8N: mejor hablar de ciertas cosas
Todos los ejércitos patriotas que combatieron para las guerras de la independencia estaban conformados por mayoría de población africana y afrodescendiente. La Madre de la Patria es negra y, sin embargo, hay resistencias a incluirnos en la verdadera historia.
Por Maga Pérez | Ilustración: Matías De Brasi
Por decisión de la autora el artículo contiene lenguaje inclusivo.
Desde hace siete años, la ley 26.852 sancionada en el año 2013, conmemora el Día Nacional de lxs Afroargentinxs y de la Cultura Afro. Este reconocimiento configura un paso sustancial en la lucha por los derechos humanos de lxs afrodescendientes argentinxs. Desde hace décadas no sólo vienen soportando la negación social de su existencia expresada en la frase tajante y racista “en Argentina no hay negros”, sino también porque reivindica y destaca a la mujer afroargentina emblema de la comunidad: la Capitana María Remedios del Valle, nombrada Madre de la Patria por el General Belgrano dada su valentía en el campo de batalla y su convicción patriótica. Inigualable entre miles de soldados.
Como si el General San Martín regresara con sus palabras cuando manifestó que “algún día se sabrá que nuestra Patria fue liberada por los pobres, y los hijos de los pobres, nuestros indios y los negros, que ya no volverán a ser esclavos de nadie”. Cada día más, la historia ocultada por una generación política que privilegió las raíces europeas en detrimento de las identidades preexistentes al Estado Nación, corre su velo y toda la evidencia hace imposible tapar el sol con la mano.
De todos modos, hay resistencias a la inclusión de la “verdadera historia” (así denomina a la historia negada de la raíz africana el referente de Asociación Misibamba, Carlos Lamadrid). No deja de ser un país que da por cerrado el tema de la negritud con argumentos y teorías sin ningún sustento, con más lápiz en mano para dibujar los censos a conveniencia del relato oficial; que no se reconoce racista aunque todo el tiempo en sus acciones y vocabulario denota cuánto desprecia todo aquello que no se asimila con la identidad que supone “el ser nacional”. En esta sociedad argentina, que afirmen que todos los ejércitos patriotas que combatieron para las guerras de la independencia estaban conformados por mayoría de población africana y afrodescendiente, que la Madre de la Patria es negra y que lxs muertxs que mataron están vivxs, gozan de buena salud y reclaman sus derechos, requiere en términos actuales formatear y reiniciar toda la información recibida a lo largo de los últimos 120 años.
Pero la ley 26.852 no resuelve problemáticas de racismo estructural que están enquistados en las instituciones del Estado. Hay mucho camino por recorrer porque nuestro Dia Nacional necesita la adhesión de las provincias para que en cada espacio de nuestro territorio pueda desarrollarse y respetarse la efeméride sin apelar a la voluntad política de ningune referente de turno. En este sentido, los Estados provinciales también son responsables de generar acciones políticas a través de programas y presupuestos que den cuenta que el antirracismo es prioridad institucional y no una declaración simbólica que perpetúa prácticas folklorizantes sin compromiso ni contenido.
Por eso, cada 8 de noviembre, la comunidad afro reivindica la resistencia del Pueblo Negro y la cultura presente. Conmemoramos por fuera de todo “festejo” porque seguimos sin la reparación histórica hacia nuestro continente africano víctima de la trata esclavista más sangrienta de la historia de la humanidad. Asimismo, como afrodescendientes argentinxs continuamos reclamando al Estado Nacional el derecho a la Memoria Verdad y Justicia para nuestrxs ancestrxs. La historia en manos de Mitre, Roca y Sarmiento deliberadamente negó el legado cultural, económico y político de africanxs y sus descendientes. Sin embargo, esos aportes quedaron impresos con sello indeleble, tan fuerte como carimba (marca en la piel con hierro caliente que se hacía a las personas esclavizadas para certificar su introducción al Nuevo Mundo y posesión legal por parte de los propietarios) en los cuerpos esclavizados y maniatados por el racismo.
Por ello entendemos que la pandemia racial no terminará hasta que no sean reconocidas y reivindicadas las identidades excluidas.
El Decenio Internacional de lxs Afrodescendientes que proclama Justicia, Reconocimiento y Desarrollo pasará sin pena ni gloria en la medida que las políticas antirracistas permanezcan fuera del objetivo principal de transformación educativa, cultural y política de nuestra sociedad.
Afroargentinxs presentes hoy y siempre.
Articulo publicado en agenciapacourondo.com.ar