En estos días en que venimos a descubrir que el mundo que conocíamos ya no existe y el que vendrá ya no será como el que conocemos, advertimos también que son diferentes los modos de percibir la realidad junto con la manera de informarnos.
Por Alma Rodríguez
Hace rato que nadie compra diario en papel y el soporte pasó a ser para todos el mismo. A este cambio cultural al que veníamos asistiendo, se suma otro más complejo aún producido por el contexto de pandemia y el aislamiento y que tiene que ver con que la realidad pasa, ahora, por las redes y las pantallas de soporte más que por la vivencia. Bajo la forma de tablet, ipod, celular o pc, se encuentran confundidas y homogeneizadas la realidad y el medio. Esto genera una primera cuestión para empezar a pensar por qué algunos medios tienen tanto poder de manipulación e influencia sobre gran parte de la población y por qué su accionar es decisivo en muchas situaciones.
Hace rato que nadie compra diario en papel y el soporte pasó a ser para todos el mismo
Acerca de la pregunta de por qué los medios cumplen un rol tan relevante podríamos esbozar algunas respuestas. En primer lugar, y fundamentalmente, porque son los grandes responsables de la construcción de lo que se llama “opinión pública”. Podríamos decir, a grandes rasgos, que la opinión pública es aquella que cada cual construye a partir de la circulación social de la información.
En su Retórica, Aristóteles dice que al momento de construir una opinión para argumentar y convencer a otros, existen diferentes lugares a los que se puede acudir para lograr tal objetivo. Uno de esos lugares son los denominados “topoi”, expresión griega que puede traducirse como “lugares comunes”. Según la retórica aristotélica, al momento de la construcción de opinión, el argumentador pasa su “red” de pensamiento, como si fuera una red de pescar, por diferentes lugares figurados y va atrapando distintos argumentos.
Por supuesto, y al igual que en la vida, se pesca donde mayor caudal de peces hay y la pesca resulta infructuosa donde no hay qué atrapar. De esta manera, los grandes medios ofrecen una limitada cantidad de argumentos pero que abundan en la repetición como cardumen de ideas: un mismo titular y una misma imagen repetidos hasta el cansancio y al alcance del pescador más iluso.
La incidencia de los medios de comunicación en la conformación de la opinión pública hace que la construcción de opinión propia esté atravesada por la opinión mediática que se impone por encima de otros cientos de discursos con los que convivimos a diario dentro de la sociedad. Si a eso le sumamos que la capacidad de manejo de la información está en manos de grandes corporaciones que concentran los medios privados y representan claros intereses financieros, eso hará, entonces, que la opinión no sea ya pública sino privada y, por lo tanto, privada de opinión propia. Es así que la construcción de sentido con su consabida opinión no es ya individual, ni personal, ni siquiera social o colectiva sino que es mediática.
Según Pierre Bourdieu, “la opinión pública no existe, existen opiniones constituidas, movilizadas, representadas por grupos de presión movilizados en torno a un sistema de intereses explícitamente formulados y lo que se denominan, disposiciones, algo que puede formularse discursivamente con una cierta pretensión a la coherencia.” Para el sociólogo francés, las opiniones son fuerzas y las relaciones entre opiniones son conflictos de fuerza entre grupos.
Esta semana ocurrió un hecho de enorme gravedad para nuestra vida democrática a partir de la presión de la presencia de las fuerzas de la policía de la provincia de Buenos Aires en las cercanías de la Residencia presidencial de Olivos. Podemos hablar de dos niveles de protesta: uno real en tanto utilización de una fuerza para el “apriete” y la consiguiente obtención del objetivo. Y otro relacionado con el procedimiento utilizado y la puesta en escena discursiva de dicha protesta.
Esta semana ocurrió un hecho de enorme gravedad para nuestra vida democrática
Un nivel más vinculado a lo político, con el supuesto trasfondo de la protesta si se quiere, y otro más relacionado con los medios para lograr el fin o lo que denominamos “visibilización” y que trata, ni más ni menos, que de una puesta en escena en cuanto al modo de llevarlo a cabo y de la que muchos medios participaron en su realización.
El conflicto que se desató durante los últimos días venía siendo anunciado a la manera de la crónica de los hermanos Vicario en la novela de García Márquez, Crónica de una muerte anunciada: desde el desfile de voceros de la derecha en los distintos canales de televisión hasta la presencia cúlmine y repudiable de Duhalde en un programa nocturno anunciando un golpe de Estado.
A nivel visual, la presencia de los efectivos policiales rodeando la Quinta presidencial fue una de las imágenes más fuertes del último período en democracia. Y, por supuesto, esa imagen repetida hasta el cansancio, acompañada por slogans que las legitimaron desde los medios hegemónicos, son un importantísimo anclaje en la conformación de ese lugar o sentido común del que habla Aristóteles.
“Le sacan plata a la Ciudad para pagar el aumento a la Bonaerense”, tituló Clarín en la tapa del jueves. Al mismo tiempo La Nación, que viene titulando de manera calcada a su hermano del corazón, decidió ir por lo mismo y aún personalizar hacia la figura presidencial: “Fernández le quita fondos a la Capital para apaciguar a la policía bonaerense”. En un medio se acude a la idea de “sacar” y no de distribuir y en el otro a la idea de “apaciguar” y no de solucionar y así funciona la construcción de la opinión pública en manos de medios privados hegemónicos.
En estos días, en sus redes, Cristina Fernández desenmascaró una de las tantas operaciones mediáticas llevadas a cabo por Clarín. Junto con la publicación de su tapa, escribió: “En sus tapas, Clarín te dice que queremos separar a Bruglia y Bertuzzi porque me investigan a mí. Como dijo Néstor: Clarín miente…. Todas las causas que me armaron ya pasaron la etapa de instrucción.¿Se dan cuenta que han convertido al Poder Judicial en un instrumento para atacar al peronismo y a los gobiernos populares y darle impunidad a los poderosos que siempre manejan los hilos de la economía y la comunicación en nuestro país?”
Se ha perdido la capacidad del juicio crítico. Se ha desplazado el criterio de verdad a una incertidumbre interior
Hace poco, en la Feria de editores de Buenos Aires, el reconocido historiador Roger Chartier se refirió a la fuerza de las noticias falsas y las manipulaciones. En relación a este fenómeno decía que en estos tiempos en los que el soporte es el mismo para presenciar la realidad y las noticias acerca de esa realidad, debemos ser muy cuidadosos al ir a buscar las noticias en las redes. “Se ha perdido la capacidad del juicio crítico. Se ha desplazado el criterio de verdad a una incertidumbre interior. Si encuentro algo dentro de la red que me parezca verdad es verdad porque dentro de la red se dice que es verdad”, expresó Chartier.
En un mar de redes en el que conviven la realidad junto con las imágenes y las noticias y en el que hay mucho para pescar, nuestro rol como comunicadores en estos tiempos será entonces proporcionar los medios para la construcción de una opinión pública en un mar de peces en los que la pesca se vuelve rápidamente “pescado podrido”.