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El caso Pose revela que “La Morsa” era un agente del macrismo golpista

Por fuentes periodísticas, se ha establecido que Julio César Pose, el personaje que era La Morsa, se desempeñaba en carácter de informante de la DEA. Lo reveló el periodista Sebastián Penelli, de “Ámbito Financiero”. Lo definió como ex espía inorgánico de la SIDE y colaborador habitual de la Agencia Antidrogas de los Estados Unidos. Lilita Carrió lo anunció en primer término, al acusar a Aníbal Fernández de ser “La Morsa”. Es posible que Carrió supiera que estaba encubriendo a alguien y se estimó en círculos políticos que el personaje podría ser su ex esposo, Enrique Santos, padre de su hijo, a quien se vincula al cártel de Sinaloa en México. Era así la compleja operación para encubrir los lazos personales con ciertos ámbitos de la oscuridad político corporativa.

Hecha la ley, hecha la trampa

La Morsa en la investigación cambiaba con facilidad de nombres y se lo conocía como Julio Pose, José Posada, el Gitano Julio o Juan Papaleo. Pose recibía consultas de reconocidos periodistas, abogados al tiempo que algunos políticos le tenían fundados temores que no denunciaban. Estaba vinculado a resonantes casos policiales y según la investigación citada, se lo vincula a diferentes delitos de acción pública. También a la infracción a la Ley 23.737 (narcotráfico), al artículo 302 del Código Penal que pena entregar cheques sin fondos, estafa, contrabando y encubrimiento de acciones, etc. En 2003, logró impedir una captura internacional emitida desde Lima y dada a publicidad en 2004, por la oficina Buenos Aires de Interpol.

A Pose, La Morsa verdadera, se lo relaciona a la detención en México y extradición del responsable del ataque al cuartel de La Tablada, Enrique Gorriarán Merlo, y se lo sindica como colaborador principal del delincuente “Mameluco” Villalba en San Martín. Conocía el megalaboratorio de metanfetamina de Ingeniero Maschwitz, e intervino en la revelación de detalles del Triple Crimen de General Rodríguez. Hay quienes creen que intervino en el tiroteo del shopping Unicenter donde fueron asesinados varios colombianos. Esos son algunos de los casos en los que se le atribuyen complicidades. Se habla de la modalidad de intervenir en un caso y entregar a los participantes en el siguiente.

Ámbito revela la historia en la que aparece definitivamente como hombre de la DEA y se trata del caso ocurrido en la Flor de ATC en la avenida Figueroa Alcorta cuando los participantes intentaron colocar 38 kilos de droga en el Congreso, como lo revelaría el ex militar Carlos Alberto Cogno al juez Claudio Bonadío. Se lo dijo cuando tuvo que explicar qué hacía el mediodía del 31 de diciembre de 2003 en la “flor de ATC” junto a Julio César Pose, Freddy Marcelo Ríos y Virginio Raúl Valdez, quienes portaban en el baúl de un Ford Escort modelo 95, una mochila con 38 kilos de cocaína de máxima pureza.

Posé confirmó el hecho a Bonadío: “Había tanto olor que te volteaba”, le habría confesado. La intención del agente, será vincular al kirchnerismo al escándalo en línea a la fabricación de causas en la que también estaba comprometido el malogrado juez, que ya había abandonado los términos de la justicia para crear una legalidad corporativa. Para eso, se iba a avisar a Gendarmería del cargamento que se hallaría en el Congreso. Los nombrados dieron cuenta a Bonadío de la razón de los hechos pero el juez no dio importancia a la revelación. Corrían siete meses de la asunción de Néstor Kirchner.

El militar Cogno observó las características del caso y lo transmitió a Bonadío quien nuevamente se dispuso a dejar de lado la justicia. Y expresó: “No quieren investigar el accionar al margen de la ley del ex juez federal Juan Carlos Legascue quien ideó la operación, y al agente de la SIDE Ramón Ceferino Mendoza”, luego de enviar unas 300 cartas a legisladores, funcionarios y la Oficina Anticorrupción. Al parecer, no hubo respuestas contundentes.

Lo expresó, además, en el pedido de juicio político a Bonadío, que sepultó el Consejo de la Magistratura en su resolución 325 del 13 de julio de 2006. Esta trama a la que permite acceder el caso Pose, es que la desestabilización que se denuncia en estos días, es un plan permanente que une intereses de algunos sectores del poder norteamericanos, fuerzas de seguridad que cuentan con la complicidad de la justicia argentina bajo la rectoría del macrismo.

