
De Alaska a las armas nucleares tácticas
Por Carlos Almenara
Alaska y el contexto
El 15 de agosto se reunieron en Alaska los presidentes ruso y estadounidense. La recepción de Trump a Putin con pompa y alfombra roja contrastó con los sucesivos destratos a los que ha sometido a sus socios Zelenski y otros mandatarios europeos.

La reunión generó enormes expectativas sobre la posibilidad de llegar a un acuerdo que ponga fin a la guerra en Ucrania. A pesar del hermetismo sobre las conversaciones, más de un mes después, parece claro que si se acordó algo referido a la paz no se cumplió.
Sobre la conducta de Trump se urden múltiples conjeturas: comprendió la pérdida de la hegemonía estadounidense y entonces prioriza ventajas de corto plazo para su país pero no una conducción de los procesos, pretende alcanzar la paz pero ha sido derrotado por el “Estado profundo” (o al menos pugna con él en cada decisión), entre ellas. Nos permitimos sumar una: la lógica de Trump es su carencia del atributo. Lo cierto es que el presidente estadounidense afirma algo un día y lo contrario el día siguiente. Puede pasar de sostener que la paz es cuestión de semanas a vender armas sofisticadas a Ucrania y amenazar a Rusia con sanciones en un lapso de horas.
Desde 2014 Rusia sufre un ataque de la OTAN mediante una guerra proxi. A partir del golpe de estado al legítimo presidente Viktor Yanukóvich ese año, mediante una “revolución de colores” financiada por Estados Unidos, con Victoria Nuland como cabeza visible, el país de Norteamérica seleccionó los elencos gobernantes y el plan a aplicar. Preparó lo que hoy se presenta en su promoción como “el segundo mayor ejército europeo” a partir de incorporar milicias nazis seguidoras de Stepán Bandera, un colaboracionista de las SS que participó del exterminio de decenas de miles de judíos en territorio que hoy ocupa Ucrania. Esas milicias nazis hoy constituyen el tronco principal y las unidades de élite de las Fuerzas Armadas ucranianas. Derrocado Yanukóvich, Crimea y el oriente cultural e idiomáticamente ruso se negaron a reconocer el nuevo régimen e iniciaron un proceso separatista. Los presidentes Poroshenko y Zelenski atacaron sistemáticamente la población civil del Donbas con armamento pesado provisto por países de la OTAN incumpliendo pactos firmados en Minsk. El 24 de febrero de 2022, día en que el ejército ruso cruzó la frontera, el régimen de Kiev avanzaba para dar el golpe final a la resistencia.
Rusia afirma haber encontrado en Ucrania una red de laboratorios biológicos estadounidenses a lo largo de la frontera en los que se investigaba sobre virus y bacterias letales, particularmente nocivas para los rusos. La hipótesis sería la siguiente: dado que los ucranianos son bastante parecidos a sus vecinos al otro lado de la frontera, inoculaban virus a sus militares para evaluar su reacción. El método parece brutal pero no sería el primer caso de ese tipo de los laboratorios estadounidenses, varios de ellos en América Latina. El ideal era encontrar infecciones que masacraran a los rusos y no tanto al resto, al menos no a algunos estadounidenses. En los laboratorios también se estudiaban las aves migratorias. El proyecto: infectar las bandadas en tránsito a distintas regiones rusas.
El armado del ejército, la red de laboratorios, son muy anteriores a 2022. El plan que sustentó el golpe de 2014 y todo lo que siguió siempre tuvo como objetivo provocar y llevar a Rusia a la guerra, incluyendo la vocación de Zelenski de incorporarse a la OTAN para disponer de cabezas nucleares apuntando a Moscú. Por supuesto, después de advertir reiteradamente que los enemigos de Rusia traspasaban todas las “líneas rojas”, Putin ordenó el inicio de la operación militar especial.
La intención occidental quedó clara desde el comienzo, no fue una conflagración directa entre potencias nucleares, lo cual hubiera sido veloz y no podríamos estar compartiendo estas líneas, tampoco fue la apuesta a que el poderoso ejército ucraniano reforzado con pertrechos y mercenarios de todas latitudes derrotara, bajo ciertas condiciones de limitación, a Rusia, fue aislarla internacionalmente. Aunque puede entenderse como un detalle menor, el programa se manifiesta de modo patente en la doble vara que estos días denunció Eric Cantona, ex futbolista, autor de la patada más festejada de la historia y que puede verse en este tuit. En una intervención criticando el genocidio al pueblo palestino, Cantona recuerda que la FIFA, y su versión europea la UEFA, demoraron 4 días desde el 24 de febrero de 2022 para excluir a Rusia de las competencias internacionales. Israel no sólo no ha sido sancionado sino que los sancionados son los deportistas que se niegan a saludar o competir con los de dicha nacionalidad. Por supuesto que la comparación es injusta con Rusia porque los crímenes, en caso de que Rusia los hubiera cometido, no tienen ninguna equivalencia.
Si eso ocurre en el deporte, cuánto más en el orden diplomático y económico. Los activos rusos congelados por el G7 superan largamente los U$S 300.000 Millones.
Socios y aliados
Por todo esto, a pesar de los vaivenes de sus opiniones, que Trump reciba a Putin, y del modo que lo hizo, supuso una derrota del intento de aislar a Rusia. No es el único elemento a tener en cuenta, además de la iniciativa en el frente militar, Rusia tiene socios, intercambios y aliados.
Entre fin de agosto e inicios de setiembre, China organizó una cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái en la ciudad de Tianjin, donde reunió 26 mandatarios de países que acumulan 42% de la población mundial.

