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El árbol que no tapó el bosque

*Agustina Sosa – Exclusivo para InfoBaires24

Agustina Sosa

El quebracho abuelo de Villa Allende sigue allí en la cruz, estaqueado por sogas, tubos y clavos que no pudieron voltearlo. Pero la amenaza de extraerlo con una grúa sigue latente, como así también el juego perverso de dejarlo morir en la cruz.

Como un Jesucristo en la cruz resiste el quebracho de 300 años en la avenida Padre Luchesse de Villa Allende. Escoltado por vallas, policías, señalización y un desfile de autos que lo mira con respeto antes de ingresar a los countries de la zona, el árbol nos da una lección de integridad.

A unos metros, varios policías cordobeses controlan la situación mientras conversan bajo la lluvia y el frío. Se ríen, hablan en códigos y me observan sacar fotos, sin ninguna intención de dejarme acercar al árbol a pesar de mi credencial de prensa.

Un poco más allá, un campamento de vecinos y vecinas de Sierras Chicas, brigadistas de la Brigada Forestal “Chiviquín” de Unquillo (todas mujeres), hombres de todas las edades y hasta la compañía canina de un perrito que se cuela en la carpa asustado por la lluvia intensa, dan batalla y resisten junto al quebracho.

Hace muchísimo frío y el agua de las nubes no da tregua. Zapatillas llenas de barro, camperas empapadas y una carpa improvisada paradójicamente con silobolsa (elemento de uso común en la patria sojera cordobesa esta vez usado con un fin comunitario y noble) pintan un cuadro conmovedor. Leo, Joaquín, Alexis, Jorgelina y también Luna, Silvia y tantas otras personas son protagonistas de esta batalla. Debaten cómo seguir el plan de lucha, nos cuentan a los forasteros que funcionarios del intendente Pablo Cornet intentan extorsionarlos: les plantearon que si no dejan mover el quebracho, lo van a destruir mediante la tala; en otras palabras, serían los propios vecinos ambientalistas los que deberían decidir de qué manera quieren que muera el quebracho. Una actitud perversa, cobarde y fiel de Juntos por el Cambio, partido al que pertenece Cornet, que además es cercano a Patricia Bullrich, la señora que ama golpear todo lo que ella considera viejo.

El sector privado dice que no

Una larga lista de empresas de grúas fueron convocadas por el municipio de Villa Allende para remover y trasladar el árbol. Casi todas dijeron que no. Unas pocas, las que dijeron que sí, fueron fuertemente cuestionadas en sus redes sociales y teléfonos laborales, motivo por el cual desistieron. Otras empresas, en cambio, expresaron que fueron “estafadas” por el municipio, ya que no les habían dicho que eran contratadas para remover un árbol tricentenario.

Lo cierto es que el quebracho abuelo -como cariñosamente lo llaman- sufre la muerte lenta de quienes lo llenaron de tubos, cables, sogas, barras de hierro y le recortaron raíces. Al parecer, todo indica que la idea sería la siguiente: de no poder removerlo y trasladarlo, el gobierno de Villa Allende quiere matarlo lentamente.

La duplicación de la calzada

La avenida Padre Luchesse luce muchos carteles que anuncian con bombos y platillos la duplicación de la calzada. Esta avenida, conocida provincialmente, es la arteria circulatoria de un creciente número de barrios privados y colegios privados como el “Cinco Ríos”, históricamente perteneciente al Opus Dei.

Hablando con los ambientalistas, cuentan que apellidos como Bugliotti están detrás de proyectos en la zona. Apuntan, también, a la empresa minera “El Gran Ombú”, que ha sido punto de críticas por el daño ambiental a reservas protegidas.

De hecho puede que la grúa que se anime a remover el quebracho provenga de esta empresa. Veremos si se animan.

“El quebracho se queda donde está”

“No aceptamos ni el traslado ni el talado. Hoy no hubo movimiento de máquinas pero ¿qué vamos a hacer mañana? Lo que está planteando el ejecutivo es que lo dejemos morir nosotros” – afirman en una asamblea reunida en círculo los vecinos que le ponen el cuerpo a la lucha. En la mesa, comparten frutas, Chocolinas, mates y el humo natural de algunos yuyitos serranos que perfuman el ambiente.

Como un cuadro donde la lucha parece despareja, conmueve la permanencia de humanos que hace decenas de días cuidan el árbol las 24 horas. Son los enfermeros del amor de ese quebracho y se disputan para poder acceder a abrazarlo, cuidarlo, protegerlo con tierra, agua y nutrientes.

El quebracho de 300 años es un abuelo en terapia intensiva, asediado por la enfermedad del poder, la codicia, el negocio inmobiliario y la testarudez de quienes gobiernan Villa Allende y de quiénes hacen oídos sordos, como el gobernador Llaryora.

Como un Tupac Amaru atado en sus extremidades, este hermoso monumento de la naturaleza ancestral nos deja un mensaje claro: lo viejo funciona y no está muerto quien pelea.

Y pelear, pelear, pelear es lo que tenemos que hacer.

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Un comentario

  1. Asqueroso el tono irónico populista estatista que le da el que escribe esto.
    ¿ qué solo el pueblo defiende el árbol, los de los colegios o barrios no ?
    La jodida Patria Sojera es la que mantiene al Estado y da trabajo a 8 provincias o más.

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