Voto argentino contra el bloqueo: entre la posición histórica y el presente distópico
Diego Molinas
Lo primero a destacar es la importancia de la votación anual en la Asamblea General de las Naciones Unidas contra el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto a Cuba por Estados Unidos.
En esta ocasión, la medida fue rechazada por una mayoría abrumadora, con 187 países oponiéndose a esta política unilateral, que ha persistido por más de seis décadas y afecta profundamente la vida cotidiana de los cubanos al limitar el acceso a alimentos, medicamentos y tecnologías esenciales.
Esta votación se da en un contexto de grandes dificultades económicas para la mayor de las Antillas, agravadas por su reciente inclusión en la lista de patrocinadores del terrorismo, una decisión que añade serias restricciones a sus relaciones comerciales y financieras. Esta designación, que carece de respaldo en pruebas concretas, impone aún más limitaciones a sus operaciones internacionales y disuade a muchos países y empresas de comerciar con la isla. Como resultado, se complica la entrada de divisas, se encarecen las importaciones y se obstaculizan las oportunidades de desarrollo, profundizando las dificultades económicas de Cuba.
En este contexto, la votación en la ONU se convierte en una herramienta clave para Cuba, no solo como medio de denuncia, sino también como un llamado urgente a la comunidad internacional en favor de la solidaridad. El apoyo de los países en esta votación señala un rechazo mundial a las sanciones unilaterales y destaca el derecho de Cuba a desarrollarse sin interferencias externas. La importancia de esta votación para Cuba no se limita al ámbito político, sino que simboliza también la lucha de su pueblo por su dignidad, su autodeterminación y su derecho a un futuro en el que sus oportunidades no estén limitadas por decisiones externas.
El voto argentino contra el bloqueo responde a una posición histórica de la diplomacia argentina en el ámbito de las Naciones Unidas, donde, además de las coyunturas de cada gobierno, tiene mucho peso la negociación endógena en la cual el Palacio San Martín pone en juego el lobby que garantiza una mayoría importante en la votación anual sobre la cuestión de las Islas Malvinas dentro del Comité Especial de Descolonización.
La dimensión distópica que ha imprimido el gobierno de Milei a su gestión se extiende a todos los ámbitos del Estado, siendo la Cancillería un claro epicentro de esa influencia. Las decisiones impredecibles y el estilo improvisado y errático que caracterizan su forma de gobernar han expuesto al país al ridículo en reiteradas oportunidades. También han dejado a la estructura de funcionarios de carrera del servicio exterior sin una orientación clara o un posicionamiento sustentado en una estrategia seria y consistente.
Ante esta falta de conducción, muchos diplomáticos actúan con profesionalismo y en defensa del interés nacional como respuesta inmediata a la incertidumbre de la coyuntura actual. En las últimas horas, influencers cercanos al gobierno promovieron abiertamente una “purga” interna en el Palacio San Martín, como respuesta a una decisión que consideran contraria a la ideología presidencial. Sin embargo, al consultar a los funcionarios, se observa que han solicitado directivas claras y nadie les ha respondido. En este contexto, el voto argentino contra el bloqueo es un reflejo de la deriva en que se encuentra el gobierno.
Todos aquellos que consideramos el bloqueo a Cuba una acción criminal contra un pueblo hermano debemos tomar nota de la situación actual de la política exterior argentina, redoblando nuestros esfuerzos para fortalecer la diplomacia de los pueblos. Esta diplomacia, que permanece vigente a pesar de quienes gobiernen, nos permite alzar nuestra voz y respaldar posicionamientos que refuercen la solidaridad y amistad con los pueblos hermanos. Al mismo tiempo, nos brinda una plataforma para enfrentar alineamientos abyectos que tanto daño han causado en el pasado y lo seguirán haciendo en el futuro si no asumimos un rol protagónico en temas tan sensibles. Hoy, más que nunca, urge trabajar por un orden mundial más justo.