La Gendarmería atrapó al grupo que trasladaba estupefacientes en la Flor de ATC y evitó que se consumara el hecho luego de que atravesaran las rutas que unen Salta y Buenos Aires, sin ser controlados jamás. Los responsables del automóvil fueron detenidos y Pose salió sin “ser visto” del lugar. El militar Cogno confesó que lo había visto subir a un BMW negro y uno de los detenidos, de apellido Tenembaum, que habría formado parte del staff de Karadagián en otras épocas, le reveló a Bonadío que el automóvil era el oficial del embajador de los Estados Unidos en Argentina, Lino Gutiérrez.

Ámbito da cuenta que esa noche, al finalizar el operativo, hubo una celebración por ese episodio en la embajada. Se encontraban allí, el agente contacto de Pose, Arthur Staples y otros personajes vinculados a la operación. Bonadío contó con toda la información del caso y una vez más, evitó que la justicia proceda. Y no fue el único porque Cogno expuso en la causa: “No quieren investigar el accionar al margen de la ley del ex juez federal Juan Carlos Legascue quien ideó la operación, y al agente de la SIDE Ramón Ceferino Mendoza”. La declaración se encuentra en el pedido de juicio político a Bonadio, que desestimó expresamente el Consejo de la Magistratura por resolución 325 del 13 de julio de 2006.

Por cierto, se demuestra una vez más que hay mucho por hacer en la Argentina. No hay sino atisbos de justicia y una trama corporativa, burocrática y conspirativa, que tiene amarrados sus servicios para impedir el riesgo de que se alcance el Estado de Derecho. Solo así se dará libertad comunitaria a la ciudadanía para ejercer los derechos que hoy le son negados en su conjunto por los cortesanos que, en su mayoría, alucinan una dictadura de mercado y la anulación de derechos y justicia social.

De las declaraciones testimoniales de Cogno, Ríos y Valdez se desprende toda la historia, pero a Bonadío no le llamó la atención. Como manotazo de ahogado, Cogno envió más de 300 cartas a legisladores nacionales y provinciales, puso en conocimiento de su versión a la Oficina Anticorrupción y a ex funcionarios nacionales. “No quieren investigar el accionar al margen de la ley del ex juez federal Juan Carlos Legascue quien ideó la operación, y al agente de la SIDE Ramón Ceferino Mendoza”, sostuvo Cogno en el pedido de juicio político a Bonadio, desestimado por el Consejo de la Magistratura en la resolución 325 del 13 de julio de 2006.

Del expediente surge que Ríos y Valdez tuvieron que arreglar en Salta el Escort (propiedad de Valdez) porque estaba destruido y así no podían hacer 1.700 kilómetros hasta la Capital Federal: le faltaba el vidrio trasero, la luneta, no tenía faroles y el tren delantero tambaleaba por un choque. Pose les dejó la plata y se volvió para ultimar los detalles del operativo. Legascue y Mendoza, quienes conocían a Cogno ocho años atrás monitoreaban todo desde Paraná, Entre Ríos.

Según relató Cogno en su tercera ampliación declaratoria ante Bonadío del primero de junio de 2004 que aparece en las fojas 117 y 118 de la causa, detrás del operativo estaba la DEA.

Legascue, inorgánico de la SIDE, lideraba el grupo; Mendoza, fuente “de la disuelta Dirección de Contraterrorismo y Contraproliferación” que fue desafectado a principios de 2002 de la SIDE, y Cogno, ex militar, chofer de Legascue y vecino de Mendoza, eran sus alfiles de más confianza; Pose era brazo ejecutor de las maniobras, un experto infiltrado en negocios con “narcos” y recolector de buchones en la zona norte del conurbano bonaerense. Su viejo amigo lo pinta completo: “No se puede hacer dos negocios con Pose, el primero bien, el segundo te entrega a la DEA o algún cartel”.

Pero Pose no trabajaba solo. “El equipo era Pose, Guillermo Arturo González y Abraham ‘Tito’ Tenembuan. Cada uno hace su rol, uno de bueno, el otro hace de malo, y ‘Tito’, el menos operativo, hace de salvador. El que cae en las manos de ellos no se da cuenta que son un equipo, y según las características de la operación, van apareciendo en escena, pero nunca aparecen todos juntos”.

González es comisario inspector retirado de la policía bonaerense y fue director general de Investigaciones Complejas y Narcocriminalidad. Tenembaun se agarraba a piñas con Martín Karadagián en el cuadrilátero de Titanes en el Ring.

El operativo marchaba según lo planeado. Ríos y Valdez arreglaron el Escort 95, recibieron los casi 50 kilos de cocaína cerca de la frontera con Bolivia y emprendieron la travesía. “Manejaron casi 2.000 kilómetros con un coche hecho mierda y no los detuvo ningún control policial”, contó un abogado que trabajó en la causa. “Si la idea era decomisar la cocaína, ¿por qué Pose no los vendió el día que salieron de Salta, en el trayecto hay decenas de juzgados federales que podían haberlos esperado con Gendarmería en el camino? Evidentemente tuvieron vía libre para llegar a Buenos Aires”, dedujo.

