Atentado en Kenia: 147 muertos en una universidad
El ministro de Interior keniano, Joseph Nkaissery, informó además que los cuatro asaltantes que tomaron la universidad murieron en el operativo de rescate que terminó en plena noche y que permitió encontrar a cientos de estudiantes que lograron salvarse, según la cadena de noticias BBC.
El ataque contra la universidad de Garissa es el más letal de los cometidos por Al Shabaab en Kenia desde que este país enviara tropas a la vecina Somalia, en 2011, para combatir a los islamistas, que están vinculados a Al Qaeda.
Antes que se conociera el último saldo de víctimas y en medio de relatos de sobrevivientes de estudiantes asesinados a sangre fría y «disparos por todas partes», el ministro del Interior keniano había informado que se desconocía el paradero de más de cientos de alumnos.
En tanto, un vocero de Al Shabaab había explicado a la cadena de noticias BBC que los combatientes que tomaron la universidad dejaron salir a todos los estudiantes musulmanes y sólo retuvieron a los cristianos, a los cuales prometió una muerte segura.
Después de esta liberación, las fuerzas de seguridad lograron evacuar tres de las cuatro residencias universitarias y arrinconar a los agresores en la restante, en la que siguieron atrincherados con los rehenes casi 13 horas después del comienzo del ataque, por la madrugada.
El diario local Daily Nation informó que el gobierno keniano acusó a un miembro de alto rango de Al Shabaab, identificado como Mohamed Kuno, de ser el ideólogo del ataque y ofreció una recompensa de 20 millones de chelines (unos 217.000 dólares) por cualquier información que permita su captura.
Según un informe de seguridad al que el periódico dijo haber tenido acceso, Kuno es un antiguo profesor de una madraza (escuela coránica) de Garissa, que utiliza varios sobrenombres y que también fue sindicado como quien planificó otros dos ataques que dejaron 64 muertos en el noreste del país a fines del año pasado.
Un estudiante que pudo escapar contó a la BBC que los atacantes ordenaron a los alumnos tirarse al suelo, pero que algunos no hicieron caso y escaparon corriendo.
«Fue horrible, había disparos por todas partes», dijo el estudiante Augustine Alanga, agregando que le parecía «patético» que la universidad estuviera protegida sólo por dos guardias privados y dos policías.
Otros testigos citados por distintos medios dijeron haber visto al menos cinco atacantes dentro de la universidad, lo que se contradiría con la versión oficial del gobierno.
Al poco tiempo de conocerse la toma de rehenes, uno de los portavoces de Al Shababb, el jeque Ali Raage, reivindicó el ataque y amenazó con extender la lucha a otras ciudades de Kenia mientras dure la presencia de tropas kenianas en Somalia para combatirlos.
El jeque Raage dijo en un comunicado leído por la radio que los milicianos lanzaron una «fuerte» operación militar dentro de la universidad y que «tomaron a profesores y estudiantes no musulmanes» para retenerlos como rehenes, informó la agencia de noticias EFE.
Raage agregó que Al Shabaab explicará los detalles del ataque cuando éste haya finalizado, pero que el objetivo final de los milicianos que se encuentran en el recinto es acabar con todos los no musulmanes que están en su poder.
En un mensaje televisado a la nación, el presidente keniano, Uhuru Kenyatta, envió sus condolencias a las familias de las víctimas y ordenó «medidas urgentes» para garantizar el inicio inmediato del entrenamiento de reclutas policiales.
«Hemos sufrido innecesariamente debido a la falta de personal de seguridad», declaró.
El ataque a la universidad comenzó a las 5.30 de la madrugada (23.30 del miércoles hora argentina), cuando los atacantes entraron en el recinto universitario y empezaron a disparar indiscriminadamente y detonaron varios artefactos explosivos, según contaron sobrevivientes citados por medios locales.
Los asaltantes consiguieron acceder a las residencias del campus tras enfrentarse en un tiroteo con los policías que custodiaban la entrada a esta zona, relató el inspector general de la Policía, Joseph Boinnet, en declaraciones en el lugar de los hechos.
Las ciudades fronterizas como Garissa, situada a unos 200 kilómetros de la frontera con Somalia, viven bajo la constante amenaza de los yihadistas somalíes, especialmente desde octubre de 2011, cuando el Ejército keniano entró en Somalia para combatir a Al Shabaab.
Antes de la toma de rehenes, el atentado más sangriento de este grupo islamista en el país había sido el asalto al centro comercial Westgate, un lugar frecuentado por extranjeros y la clase alta local, que dejó 67 muertos en 2013.