Internacionales

El golpe en Grecia 1967 y la elección de negociar hoy

Informe Especial. Escriben Ignacio Campos y Alejandro C. Tarruella, exclusivo para Infobaires24

SEGUNDA NOTA

 

A las dos de la madrugada del 21 de abril de 1967, carros de combate tomaron los puntos neurálgicos de Atenas, mientras las tropas arrestaban a más de 6.000 personas.

 

El golpe consistía en la ocupación militar del país ordenada por el Pentágono y se denominó Plan Prometeo”. Los norteamericanos temían un movimiento popular insurreccional y consumaban el golpe para impedir que en democracia, la izquierda llegara al poder. El Rey Constantino, hermano de Sofía de España (que cobijó en silencio a su hermano), sostenía el historiador Julio Gil Pecharromán, “se enfrentaba a un dilema parecido al de Alfonso XIII en la España de 1.923: los golpistas afirmaban actuar en su nombre y en defensa de la Monarquía, pero él había permanecido al margen de la conspiración y,- aunque es probable que entonces simpatizase con la idea de una breve dictadura regeneracionista,- se enfrentaba al hecho consumado de que un grupo de oficiales, entre los que no contaba con hombres de confianza, le imponía un cambio de régimen que podía enfrentarle con la mayoría del pueblo”.

Finalmente, Constantino huyó a España y los coroneles golpistas derogaron once artículos de la Constitución de 1952. “Washington intentaría prevenir el crecimiento del voto de izquierdas en las inminentes elecciones y la vuelta al poder de la Unión del Centro, cuya actitud sobre temas clave como la cuestión chipriota o sobre el papel de Grecia en la OTAN, crispaba enormemente a la Administración demócrata de Lyndon. B. Johnson”, estableció el historiador Julio Gil Pecharromán.

Parece innegable una conexión entre los golpistas griegos y el Departamento de Estado de EE.UU. y la CIA, quienes brindaron todo su apoyo logístico.

 

El Golpe había sido prácticamente incruento, y los coroneles se cuidaron mucho de no establecer un régimen de terror sistemático, pero no tardó en surgir un auténtico Estado policíaco, en el que las autoridades, amparándose en la derogación de garantías constitucionales, convirtieron la arbitrariedad represiva en algo cotidiano. Cerca de trescientas organizaciones políticas, sindicales y culturales fueron cerradas de la noche a la mañana, y a los 6.700 detenidos en las primeras horas se sumarían otros 60.000 presuntos opositores”, escribió el historiador y describió así, un régimen impuesto por la OTAN en la posguerra (Ver “La Grecia de los coroneles”. Por Julio Gil Pecharromán. Revista “Historia 16”, número 56, Madrid, 1994).

   A ese golpe con base en Estados Unidos y la OTAN, lo precedían el de Brasil, en 1964, y el de Indonesía, en 1965. Luego siguieron Uruguay, Chile, Argentina, y otros. El hombre fuerte del nuevo régimen griego, fue el coronel Georgios Papadopoulos, quién mantuvo el poder a sangre y fuego. Unos seis mil militantes fueron prisioneros del régimen en Yaros y Leros, islas del mar Egeo. En Leros, la OTAN de Papadopoulos, tuvo presos a prisioneros adolescentes. Yaros es una isla rocosa, sin árboles ni agua, y estaba habitada por ratas. Se hacían arrestos en forma preventiva sin actuación de la justicia. Las mujeres, unas 250, fueron a la prisión de Halikarnasos sin aire ni y sol, sometidas al hambre. Hubo campos de concentración para jóvenes. En Dionisos, a unos 20 km de Atenas y en Oropos.

Oriana Falacci desnudó el crimen del sistema en su novela “Un Hombre”. Ese régimen, es estudiado hoy por aliados de la Unión Europea que alucinan una salida violenta para eliminar la participación del pueblo en las decisiones. Alexander Mercouris, cree hoy que desde la Unión Europea no habría que desdeñar un golpe. En caso de realizarse, como en 1967, la OTAN sería la punta de lanza del retorno a los términos del equilibrio de la posguerra. No es tan sencillo, el imperio ni la Unión Europea y sus aliados, tienen el poder de aquellas décadas.

