta las capacidades cognitivas: todas sus frases, preguntas, comentarios, acusaciones; todo, absolutamente todo está pensado, planificado muy cuidadosamente para vulnerar, para polemizar con violencia, para ensanchar la “grieta” que sus jefes crearon y que siguen adjudicándole al kirchnerismo.
Mirtha admitió haber vivido “esta misma ‘grieta’” en la época de Perón, y esto se debe a que fueron los únicos dos lapsos históricos en los que el pueblo fue el verdadero protagonista de las conquistas sociales y en los que un gobierno cumplió su deber democrático de representar a la mayoría soberana. Legrand tiene tan arraigado su odio a las multitudes populares y a los logros que este gobierno obtuvo para éstas, que ya no puede ocultar su deseo de retornar a la época más oscura de la historia argentina, a esa época en la que se la veía extremadamente feliz (y bastante más joven). Quienes viven esta democracia como una dictadura, es porque vivieron la dictadura como un edén.
Parafraseando a Roberto Piazza, Mirtha “tendría que retirarse y dejarse de romper las pelotas”.
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