
Ernesto, el desmemoriado
Mientras Mauricio Macri opta por un discurso más afín a las políticas del gobierno nacional, Ernesto Sanz se diferencia de este sorpresivo giro y apunta al núcleo duro opositor. En esta nota, las principales contradicciones del candidato y su partido, que abandonó su esencia hace más de una década.
El dirigente radical Ernesto Sanz dio inicio a una nueva estrategia electoral de cara a las PASO que se avecinan. Ante el difícil panorama que se le presenta en la interna, debido a que, según la mayoría de las encuestas, su rival Mauricio Macri captaría el 80% de los votos, el mendocino decidió apuntar al “núcleo duro opositor”.
Diferenciándose del giro discursivo del PRO, en el que Macri elogió las políticas de bandera del kirchnerismo asegurando que les daría continuidad, Sanz contestó que él no tiene “problemas de coherencia” ni “necesito ahora acercarme al Gobierno o alejarme de él porque llevo doce años parado en el mismo lugar, frente al kirchnerismo”.
En ese sentido, Sanz descarta los votos de quienes comparten las principales políticas públicas llevadas adelante por el gobierno nacional, y expulsa, también, a los históricos radicales, aquellos que desean dejar atrás la experiencia de la Alianza, recuperando las banderas del histórico movimiento. Muchos de ellos, en especial los más jóvenes, decidieron abandonar a Sanz en su carrera presidencial por considerar que traicionó los principios de la UCR al aliarse con el PRO, un partido al que consideran esencialmente conservador y de derecha.
Sanz descarta los votos de quienes comparten las principales políticas públicas llevadas adelante por el gobierno nacional, y expulsa, también, a los históricos radicales
Raúl Alfonsín planteó, hace más de 20 años, que “si la sociedad se hubiese derechizado, lo que la UCR debe hacer, en todo caso, es prepararse para perder elecciones, pero nunca para hacerse conservadora”. El miembro del frente CAMBIEMOS no solo derechizó la UCR sino que lo hizo a contramano de lo que la sociedad exige y resignando los principios radicales a costa de retener algunas gobernaciones.
El ex presidente Fernando de la Rúa se manifestó de acuerdo con la decisión del dirigente radical, brindándole su apoyo a la nueva alianza. Las declaraciones no resultaron sorpresivas, debido a que el macrismo y de la Rúa coinciden en su impronta neoliberal. Las medidas tomadas en 2001 por el entonces presidente son exactamente las mismas que planea el equipo de económico del PRO según consignaron Broda, Espert y Melconian en una reunión con empresarios. Además, muchos de los funcionarios del actual gobierno porteño, incluido el recientemente electo jefe de gobierno Horacio Rodríguez Larreta fueron integrantes del equipo de gobierno del hombre que debió escapar de la Casa Rosada en helicóptero.
Ernesto Sanz decidió, entonces, emprender una durísima campaña contra el oficialismo, a través de un polémico spot donde dispara ferozmente contra los 12 años de gobierno kirchnerista.
En el video, Sanz comienza hablando de la famosa “grieta”, para luego enumerar quienes son sus “verdaderos enemigos”. El primero, según el presidente de la UCR, es el miedo. Resulta curioso que hoy defina al miedo como algo a combatir, cuando en 2001 fue la principal herramienta del radicalismo para acallar las manifestaciones desencadenadas por el estallido de la crisis social, económica y política.
En segundo lugar, se refiere a la desigualdad y a la pobreza. ¿Se habrá olvidado, Sanz, de los índices de desempleo, pobreza e indigencia que dejó el gobierno de De la Rúa hace más de una década? ¿Cómo piensa combatir la pobreza, si a una de las herramientas más inclusivas de la historia, como es la Asignación Universal por Hijo, la definió como “dinero para juego y drogas”?
¿Se habrá olvidado, Sanz, de los índices de desempleo, pobreza e indigencia que dejó el gobierno de De la Rúa hace más de una década?
Se mostró, asimismo, un ferviente opositor a la inseguridad. ¿Se referirá a la inseguridad que sentían las miles y miles de personas que golpeaban sus cacerolas porque no sabían que iban a comer esa noche? ¿Se referirá a aquellos que saquearon supermercados porque el hambre les hacía rugir el estómago? ¿O a las víctimas del corralito, tal vez?
Sanz gritó contra la injusticia. ¿Por qué no gritó contra la injusticia que sintieron aquellos que vieron recortados sus sueldos y jubilaciones para que se cumpla con lo exigido por el FMI? ¿De qué injusticia habla? ¿De la que aún no condena a los responsables de los 39 muertos que dejó la represión del 19 y 20 de diciembre de 2001?
El último “enemigo” enumerado por el presidente de la UCR fue la corrupción; algo también extraño, si se tienen en cuenta los 5 millones de dólares que el gobierno radical destinó a las coimas para que el Senado apruebe su Ley de reforma laboral.
Para cerrar, Sanz dijo que el kirchnerismo es esencialmente populista, asegurando que “el populismo es controlar todo para que nadie te controle”. Será que a Sanz le gusta que lo controlen, como controlaron a De la Rúa a través del blindaje y el megacanje o como pretende el PRO, a través de la liberalización de la economía, impartida por “un equipo económico como el de Cavallo”, tal como anunciaron en la reunión empresarial.
Su campaña, en definitiva, no hace más que ratificar el acta de defunción de la UCR. Su candidatura confirma que el gobierno de la Alianza comenzó el quiebre del histórico partido para que el frente CAMBIEMOS, finalmente, selle su muerte. Los verdaderos radicales deberán empezar una nueva construcción que recupere el carácter nacional y popular de su movimiento; aquel que dirigentes como De La Rúa y Ernesto Sanz se han empeñado en dejar en el pasado.
Hoy, la interna entre Macri, Sanz y Carrió es simbólica. Son tres candidatos diferentes, pero unidos bajo un sólo propósito: restaurar el neoliberalismo y dar marcha atrás con todo lo realizado en los últimos 12 años.





