El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde
Por Juan Alonso
Eran las 23:05 del día 22 de noviembre, cuando 9 personas que llegaron caminando, tuvieron tiempo suficiente para ponerse capuchas y encender botellas con combustible en la puerta del edificio del diario Clarín sobre la calle Piedras en el territorio de la ciudad autónoma de Buenos Aires, que tiene una Policía propia pero no estaba allí.
De pronto, por la alquimia de los acontecimientos en pleno desarrollo, Clarín y sus accionistas se convirtieron en víctimas de un comando presuntamente anarquista que está tan pero tan bien organizado, que dejó una huella dactilar en la escena, se domicilia con nombre real, actúa a cara descubierta, y fuga en motos. Luego, por el devenir alquímico, la Justicia Federal detuvo a un sospechoso de 44 años en el barrio de Almagro. Tenía bidones de nafta en su casa y el resto de los 8 sospechosos ya estarían identificados, porque auditaron 400 cámaras.
Ahora bien, ¿por qué la Policía de la CABA no estaba en el sitio de la escena y no se percató del supuesto atentado en la ciudad más vigilada con cámaras de vídeo de la Argentina? ¿Hubo zona liberada? ¿Se trataría del mismo grupo que atentó contra el teatro ND Ateneo en momentos en que se iba a estrenar el documental sobre la desaparición de Santiago Maldonado en plena represión macrista? ¿Es el mismo rejunte de seres que agitaban violencia en las calles de la ciudad, marchando al lado de la Policía porteña contra las Madres, Abuelas, Hijos y Familiares de Desaparecidos y los movimientos sociales?
¿Serían los mismos cerebros que idearon una actuación semejante contra un edificio de la Gendarmería en San Telmo durante la gestión de Patricia Bullrich en el Ministerio de Seguridad?
No hay respuestas.
La versión de lo real impuesta en el sentido común del poder sería que debemos confiar en que Clarín es víctima de un grupúsculo de loquitos. Y que ese multimedio que controla la Agroindustria, los alimentos, la energía, las telecomunicaciones, y posee intereses territoriales en toda la Argentina con nexos con fondos buitres y el sistema financiero internacional, no es el mismo que lanzó hace cinco semanas una especie de flamante “Campaña del Desierto” contra los pueblos originarios a través del programa de Jorge Lanata.
“Indios al ataque” decía el afiche que llamaba a los mapuches “terroristas” en la Patagonia. Como consecuencia de esa narrativa del odio, el domingo a la tarde –horas antes de la aparición fulgurante de los anarquistas en la puerta de Clarín y a sólo cuatro días del homicidio agravado de Lucas González por parte de una brigada de la Policía de la CABA-, el joven mapuche, Elías Garay, de 29 años, fue asesinado a balazos en una recuperación territorial de Río Negro y su compañero Gonzalo Cabrera estuvo al borde de la muerte con proyectiles calibre.22 en el estómago y el pecho.
¿El fusilamiento de un joven mapuche pasó a la Justicia Federal como el intento de estrago en la puerta de Clarín? No. La causa es instruida por la Justicia ordinaria de la provincia de Río Negro que detuvo a un sospechoso en un barrio marginal de Esquel y a su cómplice. ¿Cómo llegaron a ellos?
Por un dron de la Policía de Río Negro que grabó el auto y los movimientos de los criminales en la lof. Nadie se preguntó por qué los atacantes lograron escapar luego de la ejecutar a Elías Garay y casi matar a Gonzalo Cabrera, si la Policía local estaba rodeando el campo en litigio desde hace 50 días.
Fuentes de la provincia deslizan el presunto nexo de los detenidos con los terratenientes madereros de la zona Alberto y Rolando Rocco.
Ambos integran el núcleo de “Consenso Bariloche”, especie de nueva Liga Patriótica que cuenta con el aval de Patricia Bullrich, empresarios turísticos del Sur, ambientalistas del vil metal, agitadores a favor de la Minería a cielo abierto, la Sociedad Rural Argentina (SRA), y el relato cómplice de Clarín, La Nación, y la hegemonía mediática con Héctor Magnetto, los Saguier y Mauricio Macri (de profesión viajante perpetuo), promoviendo a los gauchos jinetes del Apocalipsis con rebenques, palos y cuchillería para cazar inocentes con la crueldad de los impunes.
