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Ya no está David Ramos, hombre de la Resistencia Peronista. Hoy es dolor y siempre, esperanza

Alejandro C. Tarruella

Escribe Alejandro C. Tarruella

El cumpa de Cacho El Kadri

Conocí de muchacho, en las tareas políticas durante la dictadura de Juan Carlos Onganía, allá por los fines de los años sesenta, la historia y la leyenda de las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP), que conducía Cacho El Kadri. Eran unos compañeros maravillosos, capaces de compartir y entregar lo mejor de ellos para hacer un país mejor. Por eso, fueron también estrellas en el firmamento de nuestros sueños. Entre los nombres que descollaban estaba el de David Ramos, junto a Amanda Peralta, al mismo Cacho, y a otros compañeros. Ahora me entero por Andrés Avellaneda, de su muerte, este martes 11 de abril a las 20 horas.

Tuve ocasión de conversar largo con David durante la investigación para mi libro “Envar “Cacho” El Kadri. El guerrillero que dejó las armas”. Ya era un muchacho mayor, que trabajaba en el área de Derechos Humanos del gobierno de Cristina, y atendía con rara humanidad a personas que llegaban de todo el país. Muchos de ellos, venían a Buenos Aires con la indicación precisa: “Andá a ver a David Ramos”. Su espíritu abierto, generoso y servicial estaba siempre en pie aún con algunas dificultades en su salud.

Fue en las oficinas de la calle 25 de Mayo donde lo entrevisté en más de una ocasión y me contó que a fines de 1950, principios de los sesenta, escuchaba hablar a Cacho El Kadri en las exposiciones que hacía en el viejo sindicato de Farmacia, en el barrio de San Cristóbal. En los días de los dirigentes Jorge Di Pascuale, Alfredo Ferraresi y el Vasco Azcurra, entre otros, y conoció allí a Carlos Caride, Pancho Gaitán, Andrés Avellaneda y Ana Lorenzo, entre otros. “Así pasamos la lucha del Lisandro de la Torre en 1959, los ferroviarios, los bancarios, y finalmente caí preso. Recuerdo que fui a la comisaría segunda de Lanús donde me torturaron y, de pronto, cuando paran de hacerlo, aparece un suboficial que no me trata del mismo modo y me alecciona: ‘Vos no decís nada, eh, te callás la boca’. Vaya uno a saber si era un compañero. Pasé por Olmos, la Unidad 9 de La Plata, Coordinación Federal, en la calle Moreno, en Capital, donde estuve preso con Nahuel Moreno (Hugo Bressano) en 1964. Luego de pasar por Caseros salí en libertad en el gobierno de Íllia cuando Carlitos Caride fue enviado al Chaco”, me contó para el libro.

Con las FAP a Taco Ralo

Fue en 1962 cuando David tenía 16 años y Cacho era uno de los referentes del Movimiento de Juventudes Peronistas, que solía reunirse en el barrio de Once. Catamarca cerca de Jujuy, adonde llegaban los hermanos Bevilacqua, y mandaban allí, Jorge Rulli, Brito Lima, el Petiso Spina y Cacho. Eran días cuando como los tigres, compañeras y compañeros se avistaban y a pura mirada se unían a la lucha. “Si vos estabas a favor del retorno de Perón y la liberación de su pueblo, eras compañero”, recordaría David de aquellos días.

Lo significativo de ese camino fue la epopeya de Taco Ralo, en la que fue un protagonista particular. Se caminaba atravesando los días de Íllia, la llegada del presidente francés, Charles De Gaulle, y la acogida de la JP y el peronismo bajo la represión “democrática” y luego, la presencia de Isabel Perón en las elecciones de 1966 en las que Perón enfrentaba al vandorismo político y el golpe de Estado del 28 de junio de ese año. Ese fue el punto de inflexión que llevó a Taco Ralo, la experiencia guerrillera peronista fracasada pero que en lo político, resultó un traspié definitivo para el régimen. Eran días de adversidad cuando Perón, al ser requerido por peronistas acerca del momento, aconsejaba entre otras propuestas, estudiar la “táctica del agua” del taoísmo chino, y no apresurarse.

David estuvo en aquel 17 de Octubre de 1967 con actos relámpago en toda la Capital, con un peso singular de la Juventud Peronista. Se lo vio en Rivadavia y Jujuy, barrio del Once, hasta donde llegó con Cacho El Kadri y el grupo que había partido de la calle Rincón, el sindicato de Farmacia. El grupo también había estado en el Trust Joyero Relojero, de Corrientes y Carlos Pellegrini, frente al Obelisco con Cacho, Jorge di Pascuale y Alfredo Ferraresi, el Vasco Azcurra, Carlos y Susana Caride, Susana Valle, Néstor Verdinelli, Pocho Descalzi, el mayor Alberte y Carlos Aznares. Allí la policía detuvo a 90 personas, entre las que se encontraba Alberte, que moriría asesinado el mismo día del golpe de Estado de 1976.

