Segundo día de permanencia del Tercer Malón de la Paz en Buenos Aires

Agosto de la Pachamama para los Pueblos Originarios, inicia con una actividad político social que interpela a la sociedad argentina en el contexto electoral y a días para las PASO, en el país. El Tercer Malón de la Paz es el resultado del hartazgo por la violencia institucional inusitada que los gobernadores Gerardo Morales – Jujuy- y Gustavo Sáenz -Salta- llevan adelante con una rémora dictatorial como la del ’76. Negacionismo histórico, quita de derechos constitucionales, torturas, cárcel, persecución por cuestiones ideológicas, apropiación de bienes individuales y colectivos, en el caso de las comunidades indígenas, la apropiación -por parte del Estado- de los territorios ancestrales para negocios inmobiliarios y/o mineros.
Morales, denunciado y visibilizado por organismos de DDHH, nacionales e internacionales, hace caso omiso y profundiza los últimos meses de su gestión ejecutiva, las atrocidades en contra de la ciudadanía jujeña. Estos cometidos que lesionan el carácter humanitario en la población, abarcan desde detenciones arbitrarias, hasta allanamientos sin órdenes judiciales a hogares humildes, para amedrentar a quienes protesten en las manifestaciones públicas en contra de las decisiones políticas del compañero de fórmula que tiene Horacio Rodríguez Larreta.

El otro componente golpista es el mandatario salteño Gustavo Sáenz, quien ante los Pueblos Originarios, tampoco ha cumplido con los compromisos adquiridos para la regularización de tierras ancestrales, la provisión de agua apta para consumo humano, la infrastructura en viviendas sociales, el plan de educación intercultural bilingüe, ni el esquema de salud intercultural para la ciudadanía originaria en zonas rurales, por mencionar sólo algunos aspectos desatendidos por el actual gobierno relecto. Además del aspecto relacionado con la seguridad de las mujeres, infancias y ancianidad originaria, que padece los constantes delitos de abuso, trata de personas y explotación tanto laboral como sexual, tan acentuadas en las áreas de frontera en el Chacosalteño.
Los Pueblos Originarios alzan la voz, en un grito que viene del Norte, a poner ante los ojos del centralismo porteño, situaciones que son insostenibles y que hasta el momento, tampoco encontraron un Gobierno nacional a la altura de las circunstancias que se viven, sin desconocer que detrás de esto, se intenta no «perjudicar» los intereses económicos de las mineras extranjeras que tanto se benefician de la explotación del Litio, minerales raros y la producción de oro y cobre que abunda en el territorio del conflicto existente.
Las gobernaciones norteñas, como sucede con la mendocina, de terratenientes, desconocen de facto la autoridad del Poder Ejecutivo Nacional y operan sin disimulo a favor del modelo neoliberal cambiemita con la esperanza del retorno al poder de una derecha recalcitrante y represora que de por terminada la existencia de los Pueblos Originarios, mediante un etnocidio que ha comenzado con la deforestación de las áreas indígenas y que anticipa el peor final mediante la manipulación de las tierras que le van quitando a los originarios para beneficio de privados estrechamente vinculados con el poder político fascista.

Sin embargo, lo que sucede en el norte argentino no ha tenido el mismo tratamiento, ni movilización, ni reacción del arco progresista como cuando se hizo la marcha hacia Lago Escondido y la relación del hoy preso en EEUU, Joe Lewis. En Jujuy y Salta, se han permitido no sólo el avance de las fronteras del agroexportador, sino el uso desmedido de recursos hídricos por parte de las mineras que han terminado con los yacimientos de agua más antiguos del planeta, en procura de beneficiar la explotación del litio y el oro, sólo por exponer el caso más notorio que aqueja a estos territorios de Argentina.
La falta de definiciones, el Congreso cooptado por la derecha y un evidente falta de carácter -impronta que distingue a la Presidencia- dejó completamente solo al pueblo norteño.
Hoy, con la presencia de los pocos que pudieron marchar durante más de una semana para llegar a Buenos Aires, dejando los poblados que tanto agradan al turismo porteño, se evidencia las desigualdades en la Argentina profunda, marrón, originaria y rural. Campesina en su más prístina pertenencia. La que por lejana y oculta en los cerros, se ignora en las grandes urbes.
No hay un sentido federal en ninguna de las propuestas electorales, como las hubo en las gestiones presidenciales del país, como no existen en las Gobernaciones de las oligarquías, las únicas que reciben todos los apoyos, de todos los partidos políticos para perpetuarse en el poder. En Jujuy y Salta, hay bancas legislativas con funcionarios que llevan más de tres décadas y se suponen que representan a las poblaciones indígenas, no obstante, han pasado una vida palaciega a costa del voto originario, viviendo de un Estado completamente ausente.

Los indios votan, si los criollos, quieren pues hay una inmensa mayoría de ciudadanos y ciudadanas de todas las edades que no tienen acceso al documento nacional de identidad, ya que los operativos del Registro Nacional de las Personas, se arbitran mediante los políticos de turno. Las oficinas son inaccesibles para las comunidades indígenas que no manejan el idioma español y que en este entramado de abandonos, el Estado no dispone de los necesarios traductores.
Entonces, el TERCER MALÓN DE LA PAZ es un reclamo colectivo de quienes han sido mancillados de tal modo que hoy están desposeídos de una vida digna.





