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La trama y el desenlace

Alma Rodriguez

Una metáfora es una figura retórica que consiste en el empleo de una palabra o una frase en sentido figurado. La metáfora también puede definirse como una comparación en la que el “cómo” aparece reemplazado por el “es”. De esa manera, la metáfora no sólo es un recurso literario, es también una herramienta que usamos a diario para expresarnos en nuestras vidas.

Por Alma Rodríguez

En la Retórica, Aristóteles se refiere a la metáfora señalando que “no es suficiente que sepamos qué debemos decir, sino que es imprescindible saber además cómo debemos decirlo para que el discurso parezca poseer una determinada calidad.”

Hace un año los argentinos y argentinas presenciábamos el inicio de la construcción de una trama, un entramado de acciones políticas que, hablando metafóricamente, constituyeron una jugada maestra a cargo de la más extraordinaria estratega que diera a luz nuestra historia: Cristina Fernández de Kirchner.

La presentación de Sinceramente no sólo representó el evento editorial del año, con un mercado en plena recesión producto de cuatro años de implementación de políticas de ajuste macrista, sino que significó el restablecimiento de un pacto con el pueblo, como lo anunció Cristina, en el que convocaba a todos y a todas a suscribir un nuevo contrato social “con metas cuantificables que contenga a todos los sectores”.

La presentación del libro se hacía, vaya paradoja de la historia, en la Sala Jorge Luis Borges de la Feria Internacional del libro, ubicada en el predio perteneciente a la Sociedad Rural Argentina bajo una lluvia no sólo de agua sino de simbolismos y metáforas: el movimiento popular colmaba la Sociedad Rural, terreno emblemático de la oligarquía argentina, en la sala del mayor creador de metáforas de nuestra literatura  y orgulloso antiperonista declarado.

En ese acto de presentación, Cristina hablaba de “un nuevo y verdadero contrato social con derechos pero también con obligaciones”, que debería abarcar no sólo lo social y lo económico sino también lo político y lo institucional, siendo, a su vez, sumamente crítica con el sector empresario de mayor poder adquisitivo de la sociedad.  “No hay posibilidades de generar crecimiento económico sin mercado interno fuerte”, dijo esa tarde en la que, además, decidió citar oportunamente el acuerdo firmado en el ‘74 por Juan Domingo Perón y José Bel Gelbard,  a quien destacó como “el último gran dirigente empresario”.

Días más tarde, el 18, con el inicio de la semana de mayo, en un video de poco más de doce minutos, Cristina llevó a cabo el anuncio de la fórmula presidencial que hoy nos gobierna

En ese video, ella empieza diciendo: “Hoy, sábado 18, comienza la Semana de Mayo. Y el próximo 25, en nuestra fecha patria, se cumplen ya 16 años del día en que Néstor asumió como presidente de un país devastado. Quiero dirigirme a mis compatriotas para compartir, como siempre, reflexiones, y también, claro, decisiones«.

En el pronunciamiento de la frase “le he pedido a Alberto Fernández que encabece la fórmula que integraremos juntos, él como candidato a Presidente y yo como candidata a Vice, para participar en las próximas elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias”, Cristina anunciaba el tejido de un entramado metafórico que ella misma venía tejiendo en pos de la necesidad histórica y política, conformado por hechos que conducirían a la tan mentada unidad.

La extensa conferencia de prensa de este viernes a la noche representa un símbolo de la capacidad estratégica y política de Cristina, de su mirada más allá de lo coyuntural, una mirada histórica que la convierte en la dirigente de los destinos de la Patria y que lo pone a Alberto en un lugar de artífice de la historia.

Con el anuncio del viernes, Alberto Fernández no sólo logró llevar tranquilidad a la población, sino que, luego de una semana de ataques por parte de sectores mediáticos y grupos conservadores minúsculos (los llamados “cacerolos”,y, acá, otra metáfora) transmitió como escena o telón de fondo un mensaje de unidad para quienes pudieron leer los signos que allí se deslizaron. Una mesa en la que de un lado se encontraba el hombre, al día de hoy, más resistente del PRO y, del otro,  un gobernador de origen camporista como Axel Kicillof con una mirada política y retórica que, actualmente, empatiza con un sector mucho más amplio del que supo representar. En el medio, Alberto como puente y metáfora de unidad.

Con el anuncio del viernes, Alberto Fernández no sólo logró llevar tranquilidad a la población, sino que transmitió un mensaje de unidad

Hay un poema de Borges titulado “Ajedrez”, en el que refiriéndose metafóricamente a este juego como un enfrentamiento entre hombres termina preguntándose “qué dios detrás de dios la trama empieza”. Hoy ya sabemos quién fue la encargada de tejer el entramado histórico por el cual debemos agradecer tener un presidente como el que nos gobierna.

Luego de una impecable exposición argumentativa acerca de por qué es necesaria la extensión del aislamiento social frente a la pandemia, Alberto mostró “con elegancia” estar a la altura de las circunstancias para llevar a cabo la tarea encomendada por Cristina ese 18 de mayo. Metafóricamente hablando, un desenlace a la altura de la trama.

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