Sanz y el vergonzoso fin del radicalismo

La alianza del radicalismo con el PRO le ha costado, además del abandono de sus principios históricos, uno de los peores resultados que la UCR haya conocido. Además, por primera vez desde 1916, el centenario partido no presentará un candidato presidencial. En esta nota, el trasfondo del acuerdo, los radicales que empiezan a movilizarse para recuperar el partido, y la aparición de Cobos como nuevo garante de que la alianza no se rompa.

Doce años han pasado desde la llegada de Néstor Kirchner al gobierno. Desde ese momento, su proyecto de país ha sido reelegido en numerosas oportunidades; primero bajo su figura, y luego, con la sucesión de Cristina Fernández de Kirchner.

En el transcurso de esos años, la oposición ha intentado, sin éxito alguno, conformar una alternativa a este modelo de país. Sin embargo, el último tramo del gobierno de la Presidenta de la Nación, ha provocado en estos sectores una imperiosa necesidad de unirse, dejando de lado su historia, su identidad y sus principios, a costa de conformar un frente que logre, por fin, derrotar al kirchnerismo.

De esa pretensión surge el frente “Cambiemos”: la alianza conformada por el PRO, liderado por Mauricio Macri, la UCR, encabezada por Ernesto Sanz, y la Coalición Cívica, con Elisa Carrió al frente. Pero la cuestión determinante en este nuevo acuerdo es quienes resultan ganadores o perdedores en su finalidad.

En principio, el más beneficiado ha sido Mauricio Macri, debido a que el apoyo de estos sectores le brindó la posibilidad de extender el armado de su partido que hasta entonces sólo abarcaba un distrito: la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, una ínfima porción del total del país. En ese sentido, se puede entender como triunfo para el PRO el hecho de capitalizar a su favor la elección de gobernadores radicales que poseen una estructura territorial relevante.

En lo que respecta a Elisa Carrió, el análisis no debe complejizarse. Sus años en la política argentina la encuentran virando por distintos espacios, rompiéndolos, uniéndose y desuniéndose con todo aquel que le haya hecho alguna propuesta tentadora para su candidatura personal.

Así sucedió con el frente UNEN, hoy desaparecido, y es también el panorama que envuelve su acuerdo con Mauricio Macri, a quien alguna vez definió como “uno de los empresarios ligados al robo del país” e incluso dudó de sus capacidades políticas, afirmando que tiene “una incompetencia feroz”.

En definitiva, esta alianza no le suma ni le resta, sino que conforma un capítulo más en su largo libro de idas y vueltas políticas.

El gran perdedor, sin lugar a dudas, es Ernesto Sanz, y el partido centenario que representa: la Unión Cívica Radical. Cuando, luego de la cumbre partidaria en Gualeguaychú, se decidió avanzar con la unión con el PRO, el senador nacional dejó atrás una de las consignas más importantes de quien –según ha asegurado en varias oportunidades- es su líder histórico.

En el año 1992, Raúl Alfonsín afirmó que «si la sociedad se hubiese derechizado, lo que la UCR debe hacer es prepararse para perder elecciones, pero nunca hacerse conservadora». Lo que Ernesto Sanz ha hecho es aliarse con el partido que representa a la derecha argentina en la actualidad, en la búsqueda de vencer al kirchnerismo y mantener algunos de sus bastiones territoriales.

Raúl Alfonsín afirmó que si la sociedad se hubiese derechizado, lo que la UCR debe hacer es prepararse para perder elecciones, pero nunca hacerse conservadora

Sin embargo, el resultado de las elecciones de octubre terminaron de sellar el acta de defunción de uno de los partidos más importantes en la historia argentina. Los números fueron de los peores que el radicalismo haya conocido desde su surgimiento.

La UCR sacó menos sufragios que el voto en blanco. Según los datos oficiales, con el 97,84% de los votos escrutados, la fórmula Ernesto Sanz-Lucas Llach obtuvo el 3,44% de los votos positivos, que equivalen a 756.777 adhesiones. El voto en blanco en la categoría para presidente obtuvo 989.823 sufragios.

