Los hermanos Sinley sin red y el fin del modelo
La soberbia y la realidad
Los hermanitos Sinley alucinaban alcanzar 50 puntos de rating por la emisión televisiva del papelón que ofreció Javier el domingo en la noche, pero apenas si lograron un promedio de cuatro puntos.
A eso, hay que sumarle que esa no era la medición de un rato antes en las pantallas. Lo que dejó como saldo, que los televidentes en conocimiento de que llegaba la hora de la payasada, huían en masa de la exposición triste del dirigente político instalado en la Casa Rosada. Nunca hasta entonces había ocurrido algo semejante y es más, no existían antecedentes en la historia argentina, de un desmantelamiento tan feroz de la audiencia debido a un discurso oficial.
En gobierno, incluso el mismísimo Mauricio Macri, adjudicaron de inmediato a la responsabilidad de Santiago Caputo el planear la presencia de los Sinley en el Parlamento. Macri entonces, puso a sus esbirros a moverse en la ilusión de avanzar sobre las líneas del gobierno para ejercerlo desplazando la iniciativa política de los hermanitos. La nueva etapa no admite emparches.
En medio de esa verdadera catástrofe política, inesperada como producto de una improvisación que llega a su fin, el otro Caputo, Luis Toto, hizo un zoom con 19 gobernadores, y desautorizó de plano al hermano de Karina y les expresó que el ajuste de u$s 60 mil millones con que amenazó el presidente, “era exagerado”. Por lo tanto, creía alentar a los jefes provinciales en la presunción de que el gobierno iba a desplumarlos pero “no tanto”. El caos comenzaba a cabalgar en las filas oficiales. Y en la calle la bronca crecía.
La improvisación, los manotazos en el aire, las medidas propias de quienes pretenden un estado de guerra no declarado contra el pueblo en su conjunto, tienen en este caso, el ingrediente de que ese intento se produce cuando para un conjunto de dirigentes políticos, gremiales, de las organizaciones sociales y de derechos humanos, el país ha entrado en la fase final de una improvisación salvaje cuyos beneficiarios son los intermediarios del poder y las corporaciones de la globalización. Se caía en tanto, la falsedad según la cual Rodrigo Valdés, director responsable por el FMI de apretar a la Argentina, había sido desplazado de su cargo por pedido del muñeco. Se supo luego, que fue el propio Valdés quien pidió a la titular, Kristalina Giorgieva, salir de ese centro de escena debido a los exabruptos de Javier.
El adiós a un modelo
Si se termina una etapa histórica de la Argentina, corresponde analizar un capítulo principal de la misma. Por el sometimiento a la OTAN y a Gran Bretaña, con la venia de los Estados Unidos, luego de la guerra de las Malvinas, Abelardo Ramos había calificado a los partidos políticos de 1983 como los de la rendición incondicional. En su mirada, podría decirse que el sistema que parece estar en su etapa final, era el de la entrega bajo la forma de una democracia que sí que no. Vale recordar entonces, al menos dos artículos del Acuerdo de Madrid (llamado “Tratado de Versalles argentino” por cierta prensa europea) firmado por Menem-Cavallo en 1992, aún vigente.
El artículo cuarto establecía el dominio absoluto de Gran Bretaña sobre el territorio de nuestro país, de manera que las Islas Malvinas/Gran Bretaña pasaban a ser poco menos que Estado vecino al país sometido a sus leyes. El quinto, determina el ejercicio británico de derechos sobre las Fuerzas Armadas nacionales, que a partir de entonces no podrían realizar acciones aéreos o navales sin previa autorización del titular comandante de las fuerzas británicas de las Islas Malvinas Así se acabó con la industria militar y la investigación que había confirmado el peronismo.
También el sistema político representado por Menem-Cavallo, aceptó la ilimitada llegada de capitales británicos que acabarían con la independencia industrial, científica y tecnológica, devolviéndonos al papel de proveedor de materias primas pero con un agregado: las semillas serían las que entregaran las corporaciones multinacionales de la globalización. Ese modelo es el que Abelardo Ramos denostó calificando a su armado político como el de la rendición incondicional.
Ese modelo, que es el marco internacional de la política local, se acabó pero la dirección opositora actual, no está en condiciones de confirmarlo. Por lo tanto, es posible pensar que la trama de lo que viene, la movilización social en torno de este final de la entrega, puede ser la que provea los elementos necesarios para que surja una conducción política capaz de denunciar el Acuerdo de Madrid e iniciar una nueva etapa. Sin rendiciones incondicionales ni exposiciones payasescas en tiempo de alargue para justificar la entrega sobre la base del despojo al pueblo, a las provincias y al país en su conjunto. Por lo pronto, en su reunión con la CGT en Roma, el Papa Francisco acaba de reafirmar la necesidad de rehacer la justicia social histórica. Y no hay justicia social posible con dependencia y entrega.