Por eso, Clarín llama a estos gravísimos hechos con la volanta falsaria “Violencia en el Sur” y artilugios para manipular las emociones sin formulación cognitiva.
Repasemos: en una semana, la Policía de la Ciudad mató a Lucas González, futbolista de Barracas Central de 17 años. Luego en Río Negro se produjo el asesinato de Elías Garay y el intento de homicidio de Gonzalo Cabrera.
El gobierno de Arabela Carreras se niega a cumplir la manda de la Constitución y la Ley y no recibe a los pueblos originarios en conflicto. No los censa para poder mensurar la escalada de los reclamos y resolverlos. El asunto se espesa y el silencio oxida el relato dominante. Los Rocco obtuvieron concesiones para explotar tierras fiscales y eso lo hizo el Estado, que aunque usted no lo crea también subvenciona al Grupo Clarín, a Benetton que explota y destruye el agua y la tierra con un millón de hectáreas y miles de pinos; sin olvidar al magnate inglés, Joe Lewis, quien se adueñó de Lago Escondido sin consecuencias legales en el ámbito del extraordinario Poder Judicial de la República Argentina, donde aún funciona una mesa judicial macrista, un procurador interino eterno llamado Eduardo Casal, y una Corte cómplice del lawfare y la prisión preventiva porque sí que inventó el extinto juez Claudio Bonadío y su colega de la matrícula, Martín Irurzun.
La Cámara Federal de Mar del Plata también hizo méritos. Deslindó de responsabilidad penal al periodista de Clarín, Daniel Pedro Santoro, por la extorsión al empresario Mario Cifuentes de la banda del agente de espionaje dolarizado, Marcelo Sebastián D’Alessio, y como si fuera poco, permitió que Macri continúe girando en aviones de Qatar a Chile donde un señor atildado y visiblemente neonazi es candidato a presidente y se permite declarar en contra de los intereses marítimos y territoriales argentinos, pero nadie dice nada salvo el embajador Rafael Bielsa, cruelmente lapidado con canallería cobarde por parte de La Nación y Clarín en estos días de calor extenuante y más sapos que lluvia.
Los diarios comerciales dominantes no hablan de los multimillonarios que quieren hacer de la Patagonia una zona exclusiva para ricos donde hasta el agua se lotea y las organizaciones mapuches son un problema, porque no permiten los negocios y la triangulación estratégica que tiene a Lewis, Benetton, y los menos agraciados hermanos Rocco, como articuladores de la creación de chivos expiatorios para esconder intenciones de latifundios de madera, minerales, petróleo, gas y piedras preciosas.
No fue casual que Estados Unidos eligiera la provincia de Neuquén donde está Vaca Muerta para poner la mira. En ese lugar existe la mayor organización multisectorial mapuche. No muy lejos están Lewis y más al Sur nuestras Islas Malvinas, con una acechante base militar del Reino Unido, que apuntala las delirantes demandas de la ultraderecha chilena sobre nuestra plataforma continental en Tierra del Fuego y la zona circundante.
Chile tiene militarizado el Valle Central con la Armada y los Carabineros. Allí tratan al pueblo mapuche como “terrorista” y hostigan a familias 10 mil veces más criollas que los Pinochet atizando la amenaza de cárcel eterna y el olvido. Algo semejante anhelan completar en Argentina pero hasta ahora no han obtenido un éxito absoluto, aunque los ricos de acá ponen “consensos” en Bariloche y los mapuches y familias pobres los muertos.
En el incendio de Iron Mountain murieron 8 bomberos y 2 agentes de Defensa Civil. 12 ex funcionarios de la CABA que presiden el alcalde blindado Horacio Rodríguez Larreta fueron procesados por la Justicia Nacional y la Cámara Civil.
Curiosamente no intervino el Fuero Federal de Comodoro Py. Y eso que fallecieron 10 personas. El hecho fue considerado un incendio pese a que las pericias de la Policía Federal Argentina (PFA) dijeron que habría sido intencional. Así y todo el caso sigue impune después de 7 años. No hay presos.
Clarín y su Justicia en Comodoro Py halló a los anarquistas modernos que se asemejan a los hombres de negro.