La atención de los flashes se la llevó el afectuoso intercambio entre los presidentes de Rusia, India y China. Trump declaró posteriormente “hemos perdido a India”. No es una cuestión menor si se trata del país más poblado de la Tierra, que, además, recompuso una relación tradicionalmente muy mala con China.

Vuelta al frente
Fracasada la ilusión pacifista, en el frente de batalla Rusia avanza en términos generales, aunque la situación de ninguna manera es “un paseo”. Hay regiones en que el ejército ucraniano ha realizado recientes contraataques recuperando terreno y poniendo en serios aprietos a sus enemigos. La situación es variable, en promedio Rusia libera (o captura según quién lo relate) territorio.
Por estos días, Rusia y Bielorrusia realizaron ejercicios militares a los que denominaron Zapad 2025 (Occidente). Entre los observadores internacionales, llamó la atención la presencia de oficiales estadounidenses, enviados, por supuesto, con la anuencia de su gobierno. El despliegue bélico mostró la más avanzada tecnología misilística incluyendo los “Oreshnik” y, éste es el punto, ensayos sobre ataques con armas nucleares tácticas. Debe recordarse que el retiro de Estados Unidos de los acuerdos sobre este tipo de armas ha llevado al mundo a un lugar muy preocupante. Lamentablemente forma parte de las cosas que se evalúan en el tablero geopolítico y Rusia demostró que tiene piezas para esa lid.
Por esos días ocurrieron dos episodios confusos. Drones rusos cayeron en Polonia y aviones MIG-31 sobrevolaron cielos estonios, ambos países pertenecientes a la OTAN. Rusia niega los hechos o su responsabilidad. Admite que drones pudieron haber sido desviados mediante “guerra electrónica”, la propia Polonia admitió que ninguno de ellos llevaba carga explosiva, pero pide pruebas que no aparecen a pesar de lo que leemos en la prensa occidental.
¿Epílogo?
El mar Caribe, Moldavia, Azerbaiyán, Armenia, Rumania, Indonesia, Nepal, también son territorios en que se dirime la misma partida. Es de esperar templanza en los dirigentes mundiales para evitar un holocausto nuclear. Si uno pondera los liderazgos, Occidente queda muy a la zaga.
Hay algo, sin embargo, en que el desarrollo tecnológico occidental no tiene parangón, probablemente más poderoso que muchas armas atómicas: la maquinaria de propaganda. La producción destaca desde hace largos años, por ejemplo con Hollywood o la industria porno, pero el grado de coordinación discursiva al servicio del Departamento de Estado nos atrevemos a afirmar que es inédito. Las redes sociales programadas con algoritmos intervenidos en función de objetivos políticos agregan un dispositivo difícil de igualar para sus enemigos. En este marco se produce el acuerdo por el que Estados Unidos “nacionaliza” TikTok.
Esta es una descripción de la partida en curso. Del resultado depende un mundo multipolar que haga posible el regreso de algo más parecido a la realidad, a la verdad de los hechos y al derecho internacional, o, al contrario un mundo esclavizado por élites plutócratas cuyo funcionamiento libre, sin impedimentos, conocen perfectamente los gazatíes. Y de no reparar nuestro destino, probablemente conozcamos los argentinos.