   Si alguna vez, Grecia con otros países hizo una quita del 50 por ciento de su deuda a Alemania, por los desastres producidos por sus ejércitos en la primera y la segunda guerra mundial (los nazis), Angela Merkel rechazó la realización de una conferencia internacional para estudiar un reajuste de la impagable deuda de los países del sur de Europa. Alexis Tsipras lo puso sobre la mesa en estos meses y la canciller negó cualquier intento. Ella tiene fuerza, ejércitos y posibilidades de hacer revivir a los griegos, los días de los panzer de Hitler. Con aquella quita, se produjo bajo el alborozo norteamericano el mal llamado “milagro alemán”.

 

El acuerdo de Bruselas

   Ahora, el acuerdo de Bruselas del lunes 13 de julio, llevó a Grecia a hacer concesiones para estar bajo supervisión externa, y el acuerdo parcial lleva a iniciar negociaciones para alcanzar un nuevo rescate de 86 mil millones de euros. En esos términos, Grecia se mantiene en la Unión Europea. Las condiciones que pusieron los acreedores internacionales encabezados por Ángela Merkel y Alemania, harán que el primer ministro Alexis Tsipras, tenga que deslizarse en un camino pedregoso. Se le endilgará que renuncia a su promesa de acabar con la austeridad en Grecia, y desde la izquierda van a acusarlo de no cumplir con lo propuesto. El ministro de Reformas de Grecia, George Katrougalos, ha dicho «Claramente la Europa de la austeridad ha ganado», dijo y agregó: «O aceptamos estas medidas draconianas o habrá una muerte repentina para nuestra economía porque los bancos continúan cerrados. De modo que es un acuerdo al que prácticamente estamos obligados», explicó a radio BBC.

El ministro de Reformas de Grecia, George Katrougalos, ha dicho, Claramente la Europa de la austeridad ha ganado

   En términos políticos, un acuerdo no es la firma de una sentencia de muerte. Es un marco para realizar un camino conjuntamente por lo cual, en política, significa más que establecer caminar juntos dentro de una serie de medidas posible, no definitivas. De manera que, en parte, el logro del gobierno griego de Tsipras, es permanecer en Europa y obligar a que Merkel y sus amigos, hagan que incluso el aparato financiero internacional, se encuadre en los límites de lo que se firmó. Eso es lo más importante.

Cuestionar a Tsipras por acordar es reaccionario, se lo podrá hacer en un punto avanzado del camino, no ahora. Salir de Europa es un camino a la nada en una situación de crisis sin solución. Si Europa provocó la crisis, la astucia es establecer marcos para que se hagan cargo de la misma y permanezcan dentro de un límite. Los extremistas de las finanzas, preferían que Grecia se caiga o que se retorne a los términos de los golpes de Estado de posguerra.

El difícil equilibrio logrado en Bruselas, no es justo. Pero se inscribe en la continuidad de un sendero sobre el que tendrán que caminar todos los actores del drama del cual es víctima, el pueblo griego. Si la cumbre fuera un fracaso, Grecia iría a un colapso económico, en viaje a una moneda propia sin sustento, fuera de la unión monetaria europea. La política exige renuncias para alcanzar logros, y responsabilidad para andar por los atajos y las cornisas con el equilibrio que pueden alcanzar los grandes.

El Papa dijo en el avión que lo devolvía a El Vaticano que «Los gobernantes que endeudaron internacionalmente a Grecia también tienen una responsabilidad». «Con el nuevo gobierno griego iniciaron una corrección que creo está bastante bien», agregó con palabras sencillas. Hay que ponerle al momento político, un poco de esperanza. La esperanza no está escrita pero se la puede convocar actuando de modo responsable y para llegar a ese punto, hay que obtener lo más difícil: la aprobación del pueblo a lo actuado.

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