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«La Noche de los Lápices»
La lucha estudiantil continúa en Argentina
Hoy, 16 de septiembre, recordamos «La Noche de los Lápices», un trágico episodio de la historia argentina en el que un grupo de estudiantes secundarios de La Plata fueron secuestrados y desaparecidos.

Víctimas de «La Noche de los Lápices»
– Desaparecidos:
– María Claudia Falcone (16 años)
– María Clara Ciocchini (18 años)
– Claudio de Acha (18 años)
– Francisco López Muntaner (16 años)
– Daniel Racero (18 años)
– Horacio Ungaro (17 años)
– Sobrevivientes:
– Pablo Díaz
– Gustavo Calotti
– Emilce Moler
– Patricia Miranda
La movilización de estudiantes secundarios en 1975 y 1976, que reclamaban por el boleto estudiantil secundario, fue brutalmente reprimida por la dictadura cívico, militar, eclesiástica y empresaria.
MIRÁ LA PELÍCULA
Jóvenes con sueños, con voces, que vieron sus vidas arrebatadas.
¿Su delito? Luchar por un país más justo y solidario.
Hoy como ayer, la educación pública es amenazada.
Décadas después de La Noche de los Lápices, el movimiento estudiantil vuelve a tomar las calles.
Los jóvenes se organizan para defender la educación pública.
La Noche de los Lápices no es solo un recuerdo.
Es el grito que nos hace ver a todos que la educación no es un privilegio, es un derecho.
Escribe respecto de esta efemérides de DDHH, «Juan Sinmiedo» -Agrupación HIJOS JUJUY:

«Durante los 70 existieron varias agrupaciones políticas de la izquierda a las que pertenecían estudiantes secundarios. Algunas de ellas fueron Unión de Estudiantes Secundarios (UES) vinculada a Montoneros, de extracción peronista, Juventud Guevarista (JG) vinculada al Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) de extracción marxista, Federación Juvenil Comunista (FJC) ligada al Partido Comunista Argentino, Juventud Socialista (JS) del Partido Socialista, Grupo de Estudiantes Socialistas Antiimperialistas (GESA) y Juventud Radical Revolucionaria (JRR) del Partido Radical.
En enero de 1975 se prohibieron las actividades de los centros de estudiantes secundarios, sin embargo, lxs jóvenes continuaron organizándose y demandando sus derechos. Dentro de la actividad política que realizaban lxs militantes secundarios se dieron las marchas por el Boleto Escolar Secundario (BES) en un contexto de alta conflictividad social y política y creciente violencia. En septiembre de 1975, en La Plata y también otras ciudades, se realizaron movilizaciones donde participó gran cantidad de estudiantes.
Los ámbitos estudiantiles siempre fueron símbolos de resistencia, por la mirada crítica, la actitud contestataria y el cuestionamiento al autoritarismo. Las más variadas y creativas formas de manifestación también surgieron de lxs estudiantes siempre que se trataba de hacer escuchar sus reclamos.
JUJUY: DE SÁTIRA ESTUDIANTIL A FIESTA DOMESTICADA
En el caso de Jujuy, septiembre es el mes de la Fiesta Nacional de los Estudiantes, una fiesta cuyos orígenes, en 1916, fueron las “estudiantinas” del colegio Nacional 1, un colegio al que accedía la elite jujeña. En 1918, viraron hacia el “Vejigazo”, mientras el gobierno nacional era presidido por Hipólito Yrigoyen. El «Vejigazo» se popularizó porque las audiencias se reían tanto que sus «vejigas no podían contener la risa», ante las intervenciones artísticas de lxs estudiantes secundarios con un fuerte contenido político y social que apuntaban a políticos, funcionarios y otros personajes de la época.
Estas sátiras marcaron una época hasta que, en 1947, durante el gobierno del “radical yrigoyenista” Alberto Iturbe, fueron censuradas por considerarse contrarias a la “moral y las buenas costumbres”, ordenando incluso la detención de lxs “vejigas”.
En el año 1951 empezaron los “desfiles de carrozas”, sobre ellas iban montadas las ganadoras de un concurso hegemónico de belleza, inspirados en las kermeses del Parque San Martín surgidas en 1936, fue entonces una alternativa de celebración para no tener problemas con las autoridades. Desde entonces, la fiesta perdió toda peculiaridad política, ese espacio de creatividad había sido desarticulado para ser olvidado.