Se ubica, entonces, en la segunda peor elección de la UCR en la historia, luego del escaso 2,34% que Moureau-Losada obtuvieron en 2003; pero el contexto en aquella vez, era doblemente desalentador: la imagen del radicalismo estaba en el subsuelo por la fallida experiencia de Fernando De la Rúa en el gobierno de la Alianza.

El pésimo resultado que acuñó Ernesto Sanz no afecta solamente a su partido sino a su candidatura personal: quedó cuarto en su provincia natal, Mendoza. Enterrada quedó su famosa frase: “yo no quiero ser apéndice de Macri”.

Este panorama marca un hito histórico más. Por primera vez desde 1916, la Unión Cívica Radical no presentará una fórmula presidencial. Consultado por esta cuestión, Sanz contestó que “más allá de llegar a octubre con un candidato presidencial, lo que queríamos era llegar a octubre ganando las elecciones”, sin dejar lugar a dudas sobre su predominante visión especulativa.

Por primera vez desde 1916, la Unión Cívica Radical no presentará una fórmula presidencial

Frente a esto, un sector del radicalismo cordobés reclamó la renuncia de Sanz al frente del Comité Nacional de la UCR por exponer al partido a la «derrota más humillante que se recuerde en su centenaria trayectoria democrática».

“El resultado de las PASO dejó una certidumbre: fue la alianza electoral de centroderecha que llevó adelante la dirección nacional de la Unión Cívica Radical -con el concurso de los Convencionales Nacionales que la aprobaron-, que tenía como único objetivo asegurar la supervivencia, por una temporada más, de dirigentes con más pasado que futuro», sostiene el comunicado.

Los radicales cordobeses acusan a Sanz de haber propiciado el «abandono de las mejores tradiciones nacionales, populares y progresistas» de la UCR,  «brindar una candidatura testimonial» que «legitimara» la postulación de Mauricio Macri  y «ofertar al PRO la tercerización de los «servicios de fiscalización electoral en los comicios generales de octubre, a cambio de un racimo de cargos legislativos».

Por último, los radicales cordobeses reclamaron a la actual conducción «depositar la soberanía partidaria en manos los afiliados, para dar inicio al verdadero proceso de renovación política que la sociedad le exige a la Unión Cívica Radical”.

La misma línea siguió el vicegobernador de Santa Fe, Jorge Henn, al asegurar que la alianza con el PRO fue «lo peor que le pasó al radicalismo” y que «ahora hay que trabajar por una alternativa progresista desde la UCR» porque «la estrategia y la elección que hizo el radicalismo dan ganas de llorar”.

Por su parte, el Movimiento Nacional Alfonsinista, que encabeza Leopoldo Moreau y el partido Forja, liderado por Gustavo López, avanzaron en la conformación de un nuevo espacio político que “represente la síntesis del yrigoyenismo y el alfonsinismo”, en el marco de una alianza estratégica con el Frente para la Victoria.

Para Moreau, “son muchísimos los argentinos que nunca imaginaron que la sigla de la UCR iba a estar de rodillas ante el conservadurismo” y agregó que a la “claudicación ideológica” del acuerdo con el PRO “hay que agregarle el hecho de que ni siquiera ese acuerdo trajo aparejadas ventajas para la UCR”.

Para Moreau, son muchísimos los argentinos que nunca imaginaron que la sigla de la UCR iba a estar de rodillas ante el conservadurismo

Ante estos movimientos, el PRO recurrió a Julio Cobos para evitar el alejamiento de la UCR, concertando un encuentro donde, según trascendió, se analizaron los resultados de las elecciones y el ex vicepresidente reiteró su propuesta de armar un «acuerdo de gobernabilidad» de cara a la primera vuelta.

El senador nacional toma relevancia ya que Mendoza es uno de los distritos, junto a la ciudad de Buenos Aires, en donde Cambiemos se impuso al Frente para la Victoria en las PASO. Al parecer, ahora encarnará la figura de quien tome la posta para garantizar que la alianza que indigna a tantos militantes radicales históricos continúe en pie.