Veinticuatro horas antes de iniciar el plan, Pose sentó a Cogno, Ríos y Valdez en una mesa del shopping Unicenter. “Era la tercera vez que Pose y Cogno se juntaban cara a cara, las anteriores fueron en un club de Liniers y en un bar muy frecuentado por los ‘servis’, de la avenida Cabildo, frente a los cines Atlas. Tiene un ventanal enorme a la calle. Ahí te filman y graban para tener material para inculpar si algo sale mal”, reveló el ex compañero del testigo de identidad reservada en la investigación sobre “la ruta de la efedrina” que llevó adelante el juez federal Federico Faggionatto Márquez desde Campana.

En la reunión Pose explicó que Ríos y Valdez deberían ingresar a la mañana siguiente -bien temprano- al estacionamiento del Congreso con tarjetas magnéticas y les dio dinero para que se compraran trajes. Pero algo salió mal y las tarjetas nunca aparecieron. En su declaración ante Bonadío, Pose confirma que la droga estaba en el auto: “Había tanto olor que te volteaba”.

La mañana del 31 de diciembre se reunieron los cuatro en el bar de Cabildo. “Por todos los medios Pose intentó convencerlos de que vayan al Congreso igual, que no se podían cagar en este momento”, dijo Cogno. Pero el auto estaba a nombre de Valdez, y “ni en pedo quería quedar pegado”.

Pose se comunicó con Legascue y Mendoza y cambió el rumbo del operativo. Salieron del café, Pose y Cogno se subieron a un taxi que los estaba esperando en la puerta y Ríos y Valdez los siguieron en el Escort con la droga en el baúl. Dieron vueltas durante una hora. Pose hablaba por teléfono pidiendo “zona” para bajar el cargamento. Estacionaron en la plaza de la Flor de ATC, detrás de una combi blanca con cortinas en sus ventanas. La calma que se siente al caminar por los alrededores boscosos del canal estatal contrarrestaba con la impaciencia de Cogno. Sabía que algo andaba mal. “Apenas puse un pie en el piso, una docena de gendarmes se me tiraron encima al grito de ‘quién es Carlos Cogno, quién es Carlos Cogno, carajo’”. Inmediatamente arrestaron a los tres. Pose se fue al “trotecito”. Cogno asegura haberlo visto subirse a un BMW negro.

Tiempo más tarde Tenembaun confesó a Bonadío que se trataba del auto oficial del ex embajador de Estados Unidos en la Argentina, Lino Gutiérrez. Esa noche Pose, su contacto con la DEA, el agente Arthur Staples y el resto del team de Anthony Greco Jr. celebraron el fin del fallido operativo con champagne en la embajada. En el texto original del pedido de jury a Bonadío se explica cómo procedió el juez federal.

El 16 de enero de 2004 resolvió “la situación procesal de los imputados Valdez, Ríos y Cogno, decretando el procesamiento con prisión preventiva de los mismos bajo la tipificación de transporte de material estupefaciente (art. 5, inciso C “in fine” de la ley 23.737). Luego esa tipificación fue modificada por el magistrado, a la del delito de tenencia con fines de comercialización y con el agravante contemplado en el art. 11 inc. c de la ley 23.737 que contempla la conformación de una organización de tres o más personas para cometer los delitos previstos en los arts. 5 y 6 de la citada ley”.

Bonadio pidió a Cancillería el listado de agentes de la DEA con permiso para operar en el país. Intentó citar a declarar a dos ellos, Staples y Thomas Keith Solís, porque consideraba que estaban al tanto del plan para desprestigiar al Congreso y reclamó ayuda a la Cancillería.

El mismo día del procesamiento de Cogno, Ríos y Valdez, la oficina de asuntos jurídicos del Ministerio de Relaciones Exteriores intermedió con un pedido formal, pero la embajada se negó y esgrimió “inmunidad diplomática” para los dos agentes. Cancillería presentó un escrito de queja, y Bonadío se resignó.

Actualización del texto (N.del R.):

Años más tarde, Bonadío le dictó a Pose la falta de mérito, que luego revirtió la Cámara Federal. Ahora, los jueces Ricardo Basílico, José Michilini y Adrián Grünberg del Tribunal Oral Federal N° 1 se ocupan de juzgar los delitos narrados y Pose está acusado de transporte de estupefacientes. El fiscal del juicio Marcelo Colombo pidió cuatro años de cárcel para el informante de la DEA y la absolución de Mendoza, quien debe declarar la próxima semana y se espera un revelador testimonio. Tarde o temprano, la verdad siempre florece.

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