En 1976, el régimen militar que implementó la censura dificultó la organización de eventos públicos. La Reina Nacional de los Estudiantes sería Lucía Mallagray familiar del Capellán del ejército en Jujuy (GAM 5), Germán Mallagray, designado interventor en agosto de 1976 de la Universidad de Jujuy.
Mallagray, asiduo “visitante” de presxs políticxs en el penal de Gorriti, había participado previamente en el Operativo Independencia en Tucumán. El entonces gobernador de facto, Urdapilleta, al justificar su designación como rector, afirmaba:
“En educación se propenderá a la erradicación total de ideas contrarias a la esencia del ser argentino y se adoptará el lineamiento nacional de los programas educativos que se estimen necesarios en base a las características espaciales de nuestra provincia”.
El blanco de sus ataques eran las universidades. Todo tiene que ver con todo.
LA NOCHE DE LOS LÁPICES: PERSECUCIÓN AL JUSTO RECLAMO
En aquella noche oscura, como dijimos del 16 de septiembre de 1976, un grupo de estudiantes de secundaria de La Plata fueron perseguidxs, secuestradxs y, en varios casos, desaparecidxs, por atreverse a reclamar un derecho elemental: el Boleto Estudiantil Gratuito, eliminado por el régimen impuesto, lo que agravó aún más la economía del estudiantado con aumentos sucesivos en el transporte urbano.
Pero esta violencia no se limitó a La Plata, a lo largo y ancho del país se sucedieron. En nuestra provincia, lxs estudiantes fueron blanco de la represión por su compromiso social.
El gobierno militar consideraba a la juventud una amenaza, la etiquetaba de rebelde y contestataria, y por ello no dudó en reprimir toda manifestación, organización o reclamo. La violencia sistemática que ejerció dejó un saldo atroz: más del 20% de lxs desaparecidxs fueron jóvenes estudiantes de secundaria y universitarixs.
Recordar no puede ser un acto pasivo. En un contexto donde la desigualdad, la pobreza y la represión siguen presentes bajo nuevas formas, la juventud enfrenta una disyuntiva: callar y aceptar, o levantar la voz y decidir. La memoria de aquellxs estudiantes desaparecidxs exige acción en el presente.
MEMORIA ACTIVA: ENTRE EL SILENCIO Y LA DECISIÓN
Es momento de que lxs jóvenes se planten nuevamente y miren críticamente la realidad para formular las preguntas fundamentales: ¿qué tipo de país queremos? ¿Quiénes tienen voz? ¿Qué hace falta para poder expresarse libremente, sin miedo, y participar en la definición del propio destino?
Este 16 de septiembre no debe ser solo un homenaje. Reclama acción. Participar en la política es involucrarse, dialogar, informarse, organizarse, debatir, reclamar derechos, siendo conscientes del lugar que nos corresponde a cada unx ocupar como ciudadanxs argentinxs.
La memoria no puede sostenerse solo con palabras, sino también con hechos: defendiendo la educación pública, creando espacios donde la historia se enseñe y no se niegue, ocupando ámbitos de discusión crítica, especialmente aquellos que fueron expropiados a lxs estudiantes por los intereses de quienes ostentan el poder.
Las injusticias del pasado no fueron aisladas: muchas estructuras de opresión persisten hoy bajo otros ropajes. La pobreza, la desigualdad, la represión encubierta y la precarización educativa no son señales de un futuro mejor. Pero de algo sí debemos convencernos, la juventud tiene poder para incidir, como colectivo y como ciudadanía activa.
Que este 16 no sea solo una fecha del calendario escolar ni un recuerdo doloroso. Que sea un puente entre el pasado que nos duele y el futuro que queremos construir. La memoria exige verdad; la justicia exige participación; el futuro exige que no se callen, no se conformen, no abandonen la política, sino que la reconquisten como espacio de transformación: en los centros de estudiantes, en los organismos barriales, en los centros vecinales, en los espacios culturales y en cada lugar donde la voz joven debe y tiene que ser protagonista.
Porque ejercer la memoria no es solo recordar: es transformar el presente sin olvidar el camino recorrido.»





