Padre Carlos Mugica: «que los ricos dejen de ser ricos»
Militancia en la fe y la política
Él sabía de su fe en Dios, como un regalo de lo divino a su propia persona humana. Lo que descubriría con el sacerdocio es la militancia social, el activismo político y la perseverancia para reclamar por los derechos humanos negados a los vulnerados por las oligarquías.
Mugica fue un doctrinario de la Iglesia, un peronista de la política y un revolucionario del y para el pueblo.
Volver a leérlo es una interpelación continua, en una promesa incumplida, como lo es acabar con la pobreza.
«Hasta ahora para que los pobres dejen de ser pobres, no se ha inventado otro más que este sistema: que los ricos dejen de ser ricos. Hay que ayudar a los ricos a liberarse de esas riquezas que los oprimen»
Cuánta actualidad en esta reflexión nacida de aquel Medellín de 1968 y la tierna mirada de Mugica convocando a un sacerdocio en opción por lo pobres. La lucha que le valdría su muerte en 1974, fue como aquel pasaje bíblico donde Dios dice al hombre que construya sobre piedra. Ésa fue la divina combinación de convicciones labrada por un sacerdote que en su cristología, llevó las amargas horas del huerto de los olivos, a un modo diferente, quizás con cada paso por la periferia bonaerense.
Carlos Francisco Sergio Mugica Echagüe viene a este mundo injusto un 7 de octubre de 1930. Se convirtió en un hombre de María en 1954, ordenado sacerdote, recorrió los rincones más pobres de Buenos Aires, junto a otro sacedorte de apellido Iriarte. Tras cada humilde puerta que golpeaba Mugica, podía conocer las privaciones del pueblo y la ideología política que lo movilizaba.
En el contexto del enfrentamiento entre Perón y la Iglesia; Carlos sintió que algo le pasaba en su espíritu cuando frente a él, la realidad le llegaba en una pared, de una casita obrera: “Sin Perón no hay patria ni Dios. Abajo los cuervos”.
La fusiladora lo vio como enemigo y entonces, Mugica, llega a Francia cuando mayo se encendía de jóvenes que proclamaban en las paredes galas «Dios ha muerto». Carlos, no compartía ese criterio pero sí el gesto transformador de una generación que terminaría con la hipocresía de la opresión de clases. Al mundo le nacían hijos e hijas, dispuestos a luchar intensamente por el humanismo.
Entonces el retorno a la Argentina, lo vería enseñando a los «cabecitas negras» la organización que vencería al tiempo. Las villas comenzaron a construir todo lo que se necesitaba en la clase trabajadora: guarderías, escuelas, dispensarios, todo era posible a pesar de la pobreza reinante, en ese momento. Aunque los conducía a la acción, jamás se apropió de nadie.
Señor: perdóname por haberme acostumbrado a ver que los chicos parezcan tener ocho años y tengan trece.
Señor: perdóname por haberme acostumbrado a chapotear en el barro. Yo me puedo ir, ellos no.
Señor: perdóname por haber aprendido a soportar el olor de aguas servidas, de las que puedo no sufrir, ellos no.
Señor: perdóname por encender la luz y olvidarme que ellos no pueden hacerlo.
Señor: yo puedo hacer huelga de hambre y ellos no, porque nadie puede hacer huelga con su propia hambre.
Señor: perdóname por decirles “no sólo de pan vive el hombre” y no luchar con todo para que rescaten su pan.
Señor: quiero quererlos por ellos y no por mí.
Señor: quiero morir por ellos, ayúdame a vivir para ellos.
Señor: quiero estar con ellos a la hora de la luz.
Rezaba Carlos, para exorcizar a la oligarquía de tanta malicia, de tanto pecado con el capital y de la opresión sobre los pobres, cada vez más pobres y olvidados. Fue insoportable su sentido y bonohomia, pues a quién se le puede ocurrir un libro en el que se argumenta tan profesionalmente dos pasiones y un sólo destino: Peronismo y Cristianismo, haría de Carlos Mugica, el sacerdote y el militante mejor preparado para una revolución con el pueblo. Eso dio tanto miedo que terminaron por matar al cuerpo, pero sin poder detener a la naturaleza de tal espíritu.
«Yo sé por el Evangelio, por la actitud de Cristo que tengo que mirar la historia humana desde los pobres. Y en la Argentina, la mayoría de los pobres son peronistas, para decirlo de manera simple» Carlos Mugica