Ecuador y Argentina dos enclaves
*Por Carlos Raimundi
Ecuador y Argentina son hoy para el capital monopólico trasnacional orientado por los EEUU, lo mismo que era Colombia hasta la asunción de Gustavo Petro.
Esto significa ser un enclave del plan estratégico de los EEUU para la región, en su disputa con China.
Desde los años 90, cuando se implantó el Plan Colombia, este país se convirtió -a través de sus bases militares y del despliegue de la DEA- en la sede de la política del Comando Sur para toda América Latina.
Ese proyecto se afianzó con la presidencia de Álvaro Uribe (2002-2010) y culminó con Iván Duque (2018-2022), hasta que finalmente Gustavo Petro hace que Colombia desempeñe un papel distinto: defensa de la integración latinoamericana, protección del medioambiente y estandarte de la Paz Total.
Aquel rol anterior de Colombia comenzó a desempeñarlo Ecuador con sus sucesivos gobiernos de derecha que prosiguieron a Rafael Correa.
En 2022 y 2023, los congresos de Ecuador y de los EEUU aprobaron en paralelo una serie de leyes en el marco de un acuerdo de cooperación estrategica, que conciernen tanto a lo comercial como al narcotráfico y a la seguridad.
Las consecuencias de esa política en Ecuador, un país que, sugestivamente, tiene su economía dolarizada, son el incremento del crimen organizado, de las bandas narcotraficantes, la violencia y los asesinatos políticos, además del empobrecimiento general
El episodio de la Embajada de México, aunque tenga la condena retórica de la mayoría de los países de la región, no es un hecho ajeno a esta estrategia. Porque parte del proyecto es descuartizar la integración de América Latina mediante el debilitamiento de las relaciones diplomáticas, políticas y hasta afectivas entre los Pueblos del continente.
Desde el 10 de diciembre en adelante, la política exterior argentina ha pasado a desempeñar un papel similar.
El servilismo expresado por el presidente de la Nación, quien, disfrazado de militar se arrastra por más de 3000 kms para reunirse no con una autoridad política sino castrense de los EEUU, es un acto propio de una colonia, no de una Nación soberana e independiente.
La escenografía y la coreografía de ese encuentro, difundidas a través de las redes, estuvieron prolijamente planificadas para crear un impacto y naturalizar la subordinación lacaya de las autoridades argentinas, no de su pueblo, hacia las políticas neo-coloniales del imperio financiero.
Y esto ocurre pocos días después de los agravios proferidos a los Presidentes de Colombia y México, con el antecedente del distanciamiento de Brasil.
La misma política: dolarización, ingreso de militares extranjeros para garantizar el control de la red troncal del río Paraná, la militarización del área de Rosario, para proteger la expoliación de nuestras empresas, nuestras reservas y nuestros valiosos recursos naturales. Y en el mismo sentido que Ecuador, el descuartizamiento de la unidad latinoamericana.
En otro plano, convergente con el anterior, las políticas extorsivas del gobierno nacional hacia las provincias argentinas, presagian un segundo capítulo de esta misma historia de
Hoy es el continente, mañana puede ser nuestro propio territorio. La competencia entre provincias conlleva a un deterioro progresivo del sentido de pertenencia a un proyecto nacional, que bien podría en un futuro, alentar divisiones territoriales al Interior de la Patria.
Todo esto amparado por el endurecimiento de las políticas de seguridad.
Cuando un Estado más se des-compromete de la situación social, más se ve obligado a reforzar su faceta represiva.
La confluencia de las políticas de defensa nacional y de seguridad interior, que tienen por ley muy diferenciadas sus competencias, nos retrotrae a los tiempos de la Doctrina de Seguridad Nacional. Defensa nacional + Seguridad interior implica Seguridad Nacional. Militarizar la política de seguridad interna para convertir a los propios argentinos y argentinas que disienten, luchan y se movilizan, en enemigos, como si se tratara de una amenaza o un ataque exterior.
Por último, el presente modelo es exactamente opuesto a lo que predica. Cuando un Pueblo se empobrece, se aleja cada vez más de la libertad. La pobreza disminuye nuestros derechos y nos acerca a situaciones de servidumbre, que es totalmente lo contrario a la Libertad.
La construcción de un gran movimiento popular de unidad nacional, política, social, sindical, productiva y estudiantil, tiene que ser tan amplia como para abarcar a todos los sectores que no estén dispuestos a vivir en una colonia sino en un país soberano, independiente, y con clara conciencia de nuestra pertenencia y de nuestras raíces profundamente indoamericanas.
*Carlos Raimundi: Ex Embajador argentino en la OEA, abogado, docente universitario y político argentino. Fue diputado de la Nación por la provincia de Buenos Aires en varios períodos, siendo el último el período 2011-2015. Es Secretario General del Partido Solidaridad e Igualdad en el Frente Grande, Unidad Ciudadana
Fuente: lavozdelgrito