David era un trabajador incansable de las luchas del pueblo. Cuenta Andrés Avellaneda, que fue él quien propuso a la mesa que organizaba las Fuerzas Armadas Peronistas, que no fuera a Tucumán con el Destacamento de Monte de las FAP, porque andaba por los 16 años. La mesa funcionaba en un bar pizzería de Flores con Cacho El Kadri, Amanda “la Negra” Peralta, Néstor Verdinelli y Andrés. “Allí se establecieron nuestras consignas: “Organización de nuestra bronca, dar estrategia a nuestro coraje y armar nuestra decisión de luchar”. Recuerda Andrés, que acompañó siempre a David, que se conocieron muy jóvenes, “a principios de los sesenta, en ATE Buenos Aires, de la calle Carlos Calvo junto a Eduardo Salvide cuando él nos enseñaba a armar las molotov”. Eran los días de la resistencia.

Eso, no se cuenta”

En 1968, luego de que David pidiera y se aprobara, que Andrés no fuese a Tucumán, el grupo de Cacho se enteraba que el 16 de junio, el muchacho caía preso en acciones de la resistencia de manera que, de todos modos, era imposible que llegara a Taco Ralo. David, Cacho, Amanda, Néstor y todo el grupo, caerían el 19 de septiembre, el mismo día que fallecía en Buenos Aires, John William Cooke.

Taco Ralo es una bisagra histórica en la Argentina”, me expresó David Ramos para el libro de Cacho El Kadri. “Es un antes y un después en la política del país, el fin de una etapa que da lugar a otra marcada por una ofensiva. Yo la ubico a la ofensiva dentro de la Resistencia, para mí la lucha armada no es una categoría de la militancia”, pensaba. En la madrugada de aquel 19 de septiembre, David se encontraba preparando el desayuno “compuesto por mate cocido, pan, chocolate, higos porque necesitábamos para caminar, tener energía” cuando irrumpió la policía ante una denuncia. Cuando se la acabaron las municiones de su Fal y se veía muy poco cayó con sus compañeros siendo golpeados con saña mientras se escuchan los vivas a Perón. Cuando fue avisado en Madrid, Perón no supo de quienes se trataba en un primer instante, pero adelantó que iban a ser interrogados por los Rangers norteamericanos que operaban en la región, cosa que sucedió aunque no se difundiera el hecho. Al enterarse de quienes eran, siempre dio su solidaridad porque conocía a Cacho El Kadri, su nobleza e integridad.

Hombres y mujeres de Taco Ralo serían torturados con ferocidad y ninguno daría ni una pista de sus pasos. Su detención era anunciada así en los diarios de la época: “David José Ramos, 24, plomero, de la ciudad de La Plata”. Recién sería liberado con sus compañeros de las FAP, el 26 de mayo de 1973 de la Unidad 9 de La Plata cuyas puertas abrió Bernardo Alberto (h.) bajo las órdenes del Subjefe de Policía del gobernador Bidegain, Julio Troxler.

Con David siempre caminamos juntos la vida, vimos nacer los hijos de uno y otro, y hasta ahora, dábamos charlas ante compañeras y compañeros – me dice Andrés-. En otros años, cuando la dictadura última, cruzábamos por la frontera a compañeros perseguidos. Recuerdo a David armando un carro con caballos, buscar bolsas para taparlos y así evitar que se los pudiera encontrar”. Cuando le pregunto en donde estaban esos pasos, Andrés me dice: “Nunca dábamos a conocer esos pasos. Yo tampoco lo haré ahora porque pensábamos que tal vez nos veríamos en la necesidad de volver a habilitar esos caminos en situaciones de adversidad que ojala no nos sorprendan una vez más. Por eso, eso no se cuenta”.

En los tiempos cercanos, evoca dolorido Andrés Avellaneda que presentará el próximo domingo su libro: “Memorias de mi militancia”, David hacía análisis de la situación nacional e internacional y establecía hipótesis de pensamiento que compartía con compañeras y compañeros. Su recuerdo pondrá una y otra vez en presente a un trabajador de oficios, sencillo y profundo, capaz de actuar, ser solidario e imaginar y establecer escenarios de pensamiento para hacerlo un bien común. Hoy es dolor y siempre, esperanza.

(Foto de portada: Marta (esposa de David), Andrés Avellaneda y David Ramos).

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Un comentario

  1. Un ejemplo que la militancia actual desconoce y es obligación de transmitir a los jóvenes militantes de hoy

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